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El Papa León, el pasado 4 de junio en la Plaza de San Pedro

El Papa León, el pasado 4 de junio en la Plaza de San Pedro

El primer mes de León XIV al frente de la Iglesia: tradición, «cariño» al Opus Dei y un mensaje a los jóvenes

El Papa estadounidense ha recuperado tradiciones que parecían olvidadas y ha hablado con una claridad que muchos echaban en falta

«Tiene cara de Papa». Es una frase recurrente que muchos han repetido desde que el cardenal Robert Francis Prevost apareciera en la Logia de San Pedro convertido en el Pontífice 267º de la Iglesia católica. Eran las 19:14 horas del 8 de mayo de 2025 cuando el cardenal protodiácono Dominique Mamberti anunció al mundo la elección del primer Papa nacido en Estados Unidos, y que había escogido como nombre pontificio León XIV.

A partir de ese momento, millones de ojos escrutaron al nuevo Obispo de Roma, pendientes de captar cualquier detalle, por nimio que fuera, que facilitara alguna pista sobre cómo sería el papado del sucesor de Francisco. León XIV, en su primera exposición pública, vistió con muceta roja sobre los hombros y, sobre esta, la estola papal. Era la vestimenta tradicional de los Papas, en uso hasta Benedicto XVI y que Francisco prefirió cambiar. Bajo la muceta, el roquete, la pieza de tela blanca rematada con puntillas que llega hasta las rodillas. Sobre su pecho, una cruz dorada colgaba de un cordón del mismo color.

¿Es un Papa de continuidad o de ruptura respecto a su predecesor? Seguramente, la sola pregunta —aunque lícita— encierre una pequeña trampa. León XIV es de continuidad en cuanto que es el sucesor del Papa argentino y que no parte de cero. Pero, a la vez, muchos de sus gestos de estos primeros 31 días de pontificado no habrían sido los habituales de Francisco.

Recibe al Opus Dei

Apenas una semana después de ser elegido para guiar la Barca de Pedro, León XIV recibía a la cúpula del Opus Dei en el Vaticano y les «manifestaba su cercanía y su cariño». Es conocido que la Obra iniciada por San Josemaría Escrivá de Balaguer no había pasado por sus mejores momentos con Francisco, y se encontraba —se encuentra aún, pero de un modo diferente— inmersa en la renovación de sus estatutos.

León XIV escogió ese nombre por la gran admiración que profesa por el pontífice que llevó ese nombre antes que él: León XIII. «Hay que responder a otra revolución industrial y a la IA», les dijo a los cardenales en su segundo día de pontificado. Poco a poco, surgían nuevos detalles que revelaban la personalidad y los intereses de Prevost. El propio Vaticano dio a conocer la historia de la cruz pectoral que portaba y que lucía en el retrato oficial. En ella se encuentran engarzadas las reliquias de cinco personas que tenían relación con la orden de San Agustín, dos de ellas, españolas. Y una de ellas, en concreto, era del beato Anselmo Polanco, el obispo de Teruel asesinado por el Ejército Popular de la República en su retirada, en 1939. Ciertamente, para algunos, un tema políticamente incorrecto y que han tratado de obviar.

Buscar la paz, como Francisco

Desde el primer momento, León XIV ha tratado, como Francisco, de buscar cualquier solución que posibilite la paz en Gaza y en Ucrania. El propio Donald Trump fue quien propuso que el Vaticano sea la sede para celebrar una hipotética reunión entre Putin y Zelenski, aunque el mandatario ruso declinó la propuesta. El ucraniano, por su parte, agradeció el gesto e incluso invitó al Papa a visitar su país.

El Papa León firma una pelota de baseball en la Plaza de San Pedro el pasado 4 de junioEFE

En su predicación, León XIV ha sido cercano y, a la vez, claro en su propuesta del Evangelio y el Magisterio de la Iglesia. Ha recordado que la familia está fundada en «la unión estable entre el hombre y la mujer»; cita con frecuencia a San Agustín; ha condenado con dureza el comunismo y le ha dicho a los jóvenes que no deben convivir con sus parejas antes de casarse.

Dos últimos gestos sencillos, pero reveladores: ha recibido al cardenal Becciu, una suerte de «apestado» en el propio Vaticano, y ha regresado a Castel Gandolfo, la residencia veraniega de los Pontífices que Francisco sólo visitó una vez. Solo un mes de pontificado, pero parece que la era de León XIV va a traer muchos bienes espirituales a la Iglesia.