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24 de abril de 2024

Cirugía estética

Los jóvenes de entre 12 y 25 años son los más vulnerables por su necesidad de reconocimiento y validación ante los demásGTRES

La banalización de la belleza

Cuatro de cada diez españoles se someten a retoques estéticos: ¿puede ser un error moral?

Emilio García Sánchez, profesor de Bioética en la Universidad CEU Cardenal Herrera, asegura que con los retoques estéticos «hemos banalizado el valor de la belleza»

Mamoplastias de aumento, rinoplastias, liposucciones, inyecciones de toxina botulínica… cuatro de cada diez españoles se han sometido ya a algún tratamiento u operación estética, según el estudio más reciente de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), realizado en 2020: una cifra que creció un 5,4 % en apenas cuatro años. «Siempre ha habido deseo de belleza, pero hoy la presión es tal que nos genera una necesidad», reflexiona al respecto Emilio García Sánchez, profesor de Bioética en la Universidad CEU Cardenal Herrera.
El también biólogo y doctor en Teología Moral dedica su investigación actualmente a los problemas bioéticos en torno a nuestra relación con la estética. Critica que en nuestra sociedad «se ha banalizado e hipertrofiado el valor de la belleza», y lamenta la generalización de una «dictadura del icono». «Los cuerpos que se muestran como modelos ideales hegemónicos –advierte– están salidos de madre, pero son el referente frente al que nos juzgan las nuevas pasarelas, las redes sociales: los likes o corazones evalúan si uno consigue –o no– acercarse al icono impuesto».
El coordinador del libro Belleza fantasma y deporte a lo loco (Teconté) señala que estos cambios –el valor exagerado de la propia imagen y el papel protagonista de las redes sociales– empujan a cada vez más personas a experimentar la «vulnerabilidad estética». «Cada vez más gente siente inquietud, temor u obsesión por no tener el cuerpo que triunfa en la sociedad», relata el investigador, citando «enfermedades de la belleza» como la depresión general estética; trastornos de la conducta como la anorexia o la vigorexia, o la selfitis.

Los jóvenes, los más vulnerables

El profesor alerta de que el sector más vulnerable desde este punto de vista son los jóvenes de entre 12 y 25 años, porque coincide con la edad en la que más reconocimiento y validación externos necesitan. En el otro extremo se encuentran –añade– las personas mayores de 65 años que, por el estigma que recibe la vejez, sufren cierta obsesión por frenar el paso del tiempo. García Sánchez lo tilda de gerontofobia: «La exaltación de lo juvenil y lo atractivo hace que ser viejo se vea como una patología, no como parte natural de la vida», concluye.
En 2021, la asociación Defensor del Paciente registró 298 casos de personas que se sometieron a una cirugía estética con resultado insatisfactorio, según recoge su memoria anual. «La cifra –recoge el informe– es ligeramente superior en comparación con el año pasado, lo que significa que con la pandemia las personas se han sometido más a este tipo de intervenciones». A principios de este 2022, una joven fallecía en Cartagena después de que un cirujano sin la especialidad adecuada le practicara una liposucción que salió mal.
Cirugía estética

Cirugía estéticaUnsplash

Problemas bioéticos urgentes

Para García Sánchez, las cifras y casos como este ponen de manifiesto la existencia de problemas bioéticos urgentes en el área de la estética, especialmente en los procesos que implican operaciones quirúrgicas. Uno de estos problemas, apunta el profesor, es la poca transparencia al informar sobre los riesgos que implican estas operaciones. «A veces vemos consentimientos informados deficientes, o información poco exhaustiva sobre los peligros que tienen estas cirugías», comenta.
Otro riesgo al que se le da poca importancia es al hecho de que este tipo de operaciones pueden generar adicción, y que este es un síntoma de dismorfia corporal, una percepción deformada de la propia imagen. «Los cirujanos plásticos y estéticos son muy buenos con el bisturí, pero, aunque pongan la mejor voluntad, no son especialistas en temas de salud mental», apunta, y pide que estas clínicas incorporen psicólogos y psiquiatras al equipo.
Para García Sánchez, sería necesario exigir un informe psicológico como paso previo a una operación quirúrgica estética, «para evitar un daño mayor» y para ofrecer el mejor tratamiento a cada paciente: «Si una persona acude a ponerse implantes por tener baja autoestima, a lo mejor lo que necesita es terapia psicológica», plantea el autor de 10 interrogantes bioéticos actuales (EUNSA).

La dimensión transcedente

Frente a esta vulnerabilidad estética, García Sánchez considera que es necesario sopesar la percepción de la belleza a la luz de la totalidad del ser humano, incluyendo su dimensión espiritual, o trascendente. «Para que la belleza sea una fuente de felicidad, paz y armonía, tengo que integrarla con otros elementos de mi vida; tengo que priorizar otros aspectos que también me embellecen», asegura.
Para García Sánchez considera normal y saludable el cuidado del propio cuerpo y el propio aspecto, pero insiste en que «la verdadera seducción de la belleza es la belleza interior». Concluye con un aforismo en clave cristiana que suele decirles a los jóvenes que le escuchan: «El cosmético que más enloquece es el amor».
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