Fundado en 1910

24 de abril de 2024

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Ignacio Doñoro junto a dos chicos del Hogar Nazaret.

Entrevista | Ignacio Doñoro, fundador del Hogar Nazaret en Perú

«El Hogar Nazaret es una escalera para subir al cielo y un anticipo de la felicidad eterna»

Hogar Nazaret, no es una ONG, ni una obra asistencial o filantrópica. No intenta intervenir en debates sobre la pobreza o sus causas, porque los niños de la calle no pueden esperar a análisis ni a campañas

El padre Ignacio Doñoro, fundador de 'Hogar Nazaret', concede esta entrevista a El Debate, para dejar claro, que Hogar Nazaret, no es una ONG, ni una obra asistencial o filantrópica. No intenta intervenir en debates sobre la pobreza o sus causas, porque los niños de la calle no pueden esperar a análisis ni a campañas. Uno de los lemas de sus casas es que, «si salvas a un niño, salvas a la humanidad».
El padre Ignacio María Doñoro de los Ríos, es sacerdote español nacido el 19 de febrero de 1964 en Bilbao. Con una vida principalmente castrense, con expediciones en Bosnia y Kosovo, que ha llevado al padre Ignacio a otras misiones humanitarias en Tánger, Colombia y Mozambique, en las que también trabajó con niños con problemas de exclusión y enfermedad, y que desde 2011 lo hizo recalar en Perú. Allí hace 10 años, ya retirado de la vida militar, fundó Hogar Nazaret, una casa de acogida en el Amazonas peruano en la que tratan de dar una vida digna a niños huérfanos o de familias vulnerables que sobreviven bajo la extrema pobreza, y a otros muchos que han sido víctimas de trata y prostitución. Desde Perú, El Debate habla con el padre Ignacio Doñoro, para explicarnos la vida del Hogar Nazaret, mediante las frases que cada día, se repiten en Hogar Nazareth.
–¿Qué es el Hogar Nazaret?
–El Hogar Nazaret es una casa de rescate de niños y niñas situada en la selva del Amazonas en Perú. Es un gran milagro de Dios. ¿Por qué? Porque acogemos a los últimos; no es que acojamos a los pobres, sino a los más pobres de los pobres. Y por supuesto está prohibido cobrar nada, ni siquiera un céntimo. Los niños que recibimos han sufrido tanto que algunos te cuentan que han llegado hasta el extremo de intentar suicidarse, pero no han podido. El milagro es que, pasado un tiempo, te dicen que nunca habían soñado con ser tan felices, en el Hogar Nazaret, los sueños se cumplen.
El Hogar Nazaret es un lugar muy especial que Dios ha encomendado a su Madre, la Virgen María, para reparar su Corazón. ¿Y cómo se repara el Corazón de Dios? Dejando que los niños más pobres de entre los pobres estén con Jesús, que dijo: «Dejad que los niños vengan a mí». No es una ONG, ni. tampoco una obra asistencial o filantrópica. No intenta intervenir en debates sobre la pobreza o sus causas, porque los niños de la calle no pueden esperar a análisis ni a campañas.
Los milagros de Dios se ven todos los días entre nuestras cuatro paredes. Que los que no creen en Dios, puedan llegar a creer en Él viendo las obras que realiza en el Hogar Nazaret.
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Dios puede recuperar la infancia perdida y devolvernos la dignidadIgnacio Doñoro

