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18 de abril de 2024

Osio

Osio de Córdoba

¿Fue Osio de Córdoba quien convirtió al cristianismo al emperador Constantino?

A él se debió, probablemente, la numerosa legislación emanada de Constantino favorable al cristianismo, entre los años 316 y 320, ya que Osio intervino en la legislación sobre la manumisión de esclavos en las iglesias del año 316

Osio fue la gran figura de la Iglesia hispana en el siglo IV y una de las más influyentes en el cristianismo de su época. El primer dato conocido de su vida fue su participación en el Concilio de Iliberri (Granada), a comienzos del siglo IV. Sufrió persecución durante la persecución por Diocleciano, y, concretamente, bajo Maximiano, según indica el mismo Osio en carta a Constancio enviada hacia el 355.

Cercano al emperador

Desde el año 312, Osio figura en el entorno de Constantino, aunque se desconoce cómo llegó a vincularse con el Emperador. Su primera actuación está relacionada con la herejía donatista en el norte de África.
En el año 312 Cartago tuvo dos obispos, Ceciliano y Mayorino. Muerto este último, fue elegido Donato, que fue el verdadero creador de la iglesia donatista. Osio apoyó a Ceciliano y logró que muchos obispos se unieran a su causa. Por la influencia que Osio ejercía sobre Constantino, este se inclinó a favor de Ceciliano. Se conserva una carta de Constantino a Ceciliano transmitida por Eusebio de Cesarea, fechada en el año 313, en la que comunica al obispo de Cartago el envío de una cantidad de dinero para repartir a determinadas personas mencionadas, según el documento que Osio le ha enviado. Osio, por lo tanto, estaba en contacto con Ceciliano.

Contra el donatismo

Constantino comunica a Ceciliano que se ponga en contacto con el procónsul de África, Anulino, y con el vicario de prefecto, Patricio, para que se ocupen del asunto. Osio, que ya era estrecho colaborador del Emperador en asuntos religiosos, debió darle el consejo de que, en el año 314 se celebrase en Arlés un concilio para dilucidar la lucha entre Ceciliano y Donato. Osio no participó en este concilio. Se ha supuesto que la causa vendría motivada por tener que comparecer ante el concilio acusado por los donatistas y por sus colegas de culpas desconocidas. Queda claro que Osio estaba en contra de los donatistas. Este hecho se ha referido también a los últimos años de Osio. Quizá este no asistió al Concilio de Arlés por no estar presente en él tampoco Constantino, o por ser declarado enemigo de los donatistas, que se dirigieron nuevamente a Constantino, que en el año 316 confirmó en su puesto a Ceciliano y condenó a Donato. Osio, en los años siguientes, debió de continuar siendo el consejero de Constantino en materia religiosa. A él se debió, probablemente, la numerosa legislación emanada de Constantino favorable al cristianismo, entre los años 316 y 320, ya que Osio intervino, concretamente, en la legislación sobre la manumisión de esclavos en las iglesias del año 316. Estas disposiciones eran: la restitución de los bienes sustraídos a los cristianos e indemnizarlos; dejar libres de impuestos a los edificios propiedad de la Iglesia; recibir las iglesias legados y donaciones; abolir las leyes contra el celibato; la imposición del descanso dominical.

Tanto Atanasio como el arriano Filostorgio, testifican que Osio participó en la elaboración de las tres fórmulas antiarrianas del concilio

Emperador Constantino

Emperador Constantino

Legislación cristiana

Cristo figuró en las monedas desde el 317, y en la cabecera de las inscripciones oficiales. En 316 se permitió acudir a los obispos en asuntos judiciales. La Basílica del Laterano, propiedad imperial, se entregó al obispo de Roma. En el año 315, Constantino se negó a realizar los ritos en el Capitolio. La última vez que los hizo fue en el año 312, antes de la batalla del Ponte Milvio contra Majencio.
En el año 318 prohibió consultar las entrañas de las víctimas en las casas privadas. Entre los años 320 y 322 desaparecieron los símbolos solares. En el año 323 se prohibieron los sacrificios paganos en los aniversarios imperiales.
En el año 324 estalló el problema arriano, al condenar el obispo de Alejandría, Alejandro, a su presbítero Arrio, por diferencias doctrinales sobre la divinidad de Cristo. Constantino escribió a ambos y Osio llevó las cartas a Alejandría y fue el encargado de conseguir la paz.
Quizá se debe a él la idea de un concilio ecuménico, el primero celebrado en la historia de la Iglesia, concilio que fue convocado por Constantino y presidido por Osio, que aparece en la lista de participantes. Osio intervino, seguramente, en la aceptación de la fórmula consustancial aplicada a Cristo en relación con su Padre, fórmula que fue discutida durante muchos años. Tanto Atanasio como el arriano Filostorgio, testifican que Osio participó en la elaboración de las tres fórmulas antiarrianas del concilio. Es posible admitir el influjo de Osio en la legislación del Concilio de Nicea.
Osio debió ser el que intentó imponer en Nicea el celibato de los obispos, los presbíteros y los diáconos, ya aceptado en Iliberri, pero que no se aceptó en Nicea. Nicea no pacificó a la Iglesia. Después de su celebración, Osio desapareció y se retiró a Córdoba. El obispo de Córdoba y el episcopado hispano quedaron marginados de las luchas cristológicas del Oriente.

Rehabilitar su santidad

Los cánones del Concilio de Sárdica, año 343, son, ciertamente, obra principal de Osio. En la carta sinodal dirigida a todas las iglesias, se alaba su figura como venerable anciano, ya que tenía más de ochenta años.
En este sentido, el juicio de Atanasio también alaba a Osio: «Del gran Osio, hombre verdaderamente santo, confesor, de feliz ancianidad, no es necesario que yo hable... No es un anciano innominado, sino el más y mejor conocido de todos. ¿Qué sínodo no dirigió? Hablando con propiedad persuadió a todos. ¿Qué iglesia hay que no tenga los más bellos recuerdos de su patrocinio? ¿Quién se le acercó entristecido que no se alejase de él reconfortado? ¿Qué necesitado le pidió algo y se fue sin conseguirlo?» (traducción de M. Sotomayor).
Una fuente fundamental para conocer la personalidad de Osio son los cánones del Concilio de Sárdica, que, según Isidoro de Sevilla, fue autor de muchas conclusiones. El Emperador llamó a Osio a Milán para que condenase a Atanasio y entrase en comunión con los arrianos, lo que no hizo, y se volvió a Córdoba.
Según Atanasio, escribió a otros obispos exhortándoles a dar la vida antes que traicionar la verdad. El Emperador llamó a Osio a Sirmio y le detuvo un año. Según Atanasio, le presionó tan duramente que aceptó la comunión con Ursacio y Valente, pero no firmar nada contra Atanasio. Ya moribundo, declaró que había sido torturado. Anatematizó a Arrio y pidió que nadie aceptase la herejía arriana. Es probable que los arrianos propagasen noticias falsas sobre la aceptación de Arrio por parte de Osio. Parece probable que Osio firmó la fórmula de Sirmio, del 357, probablemente por no ser libre ya. El nombre de Osio fue borrado de los dípticos de la Iglesia de Córdoba. La Iglesia griega le considera santo. Y ahora, de nuevo, la Iglesia de Córdoba trata de rehabilitar su santidad.
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