
Virgen embarazada
Navidad 2023
Gerardo Diego y el poema de la Virgen que espera la Navidad como sustitución del villancico
En el Villancico del rifador no es lo que más sorprende la originalidad del contenido, que por momentos resulta de gran hondura lírica
Gerardo Diego es un poeta que ha dejado muestras de su profunda religiosidad en libros de tan extraordinaria inspiración como Versos humanos (1925), Alondra de Verdad (1941), o Versos divinos. De esta obra, cuando todavía estaba inédita, el poeta selecciona el poema Letrilla de la Virgen María esperando la Navidad para incorporar a la Primera antología de sus versos (1918-1841); y el poema Villancico del Rifador, que incluye en la Segunda antología de sus versos (1941-1967). Ambas composiciones testimonian la capacidad de Diego para la composición de poesías conforme a las más rigurosas formas tradicionales, su sentido del ritmo y, asimismo, la sorprendente riqueza metafórica de su palabra poética.
Letrilla de la Virgen María esperando la Navidad
con qué le envolveré yo,
con qué.
Ay, dímelo tú, la luna,
cuando en tus brazos de hechizo
tomas al roble macizo
y le acunas en tu cuna.
Dímelo, que no lo sé,
con qué le tocaré yo,
con qué.
Ay, dímelo tú, la brisa
que con tus besos tan leves
la hoja más alta remueves,
peinas la pluma más lisa.
Dímelo y no lo diré,
con qué le besaré yo,
con qué.
Y ahora que me acordaba,
Ángel del Señor, de ti,
dímelo, pues recibí
tu mensaje: «he aquí la esclava».
Sí, dímelo, por tu fe,
con qué le abrazaré yo,
con qué.
O dímelo tú, si no,
si es que lo sabes, José,
y yo te obedeceré,
que soy una niña yo,
con qué manos le tendré,
que no se me rompa, no
con qué.
El poema es, en efecto, una letrilla -según se expresa en el título-, variante del villancico, con la que en este caso se aborda un tema de la Natividad, y no de carácter satírico-burlesco. Y como toda letrilla o villancico, el poema se divide en dos partes: el estribillo, formado por tres versos, los tres agudos: el primero y el segundo octosílabos, y el tercero y más corto tetrasílabo -pie quebrado-, de los que el primero y el tercero riman entre sí, mientras que el segundo queda libre (según el esquema a'-b'-a'); y el pie, estrofa de siete versos, de los que los últimos riman con el estribillo (sé-yo-qué): sé-yo-qué (I), diré-yo-qué (II), fe-yoqué (III), tendré-no-qué (IV). El pie, en cada una de las cuatro estrofas de que consta la composición, es diferente, y al final del mismo reaparecen distintas variantes del estribillo: «Dímelo que no lo sé, / con qué le tocaré yo, / con qué.» (I); «Dímelo y no lo diré / con qué lo besaré yo, / con qué.» (II); «Sí, dímelo, por tu fe, / con qué le abrazaré yo, / con qué.» (III); «con qué manos le tendré, / que no se me rompa, no, / con qué.» (IV).
Este esquema métrico le sirve a Diego para presentar a la virgen niña -«que soy una niña yo» (verso 28) preocupada por el inminente nacimiento de su hijo -el arcángel san Gabriel le anunció que el Verbo Divino tomaría carne humana en su seno; y ella respondió «Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices.» (Evangelio se san Lucas, 1, 38)-; y esta preocupación la expresa la Virgen interpelando a la luna (I), a la brisa (II), al Ángel de la Anunciación (III), e incluso a su propio esposo José (IV), para que le expliquen cómo tiene que comportarse: «con qué le envolveré yo» (estribillo inicial), «con qué le tocaré yo» (I), «con qué le besaré yo» (II), «con qué le abrazaré yo» (III), y, sobre todo, «con qué manos le tendré, / que no se me rompa, no» (IV). Y especialmente afortunados nos parecen los pies I y II, en particular este último, en el que las aliteraciones de /s/ y de /l/ comunican a los movimientos descritos una grata suavidad que contribuye a crear un clima de sosiego altamente poético: «... la brisa / que con tus besos tan leves / la hoja más alta remueves, / peinas la pluma más lisa.» (versos 11-14).Villancico del rifador
¿Cuánto me dan por el Niño y la cuna?
