El rearme moral
España necesita un programa de valores donde la meritocracia, la responsabilidad, el trabajo, la honradez, solidaridad, respeto, empatía hacia el prójimo y tantos otros guíen el comportamiento de las personas comenzando por el de los políticos
Es imperativo que nos demos cuenta en estos momentos, de incertidumbre y desesperanza, que es necesario un rearme moral de la sociedad. Nada se puede hacer para lograr un futuro mejor para España que tener claro este objetivo. Ahora que el Partido Popular está a las puertas de su congreso es obligado que tengan las ideas lúcidas. No se va a conseguir nada si no se cambia la derrota de la nave. Con un mar en continuo trasegar, por el vaivén de las olas, es importante mantener el rumbo y el timón hacia lo que se considera como destino correcto. De nada sirven las palabras altisonantes, los verbos y exabruptos desmedidos, si no se tiene claro a dónde hay que ir. Ha llegado la hora de dejar de lado la verborrea, la crítica sistemática y los comentarios a pie de página. Necesitamos otra visión. Necesitamos un empuje brillante y sereno, pero con fuerza. Es necesaria una mayor claridad en el umbrío horizonte y volver la ilusión y la esperanza a un pueblo deprimido que chapotea sus vergüenzas sin orden ni concierto. Los políticos deben demostrar honradez, enjuiciar lo bueno y desterrar lo malo de sus partidos, tratando de anteponer el bien de España frente a la pleitesía debida a las prebendas y canonjías. Y para esto, lo que tienen que hacer en primer lugar es expulsar sin ningún miramiento al que se salga de los cauces de la integridad del escaño al que han prometido acatamiento.
España necesita un programa de valores donde la meritocracia, la responsabilidad, el trabajo, la honradez, solidaridad, respeto, empatía hacia el prójimo y tantos otros guíen el comportamiento de las personas comenzando por el de los políticos que son el espejo donde los ciudadanos se miran. El pueblo vería con buenos ojos detalles como la supresión del aforamiento en el que últimamente se chapotea. Sería una idea brillante y muy bien acogida.
Mahatma Gandhi dijo «Mantén positivos tus valores porque se convierten en tu destino»: Nada hay más verdad que esta sencilla frase. No se puede llegar a ningún sitio si no estamos ahormados a los valores que nos conduzcan por la senda correcta. En lugar de tanta palabrería sería necesario una ponencia de valores. Esto es lo que el futuro congreso debería defender y paralelamente las leyes que los amparen. Ya deberían estar preparadas más de diez leyes para aprobar en la primera semana del cambio. Los ciudadanos necesitan saber los puntos sobre los que va a pivotar el cambio, pues este, si no va adornado de hechos concretos, no sirve para nada. Tenemos buenas pruebas de los años pasados. El tiempo ha hecho ver la luz a muchas personas que sí que estamos por el cambio, pero con la claridad de la luz de la verdad. Se nos debe decir lo que es verdad y lo que es mentira, pues de engaños ya estamos un poco hartos.
Al corrupto, al inmoral, que en todas cestas hay manzanas podridas, se le debe eliminar y no darle la oportunidad de las puertas giratorias. Eso es un engaño al pueblo.
Me gustaría tener en mis manos un manifiesto con diez, veinte, treinta puntos a desarrollar en los primeros meses. Unos mensajes sucintos, pero evidentes. Ese es el tiempo necesario para hacer el cambio, para devolver la esperanza y anhelo de futuro. Después habrá que mantener la nave en la dirección adecuada. El espejismo no es la solución. Todo debe estar muy claro y por supuesto dejar los egoísmos personales y poner encima de la mesa la vuelta a los valores, que España ha tenido siempre, y que en los últimos años ha perdido ostensiblemente.
Los políticos tienen el deber de conseguir que la desesperanza se trastoque en expectativas y que estas florezcan, día tras día, y para eso, los que guían la nave deben saber que hay que remar en la misma dirección buscando un regreso a la educación. Un niño, un joven instruido, es una riqueza para la familia y para la comunidad. Por ello el comienzo es desde el principio de la vida. Hoy día hay que escoger a los mejores, a los más versados en cada materia y que estén adornados de los valores necesarios. Quizás no sea necesario que sea un super especialista, ya se rodeará de técnicos, pero lo que sí se le exige es que sea honrado. Sin esa virtud ni los congresos, ni la palabrería, ni los eventos donde se reúnan multitudes llegará a buen puerto. Se necesita honradez, claridad, sencillez, supresión de gastos superfluos, aforamientos y otros beneficios y la imagen de personas que solo van a mirar por el bien de la sociedad. Eso es lo que España necesita. ¿Seremos capaces, una vez por todas, de conseguirlo? En el futuro congreso lo sabremos. Permanezca atento a la pantalla
- Antonio Bascones es presidente de la Real Academia de Doctores de España