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26 de abril de 2024

Nieves B. Jiménez
Todavía la vida

Pedro Sánchez, el ruido y la belleza

Siga tranquilísimo porque a finales de agosto España sigue en pie. Todo sigue en el (des)orden de cuando usted agarró las maletas

Actualizada 18:35

Hace unos días, Pedro Sánchez negaba cualquier crisis de Gobierno: «Me encuentro con noticias que ni siquiera he pensado». Lo dice tan convencido que el de enfrente no se para a pensar en qué hay de cierto en eso. Intoxicaciones de periodistas, dice. Vamos, que somos una salmonelosis cualquiera. ¿Que algunos oímos cantos de sirena tomando el sol en las rocas mediterráneas? ¡Invent! Apuesto mis cintas VHS con las Copas de Europa del Real Madrid que Sánchez lleva como otra lectura más de verano Recuerdos y desinformación, la autobiografía más loca de Jim Carrey en la que nada es real pero todo es verdad, ese reflejo del poder, excesos, gulas y vanidades que va desde una invasión extraterrestre hasta Renée Zellweger yéndose con Morante de la Puebla. Léanla.
Pero la vida sigue, ¡y lo digo el día 2 después del adiós de Casemiro! Así que, si usted es de los que ha logrado desconectar del mundanal ruido, siga tranquilísimo porque a finales de agosto España sigue en pie. Todo sigue en el (des)orden de cuando usted agarró las maletas. Sánchez sigue en su fianchetto particular. Recuerden, los alfiles en fianchetto son como dragones en una cueva, «no se les ve pero de vez en cuando lanzan sus llamaradas y pulverizan a sus enemigos». Vivimos una época tan peculiar que a medida que los augurios sobre crisis son más terroríficos la tensión política va diluyéndose. ¡Cualquiera diría que huele a elecciones! ¿Que usted cree que las calles gritarían contra el alto precio de los carburantes, la subida del carro de la compra, la luz que no baja, que Escrivá se vaya por bulerías con las palmas que le dan Calviño y Díaz a costa del dinero público –ahora subida de pensiones, ahora reparto a tutti plein cheques regalo-? ¡Rien de rien, todo tranquilísimo! Y alguno, parafraseando al Dr. Iglesias Puga, diciendo «raro, raro, raro» ¡No, hombre, el aroma a elecciones! Que quien se mueve no sale en la foto y los pocos que se enfrentan a las cámaras con este calor hacen un mohín en desacuerdo con el contrario ¡y a sonreír a los flashes! Marketing, ya saben. Entonces me viene a la cabeza Marco Aurelio: «No hables tanto de ser un buen hombre; sé uno». Ojalá contemplarlos en su día a día ejerciendo esas lecciones de moral que tanto predican, seguro que veríamos algún resultado.
«Ruido ruido, mucho mucho ruido, tanto ruido y con tanto no escucharon el final», cantaba Sabina. En Telva, Pablo d’Ors habla del ruido, «hoy es muy complicado desarrollar lo esencial en lugar de lo urgente». Detenerse, pensar, respirar, tomar tiempo; «estamos tan aturdidos por sonidos e imágenes que la práctica de no seguir alimentando ese ruido, de aprender a soltar, es muy beneficiosa. Cuando uno empieza a vaciar, mi experiencia es que comienza a recibir». A mí, que tendría que estar en Roma, todo este panorama me recuerda a esa Roma maravillosa que soporta el lastre de su belleza y su historia. El retrato de Sorrentino en La grande bellezza tan acertado y tan esperanzador: una ciudad bellísima que oculta una realidad llena de falsedad, de cobardía y de superficialidad pero, al mismo tiempo, un lugar lleno de magia y de posibilidades.
Soy una optimista incorregible y pienso que, salvo excepciones, nadie quiere seguir tendencias suicidas. Si arrumbamos en el desván de los recuerdos los valores, nos quedamos con lo que Weigel llama «esqueleto sin vida». Apunten esto que me decía Navarro-Valls, «cuando el hombre huye de la trascendencia le persiguen otros dioses -la ambición, orgullo, insolidaridad y el lucro salvaje- que acaban alcanzándole».
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