Este es un Niño sin padre ni abuelo,
este es un Niño nevado del cielo.
¿Cuánto me dan, que lo vendo barato
cuánto me dan, que lo doy sin contrato?
Este es el Niño que mamaba ahora.
Ríe despierto y en durmiendo llora.
Casi de balde la flor del mercado.
¿Cuánto me dan, que lo doy regalado?
Este es el Niño verano en invierno.
Este es el Niño que aniña lo eterno.
¿Cuánto me dan, que lo doy sin subasta.
¿Cuánto me dan por la fruta en canasta?
Este es el Niño que viene a dar guerra,
Viene a dar paz por amor de la tierra.
¿Cuánto me dan? Por moneda no quede.
Una lágrima sola que tiemble y que ruede.
Este es el Niño de la rifa loca
que todos le juegan y a todos les toca.
¿Cuánto me dan por la buena fortuna?
¿Cuánto me dan por el Niño y la luna?
En el Villancico del rifador no es lo que más nos sorprende la originalidad del contenido, que por momentos resulta de gran hondura lírica, como puede comprobarse, por ejemplo, en estas dos estrofas: «Este es un Niño sin padre ni abuelo, / este es un Niño nevado del cielo.» (versos 3-4); «Este es el Niño que viene a dar guerra, / viene a dar paz por amor de la tierra.» (versos 15-16); sino la estructura métrica y el esquema rítmico elegido. Gerardo Diego recurre a la más sencilla de las estrofas: el pareado; y al ritmo dactílico. Integran la composición, en efecto, once pareados, compuestos cada uno por dos versos que riman entre sí -en consonante-, según el siguiente esquema: /-una/ (I), /-elo/ (II), /-ato/ (III), /-ora/ (IV), /-ado/ (V), /-erno/ (VI), /-asta/ (VII), /-erra/ (VIII), /-ede/ (IX), /-oca/ (X), /-una/ (XI). Pero no siempre los dos versos que forman el pareado son iguales o presentan el mismo esquema rítmico. Pareados a base de endecasílabos de gaita gallega -con acentuación en primera, cuarta, séptima y décima sílabas- son las estrofas I, II, III, V, VI, VII, VIII y XI; y cuya andadura rítmica es, pues, la siguiente:
óoo óoo óoo óo
¿Cuánto me dan por la estrella y la luna?
¿Cuánto me dan por el Niño y la cuna? (Pareado I).
El pareado IV lo componen dos endecasílabos de tipo sáfico, con acentos en cuarta, octava y décima sílabas -además de en la primera-:
óoo ó o oo óo óo
Este es el Niño que mamaba ahora.
Ríe despierto y en durmiendo llora.
De nuevo el ritmo dactílico vuelve al pareado IX, formado por un endecasílabo de gaita gallega -con acentos en primera, cuarta, séptima y décima sílabas- y por un tridecasílabo dactílico, con acentos en tercera, sexta, novena y duodécima sílabas:
¿Cuánto me dan? Por moneda no quede. [óoo óoo óoo óo]
Una lágrima sola que tiemble y que ruede. [oo óoo óoo óoo óo]
Finalmente, el pareado X lo conforman un endecasílabo sáfico -con acentos en cuarta, octava y décima sílabas, además de en la primera- y un dodecasílabo dactílico -suma de dos hexasílabos dactílicos-, con acentos en segunda y quinta sílaba de cada hemistiquio:
Este es el Niño de la rifa loca [óoo ó o oo óo óo]
que todos le juegan y a todos les toca. [o óoo óo : o óoo óo]
Así pues, este ritmo dactílico sostenido le confiere al texto una extraordinaria musicalidad, acrecentada por la sonoridad de las rimas consonantes. Lo cual puede comprobarse leyéndolo en alta voz.