Urakami Tenshudo. Fotografía tomada en enero de 1946 de una iglesia católica destruida por la bomba atómica
El Papa condena las armas nucleares y pide por «una paz desarmada y que desarma» a 80 años de Hiroshima
León XIV ha enviado un mensaje con motivo del 80 aniversario de los bombardeos atómicos, donde llama a abandonar las armas nucleares y construir una ética global de fraternidad
Con motivo del 80 aniversario del bombardeo atómico en Hiroshima, el Papa León XIV envió un mensaje a Mons. Alexis Mitsuru Shirahama, obispo de esta ciudad japonesa, en el que ha afirmado que «la guerra es siempre una derrota para la humanidad».
El Pontífice retoma esa advertencia para destacar que, aunque han pasado ocho décadas, «ambas ciudades siguen siendo recordatorios vivientes de los horrores profundos provocados por las armas nucleares». Y añade: «Sus calles, escuelas y hogares aún llevan cicatrices —tanto visibles como espirituales— de aquel fatídico agosto de 1945».
En la mañana del 6 de agosto de 1945, cuando el reloj marcaba las 8:15 alcanzó la altura determinada para su explosión, aproximadamente 600 metros sobre la ciudad de Hiroshima. La detonación creó una bola de fuego que en cuestión de segundos se expandió por toda la ciudad. Su potencia alcanzó los 15 kilotones, el equivalente a 15.000 toneladas de TNT.
La explosión provocó la muerte inmediata de más de 70 mil personas, una cifra que, con el tiempo, se duplicó debido a las consecuencias de la radiación.
En su mensaje, el Santo Padre expresó sus sentimientos de respeto y afecto por los hibakusha, es decir, los supervivientes de los ataques atómicos; «cuyas historias de pérdida y sufrimiento nos llaman a todos a construir un mundo más seguro y fomentar un clima de paz», destacó.
Asimismo citó al doctor Takashi Nagai, sobreviviente de Nagasaki, quien escribió: «La persona del amor es la persona del ‘valor’ que no porta armas».
A partir de esta propuesta, el Papa afirma que la paz verdadera exige el valiente abandono de las armas, especialmente de aquellas capaces de provocar una catástrofe indescriptible. «Las armas nucleares ofenden nuestra humanidad compartida y traicionan la dignidad de la creación», subraya.
En un tiempo marcado por tensiones y conflictos, el Papa León XIV sostiene que Hiroshima y Nagasaki se erigen como «símbolos de la memoria» que nos invitan a rechazar «la ilusión de una seguridad fundada en la destrucción mutua asegurada». Propone, en cambio, construir «una ética global enraizada en la justicia, la fraternidad y el bien común».
El Papa concluye su mensaje con una plegaria: que este aniversario impulse a la comunidad internacional a renovar su compromiso con «una paz desarmada y que desarma», en favor de toda la familia humana.