El Dos de Mayo y el pueblo de Madrid
Una correcta celebración y recuerdo exige que se traduzca en una confluencia y hermandad civil militar. Pues civiles y militares han sido los protagonistas de la defensa de España en el momento histórico que se pretende recordar.
El dos de mayo se celebra tradicionalmente en Madrid la defensa de España contra la invasión francesa en el año 1808, defensa épica iniciada por el «pueblo» de Madrid.
Se pretende por un sector de políticos, tergiversando la Historia por razones ideológicas, distanciar la valentía del «pueblo» de la de los «militares». En consecuencia se impide la confluencia de un sencillo desfile militar con los actos de conmemoración y recuerdo de tal efeméride.
Pero la realidad histórica manda y conviene recordarla, así como matizar el concepto de pueblo.
Las tropas francesas habían entrado en Madrid, al amparo del Tratado de Fontainebleau, cuyos límites vulneraron, ocupando zonas que no estaban en camino hacia Portugal, su supuesto objetivo.
Un sector del «pueblo» de Madrid que podríamos calificar de «clase alta», bien situada económica o socialmente, en el cual se puede incluir tanto a civiles como a militares de alta graduación, asumió tales desmanes y la alteración política que se pretendía hacer en España. En cambio, el sector más humilde de ambos se alzaba con una valentía y sentido del honor que llegó al heroísmo.
Los madrileños comenzaron el levantamiento popular. Se constituyeron partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; se buscó el aprovisionamiento de armas. Trataron de impedir por todos los medios la entrada en la ciudad de nuevas tropas francesas. Se enfrentaron, prácticamente desarmados, a militares franceses profesionales perfectamente equipados (los mamelucos o los coraceros), con presencia activa en el combate de mujeres, algunas de las cuales perdieron la vida. Así, Manuela Malasaña y Clara del Rey.
Mientras se desarrollaba la lucha, los militares españoles, siguiendo órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete, permanecieron acuartelados. Sin embargo los artilleros del Parque de Monteleón desobedecieron las órdenes y se unieron a la insurrección. Los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde, asumieron el mando. Lucharon en Monteleón con los soldados y civiles que allí se concentraron tratando de repeler las tropas francesas. Acabaron muriendo en un combate librado en situación de inferioridad contra los refuerzos enviados desde el cuartel general de Murat.
La historia nos señala claramente la conjunción en la lucha por la independencia de España de civiles y militares. Conviene señalar que el ejército, desde el siglo XVIII estaba integrado por militares de profesión y civiles que obligatoriamente debían integrarse en el Ejército para la defensa de España. El servicio militar obligatorio, que implicaba una comunión de civiles y militares profesionales subsistió en España hasta hace muy pocos años. Hasta tal punto que en un determinado sector, el de la milicia universitaria, los civiles se integraban de tal modo que se preparaban para asumir puestos de mando con el grado de Oficial.
Los civiles se integraban pues, en caso de guerra y defensa de la Nación, en la disciplina y orden militar. De modo espontáneo y especial en el caso de los guerrilleros que lucharon contra la invasión francesa en plena conjunción con los militares profesionales; muchos de los cuales terminaron militarizados.
En caso de guerra los militares de profesión organizan la defensa en comunión plena con la sociedad civil, constituyendo ambos el pueblo de la Nación. De modo que, en rigor, el pueblo está formado por toda la sociedad, que de modo unificado contribuye a su defensa.
En la defensa de España contra la invasión francesa, tal conjunción se produjo de modo total en el Parque de Monteleón. Lucharon y murieron juntos los civiles que se concentraron en dicho Parque de Artillería y los militares, todos ellos al mando de los capitanes Daoiz y Velarde. Los civiles que se podrían calificar como pueblo llano y los militares, cuya más alta graduación era la de capitán.
De este breve resumen histórico se deduce claramente la vinculación que el «pueblo» de Madrid tiene con los valientes civiles que se opusieron a la invasión y al engaño y con los no menos heroicos militares del Parque de Monteleón.
Por lo que a ambos en conjunción indisoluble debe atribuirse el inicio de la independencia de España frente a la invasión de los franceses. Conjunción que continuó a través de toda la guerra, muy especialmente a través de las denominadas guerrillas, anteriormente referidas.
En consecuencia, si queremos celebrar el acontecimiento histórico de la defensa de Madrid, con rigor y marginando prejuicios ideológicos, conviene señalar que el pueblo lo constituye el conjunto de civiles que impulsaron la sublevación junto con los militares que, en simbiosis con aquellos, lucharon y murieron unidos y por la misma causa en perfecta armonía y conjunción.
Por lo tanto se habrá de concluir que una correcta celebración y recuerdo exige que se traduzca en una confluencia y hermandad civil militar. Pues civiles y militares han sido los protagonistas de la defensa de España en el momento histórico que se pretende recordar.
Carmen Barón Alonso es vizcondesa del Parque de Monteleón