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26 de abril de 2024

Todavía la vidaNieves B. Jiménez

Lo más sano es mirar con esperanza

Actualizada 12:02

En el sitio más hermoso, el mar. Grandioso, lleno de secretos, mágico… Aquel mar que Eduardo Chillida nos recomendaba que cuando visitáramos el Peine del Viento procurásemos verlo cuando estuviese embravecido. Hecho, maestro. Todo un espectáculo para la vista y el oído. Paseando, recordábamos aquel documental de Ferran Adrià contando lo que era El Bulli antes de ser el revolucionario Bulli de las mousse de humo y esferificaciones... Cuando se respiraba ese espíritu de cocina tradicional de mesa y mantel de la mano del matrimonio Schilling: parrilladas al aire libre, pollos asados... Y ese carrito de postres ¡con tarta al whisky! mientras lucían pantalones de campana, en los cines ¡venían las suecas! y yo salía a pescar con la pandilla magres en La Manga y por las tardes bajábamos al puerto a ver cargar de sal los cargueros que fondeaban frente a la Bocana.
Pareciera que la vida agonizara entre juegos y distancias y tampoco ayuda hoy esa moda de mesas horizontales tan grandes, tan largas... Efecto Instagram. Daniel Borrás contaba que Noel Gallagher se hizo una bañera tan inmensa que antes de llenarse se quedaba fría. Lo que yo decía, que con estas distancias se te enfrían las ganas de todo. Vivimos en una sociedad que lo idealiza todo, romántica, embaucada, que espera cosas que la vida no da. La vida tiene sus reglas. Es difícil, dura, y no cumple tus sueños siempre. Creo que una de las grandes enseñanzas es que una, al final, nunca es la misma. Por eso este juego sigue siendo apasionante, de lo contrario esta existencia sería un horror, me decía la galerista Soledad Lorenzo.
En el Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Roma, el Papa Francisco decía que casarse hoy es cosa de valientes. No le falta razón. Muchos ven el matrimonio como una formalidad. Y uno no se casa a golpe de hashtag. Uno se casa porque cree en el amor de Cristo y quiere afirmar su futuro en pareja en ese amor. La familia consiste en superar retos, similares a los de la vida diaria, procurando no quedar anclado en un desengaño, una melancolía. Os aseguro que la vida os pondrá delante otros amores, al igual que os enfrentará a otros fracasos. Pero, ¿saben qué es muy sano? Mirar con esperanza. No temer esto como Lucia Berlín, «mejor dejar atado el pasado porque si dejo que entre, aunque sea por una rendija de autocompasión, ¡zas!, la puerta se abrirá de golpe». No le falta razón a Francisco, digo. A poco que observamos, reconocemos jóvenes a los que les falta ese enamoramiento ingenuo, romántico, cuando protagonizábamos nuestra propia historia y no la que imponían likes. Recuerden que algo que está de moda es aquello que en unos años nos provocará carcajadas.
El amor es algo tan fantástico, tan tremendo... Y cuando lo has conocido también sabemos que es lo más frágil que existe. Cuídenlo. La pasión se transforma y esos ingredientes tradicionales abren paso a nuevos condimentos ¿Y saben en qué otra cosa creo? En la comprensión, como la forma más alta de amar. Por eso sigo buscando signos de esperanza, sigo sin perder la fe en mis semejantes. Yo, que algo sufrí la crisis de 2008, sé que siempre aparecerá alguien que encontrará una senda por la que continuar, gente que logra dar esperanza. Personas sin esquinas ni ángulos. Que dan su tiempo como agua que sacia. Pisemos con firmeza por un nuevo camino (aun con barrancos siempre amenazantes) acompañados de cómplices en nuestro afán de libertad.
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