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02 de mayo de 2024

'La Biblia' de Gutenberg

'La Biblia' de Gutenberg

¿Qué significa el número 40 en la Biblia?

La Sagrada Escritura se sirve de gestos, lugares o palabras para esconder un significado más profundo

En la revelación, Dios demuestra que cuida hasta el más mínimo detalle. De esta manera, muestra su delicadeza en la historia de salvación, en la que no existen las casualidades. Palabras, gestos, lugares o momentos se repiten ponen en alerta al lector, que debe pensar que esconden algo más. Esto es algo que sucede con el número 40.
La duración de la lluvia en el diluvio, edades, duraciones de reinados... Más de 90 veces aparece este número, que puede estar relacionado con la edad de madurez. Sin embargo, el 40 habla de un tiempo necesario que ha de transcurrir para algunas realidades.

El encuentro con Dios

En varias ocasiones, el número cuarenta expresa el tiempo necesario para un verdadero encuentro con Dios. En el Éxodo (Ex 24, 12-18), cuando Moisés sube a la montaña por orden del Señor, una nube lo cubrió durante seis días. Al séptimo, Dios llamó a Moisés desde la nube, mostrando la gloria del Señor como un «fuego devorador» a los israelitas. Cuando penetró en la nube, permaneció «cuarenta días y cuarenta noches».
Después de bajar y encontrarse a los israelitas con un danzando ante becerro, Moisés rompió las Tablas de la Ley al pie de la montaña. Otra vez el Señor lo llamó a subir para volver a escribirlas, volviendo a permanecer «cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber».
Al igual que los números, hay lugares similares en los que se dan acontecimientos relacionados, por ejemplo, los montes. En esta ocasión, se trata del monte Horeb, el monte de Dios, donde el profeta Elías se encontrará con el Señor. Son cuarenta días y cuarenta noches los que pasará caminando en el desierto hasta alcanzarlo.

Prueba

El 40 también expresa momentos de prueba y de purificación. Esos fueron los años que el pueblo de Israel vagó por el desierto por la «falta de confianza en Dios», al explorar la tierra de Canaán y descubrir que estaba habitada por otro pueblo poderoso. Así lo expresan los libros de Números, Deuteronomio, Salmos y el profeta Amós.

Llamada a la conversión

En el episodio de Moisés, él mismo reconoce en varias ocasiones que los cuarenta días transcurridos en la nube ayunando fue una forma de interceder por el pueblo. Lo hace en el libro del Deuteronomio:
«…pidiendo perdón por el pecado que habíais cometido, haciendo el mal a los ojos del Señor, irritándolo». (Dt 9, 18). «También esta vez me escuchó el Señor y no quiso destruirte». (Dt 10,10).
Cuarenta son los días que Dios, por medio de Jonás, da a la ciudad de Nínive para que alcance su conversión. Todos, empezando por el rey, aplacan la ira de dios con ayunos, cubriéndose con sacos y sentándose en cenizas.
También es el tiempo que Jesús pasa en el desierto, llevado por el Espíritu. Así lo narran los evangelios sinópticos, contando Mateo y Lucas las tentaciones del diablo. Estas pruebas son recuerdo de los sufrimientos provocados por los israelitas a Dios, quienes, pese a la liberación de Egipto, seguían reclamando signos.
Al igual que Cristo pasó 40 días en el desierto, la Cuaresma se extiende durante ese tiempo. Como los ninivitas, la Iglesia pide especialmente durante este tiempo litúrgico oración, ayuno y limosna para pedir la misericordia de Dios. Así como Moisés se preparó cuarenta días antes de entrar en la presencia del Señor, los cristianos nos preparamos en un período similar para vivir la Pascua.
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