La Inmaculada Concepción, patrona de España y de la Infantería
8 de diciembre de 1585: el día que Dios «pareció español» y convirtió a la Virgen en patrona de la Infantería
La intercesión de la Inmaculada Concepción, patrona de España, en favor de los Tercios españoles propició una victoria impensable frente a los holandeses en la Guerra de los Ochenta Años
Cada 8 de diciembre se celebra la festividad de la Inmaculada Concepción, día que, según la tradición, quedó señalado por la intercesión de la Virgen a favor de las tropas españolas siglos atrás. Este hecho llevó a que la Virgen de la Inmaculada Concepción fuera reconocida como patrona de España y de la Infantería.
Corría el año 1585 cuando España participaba en la Guerra de los Ochenta Años, que enfrentaba al Imperio Español contra las Provincias Unidas de los Países Bajos. Según la tradición, la Inmaculada Concepción intercedió para que el Tercio Viejo de Zamora derrotara a una flota de más de cien barcos holandeses en la localidad isleña de Empel, situada en la actual Holanda.
Frente a la inmensa desigualdad —la superioridad numérica de los neerlandeses, sumada a sus 100 barcos y a un ejército de infantería de 30.000 hombres frente a poco más de 5.000 españoles—, era necesario un verdadero milagro para lograr la victoria. Intercesión que la Virgen regaló a los españoles.
«Rendición de Breda», cuadro de Velazquez que representa la toma de la ciudad holandesa por el ejército español durante la Guerra de los 80 Años
En 1555, cuando Carlos I cedió a su hijo Felipe II el control de las Provincias Unidas de los Países Bajos, provocó una rebelión de quienes veían con malos ojos la imposición de un monarca al que consideraban extranjero. Esta oposición de las Provincias Unidas obligó al Imperio Español a enviar varios Tercios para aplacar las ansias de independencia de esos territorios, dando inicio al conflicto conocido como la Guerra de los Ochenta Años.
La llegada al terreno del capitán general Alejandro Farnesio fue clave para que las tropas españolas lograran la valiosa victoria en la ciudad de Amberes, que venían siendo hostigadas por los holandeses. En el verano de 1585 cayó esta importante ciudad. Tras el logro, Farnesio decidió dirigirse a las islas de Zelanda y Holanda, donde se encontraba la ciudad de Empel, para socorrer a los habitantes católicos que se sentían amenazados por los protestantes.
Destino a la derrota
Para el 7 de diciembre, el Tercio Viejo de Zamora estaba siendo bloqueado por el ejército enemigo y todo parecía dirigirse hacia un desolador desenlace. El cerco sobre los soldados españoles se estrechaba cada vez más.
La escasez de víveres y las condiciones de humedad empeoraban la situación de los soldados españoles, a quienes se les ofreció una rendición honorable, pero la rechazaron: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos», aseguraron.
Ante esto, el jefe militar holandés decidió abrir los diques de los ríos para inundar el campamento español. Frente a esta situación crítica, los soldados del Tercio Viejo de Zamora se vieron obligados a refugiarse en el monte de Empel.
Los Tercios Españoles liderados por la imagen de la Inmaculada Concepción
Cuando todo parecía perdido, ocurrió el milagro: un soldado español que cavaba una trinchera para refugiarse se topó con una tabla con la imagen de la Inmaculada Concepción. Los presentes interpretaron el hecho como una señal divina que los animaba a seguir luchando. Rezaron ante la imagen en un altar improvisado, recuperando la esperanza de sobrevivir a la táctica del enemigo.
«Tal parece que Dios es español»
La intercesión mariana siguió acompañando a los españoles. Durante la madrugada del 7 al 8 de diciembre de 1585, un viento gélido congeló las aguas que rodeaban a los soldados españoles, algo que les permitió salir caminando del lugar. El hielo también obligó a la flota holandesa a abandonar su asedio para evitar que sus buques quedasen encallados. Este hecho fue conocido desde entonces como el 'milagro de Empel'.
Frente a tal insólito hecho, el almirante Holak pronuncio unas palabras que han quedado ya para la historia: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».
El día 9, los miembros del Tercio Viejo de Zamora renacieron y se rearmaron para arremeter contra el fortín holandés que se encontraba ubicado a orillas del río Mosa. La situación había cambiado radicalmente y la posición privilegiada era ahora de los soldados españoles, que lograron una victoria total sobre los holandeses, que emprendieron la retirada. Ese mismo día los Tercios proclamaron a la Inmaculada Concepción como su patrona.
Dogma mariano
El 8 de diciembre de 1854, es decir, 269 años después, la Iglesia Católica proclamó como dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen Santísima. Posteriormente, el 12 de noviembre de 1892, se declaró finalmente a la Inmaculada como patrona del Arma de Infantería del Ejército de Tierra.
Esta conmemoración, originada en una prodigiosa victoria bélica, ha perdurado hasta nuestros días. El 8 de diciembre no solo es fiesta nacional en España, siendo un día no laborable, sino que para los católicos suele marcar el inicio cercano de las festividades navideñas; además, es un día de precepto.