El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes
En su carta semanal
Sanz Montes: El Gobierno usa el Valle de los Caídos como «arma de distracción masiva» para tapar la corrupción
El arzobispo de Oviedo denuncia que «algunos han querido perturbar el sagrado descanso» de los muertos «de ambos bandos» enterrados allí «para jalear esa memoria en beneficio propio»
«querer utilizar a los muertos para ganar batallas perdidas reabriendo las heridas que tanto nos costaron cerrar como hermanos, es algo que responde a una maldad irresponsable, que insidia la convivencia en nuestra sociedad española y que tan fácilmente excita la confrontación indeseada». Con esta contundencia se ha manifestado el arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz Montes, en su última carta semanal publicada ayer domingo, que tituló «Qué verde era mi valle y qué bella su cruz».
Tomando como punto de partida el título de la novela de Richard Llewellyn, el prelado entra de lleno en el asunto del Valle de los Caídos y su «resignificación» por parte del Gobierno, apenas dos días después de que el secretario general de los obispos españoles, monseñor Francisco César García Magán, asegurara que, en la Asamblea Plenaria celebrada la pasada semana, se diera «un refrendo total y unánime, sin ninguna voz discrepante, a la tarea que se ha hecho hasta ahora en plena comunicación con la Santa Sede» sobre el monumento.
Sin embargo, el arzobispo de Oviedo afirma que el Gobierno habría empleado este asunto como «una cortina de humo más cuando son otros los quebraderos de cabeza y judiciales que en torno la corrupción de gente muy cercana con sus vínculos familiares, prevaricaciones calculadas, malversación de fondos públicos, dilapidación del necesario equilibrio en la división de poderes en un Estado de Derecho». «Sin excluir estas armas de 'distracción' masiva, se ve que hay una fijación ideológica beligerante contra la memoria cristiana en torno a esa Cruz en esa Abadía, que aboga por la reconciliación entre los pueblos, para favorecer otra memoria sesgada y mal llamada 'democrática', imponiendo el resentimiento en el trasiego fraterno y sereno construyendo una historia de paz entre españoles», añade.
Vivir en la insidia y la mentira
«Puede ser que haya quienes se sientan molestos por esa referencia al amor y la verdad, cuando se vive y maquina en la insidia y la mentira», observa el prelado. «El alarde de un calculado ataque a esa cruz tan visible y significativa se hace en aras de una falsa equidistancia para no irritar a los que no son cristianos, enarbolando la neutralidad religiosa desde un impositivo laicismo que erradica nuestra historia, tergiversa nuestros símbolos y censura nuestra presencia eclesial aspirando a enmudecer nuestra palabra cristiana», denuncia monseñor Sanz Montes.
El arzobispo de Oviedo recuerda también que «la Cruz y la abadía benedictina en el Valle de los Caídos nacieron como un espacio de encuentro y reconciliación tras el conflicto bélico entre hermanos que tantas vidas se llevó por delante». «De hecho, allí reposan en paz (hasta que algunos han querido perturbar ese sagrado descanso para jalear esa memoria en beneficio propio), personas que cayeron detrás de los dos bandos, bajo las dos banderas, en medio de ambas trincheras», señala.
El prelado también se hace eco de la carta que redactó San Juan XXIII por la que elevaba la iglesia del Valle de los Caídos al rango de basílica menor –como recordaba El Debate hace unos días–, y en la que el Sumo Pontífice, en 1960, describía que «se eleva el signo de la Redención humana excavado en la inmensa cripta, de modo que en sus entrañas se abre un amplísimo templo, donde se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la guerra civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española».
