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Tomás mete sus dedos en el costado de Cristo (Caravaggio)

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Qué es y cómo se reza el Via Lucis, la continuación del Via Crucis para la Pascua

La devoción del «Camino de la Luz» ha ganado popularidad por ser «una óptima pedagogía de la fe», propia del tiempo pascual

Nacida a finales del siglo XX, la devoción del «Camino de la Luz» ha ganado popularidad por ser «una óptima pedagogía de la fe», propia del tiempo pascual.

«14ª estación: Jesús es sepultado». Así acaba, tradicionalmente, el rezo del Via Crucis, con Cristo en el sepulcro y la roca corrida, sellando la entrada. Para muchos cristianos, no obstante, este no es un final satisfactorio: como si se tratase de un mal final de temporada de una serie de televisión, sienten que falta algo para completar la historia. De ahí —por ejemplo— que haya iglesias que incorporan una 15ª estación, dedicada a la Resurrección.

Otras comunidades decidieron ir un paso más allá, y fruto de esta inquietud nació el Via Lucis: el «Camino de la Luz», como complemento –o continuación– del «Camino de la Cruz». Como este, el Via Lucis consiste en la contemplación de 14 escenas, extraídas de los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, que continúan la historia de la Pasión. Se trata de una devoción que suele rezarse especialmente en el tiempo de Pascua: los cincuenta días posteriores al Domingo de Resurrección, que culminan en Pentecostés.

De las catacumbas a los salesianos

Los antecedentes del Via Lucis hay que buscarlos en las catacumbas de san Calixto, en Roma. En un muro de esta antigua necrópolis cristiana –la más antigua y mejor conservada de la Vía Appia– se encuentra una inscripción perteneciente a la primera carta a los corintios. En concreto, se trata de un fragmento donde san Pablo habla de las sucesivas apariciones de Cristo Resucitado a los apóstoles, incluyéndose a sí mismo.

'La resurrección' de G. Bargellini

'La resurrección' de G. Bargellini

Muchos siglos después, este texto del cementerio inspiró al sacerdote salesiano Sabino Palumbieri, fundador del movimiento Testigos del Resucitado. En 1988, el italiano elaboró una primera lista de 14 estaciones, recogiendo los encuentros presentes en la epístola de san Pablo y añadiendo otros momentos presentes en la Escritura. Su objetivo era –como señala el liturgista Manuel González López-Corps– proponer una devoción para «testimoniar al Resucitado en los albores del Tercer Milenio».

La devoción se extendió rápidamente por Italia –el santuario de Nuestra Señora de Pompeya erigió un Via Lucis de bronce en 1997–, y adquirió estatus oficial en 2002, cuando apareció en el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia que publicó la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

En él, se decía que «el Via lucis, siempre que se realice con fidelidad al texto evangélico, puede ser un medio para que los fieles comprendan vitalmente el segundo momento de la Pascua del Señor», así como «una óptima pedagogía de la fe». El documento vaticano también destacaba que «en una sociedad que con frecuencia está marcada por la cultura de la muerte, (...) [el Via Lucis] es un estímulo para establecer una cultura de la vida».

Cómo rezar el Via Lucis

A nivel práctico, el Via Lucis se reza como el Via Crucis: se empieza con la señal de la cruz y una oración introductoria, y a continuación se va avanzando –idealmente, moviéndose

físicamente de una estación a otra– y contemplando las sucesivas estaciones, leyendo en cada una de ellas el pasaje bíblico que corresponda a dicha estación y una breve meditación. Para terminar, hay una oración final y un rito de conclusión. En su libro Via Lucis. El camino del Resucitado, el sacerdote Pablo Cervera Barranco propone llevar un cirio o un icono de la Resurrección liderando la procesión.

Siendo una devoción popular, el Via Lucis no tiene una lista cerrada de estaciones, y uno puede encontrar pequeñas variaciones según quién haya hecho la selección. Aquí proponemos las 14 estaciones tal y como se plantean en el citado libro de Cervera, que sigue el ejemplo del papa san Juan Pablo II en su Via Crucis de 1991:

Estaciones del Via Lucis

  • 1º estación: Jesús resucita de la muerte (Lc 24, 1-8)

  • 2ª estación: Los discípulos encuentran el sepulcro vacío (Jn 20, 1-10)

  • 3ª estación: Jesús se aparece a la Magdalena (Jn 20, 11-18)

  • 4ª estación: Jesús en camino con los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-27)

  • 5ª estación: Jesús se manifiesta en la fracción del pan (Lc 24, 28-35)

  • 6ª estación: Jesús se aparece a los discípulos (Lc 24, 36-43)

  • 7ª estación: Jesús concede a sus discípulos el poder de perdonar pecados (Jn 20, 19-23)

  • 8ª estación: Jesús confirma la fe de Tomás (Jn 20. 24-29)

  • 9ª estación: Jesús se aparece a sus discípulos en el lago de Galilea (Jn 21, 1-14)

  • 10ª estación: Jesús confiere el primado a Pedro (Jn 21, 15-19)

  • 11ª estación: Jesús confía a sus discípulos la misión universal (Mt 28, 16-20)

  • 12ª estación: Jesús asciende al cielo (Lc 24, 50-53)

  • 13ª estación: Con María en la espera pentecostal del Espíritu Santo (He 1, 12-14)

  • 14ª estación: Jesús manda a sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre (He 2, 1-4)

Otras formulaciones incluyen estaciones como «María Magdalena, Pedro y Juan contemplan la tumba vacía», o «Los soldados ante el sepulcro vacío». Cervera apunta que, así como es tradicional rezar el Via Crucis los martes o los viernes –los días reservados a los misterios dolorosos del Rosario–, el Via Lucis es propio del miércoles o el domingo, los días de los misterios gloriosos.

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