–¿Cuáles son las frases que más se repiten en el Hogar Nazaret?
–La primera frase que se repite en el Hogar Nazaret es: «Nosotros no podemos, pero con Dios se puede todo». En estos últimos meses, en los que estamos terminando la casa de las niñas —llamada el Rocío—, y ultimando detalles del cortijo donde viven los niños en Carhuapoma, al mirar hacia atrás nos parece imposible que, sin medios económicos más allá de pequeñas donaciones, hayamos conseguido un lugar que parece el cielo en la tierra.
Nosotros no podemos, pero Dios puede recuperar la infancia perdida y devolvernos la dignidad. Hace un mes, ha supuesto un enorme hito para el Hogar Nazaret el que dos de nuestros chicos hayan podido ir a Roma y después a Asís para representar a la selva del Amazonas en el Encuentro por la Paz de este año. Que dos chicos del Hogar Nazaret, uno de ellos con la carrera de Psicología terminada y el otro empezando una ingeniería, hayan sido convocados para participar en un acto así, era inimaginable hace unos años. Durante esos días tuvieron la oportunidad de conocer a muchas personas, algunas con un poder adquisitivo muy alto, y les sorprendió comprobar que, a pesar de que hay gente que parece tenerlo «todo», hay muchos problemas y muchas desilusiones que pueden empañar nuestra felicidad. Echaron en falta la alegría que tenemos en nuestra casa del Hogar Nazaret, que nace del empeño de intentar seguir a Jesús en el espíritu de las bienaventuranzas. Yo creo que esa es la clave. Jesús nos la está dando al decir: «Bienaventurados los que sufren, bienaventurados los que lloran, bienaventurados los perseguidos» El Corazón de Cristo ha estallado de amor en el Hogar Nazaret y esa alegría, esa felicidad y esa paz son un gran testimonio de evangelización.

El perdón es la puerta para entrar en el amorIgnacio Doñoro

No puedo dejar de mencionar a otro niño con muchísimos problemas derivados de tener el labio leporino, y que ahora se encuentra en España recuperándose de la cirugía, nos cansamos de repetir que nosotros no podemos, pero con Dios se puede todo.
La segunda es: «Estamos muy agradecidos». Debemos estar muy agradecidos a las personas que desde España y sin conocernos nos ayudan mes tras mes con una cantidad económica. Agradecidos también a las personas que trabajan en el Hogar Nazaret porque, más que un trabajo, es una vocación de servicio. Agradecidos a los que rezan por nosotros. Y, ante todo y sobre todo, estar agradecidos a Dios.
La tercera es: «El perdón nos libera». El perdón es la puerta para entrar en el amor. Se aprende a amar amando, y no hay amor sin perdón. Es normal experimentar resentimiento hacia las personas que nos han hecho daño; no solo es normal, sino muy humano. Pero lo más difícil es llegar a superar todo sentimiento de culpa y perdonarnos a nosotros mismos.
La cuarta es: «No hay lugar para los cobardes». De todas las situaciones negativas intentamos sacar provecho. Nos preguntamos cómo podemos darle la vuelta a lo que nos ha ocurrido para transformar el mal en bien, siendo resilientes. Siguiendo las palabras de san Pablo, «para los que aman a Dios, todo es para bien».
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En el Hogar Nazaret no sobra nadieIgnacio Doñoro

La quinta: «Somos una auténtica y verdadera familia». Compartimos una misma sangre, la sangre de Cristo. Por eso en el Hogar Nazaret no somos compañeros, sino hermanos.
La sexta es: «En el Hogar Nazaret, los últimos son los primeros». Esa es la justicia de Dios, que nos lleva a buscar la excelencia en el trato que dispensamos a los niños. Por eso cuidamos su alimentación, consistente en cinco comidas diarias muy equilibradas nutricionalmente, lo que les ayuda en su recuperación física. Los estudios, el deporte, el descanso, y el mostrarles a un Dios que lo único que te pide es que te dejes amar por Él, hacen el resto. La fe no se impone. No es obligatorio asistir a la oración, o a la catequesis, el rosario y la misa, pero van todos porque así lo desean. La fe se contagia. Ellos son conscientes de que son los preferidos de Jesús.

No deja de llamar la atención el que se pueda ser tan feliz con tan pocoIgnacio Doñoro

La séptima es: «Limpios por fuera y por dentro». La belleza nos devuelve la dignidad. Las casas del Hogar Nazaret son realmente preciosas. La casa de las niñas es una réplica del Rocío, dividida en varios edificios en un espacio de diez mil metros cuadrados, y la casa de los niños es una réplica de un cortijo en una extensión de trece mil metros cuadrados. Llaman la atención la limpieza, el orden y el cuidado de los detalles. En ese entorno de belleza exterior, hemos de cuidar nuestra belleza interior, viviendo siempre en gracia de Dios. Sería un absurdo que todo fuera precioso por fuera y que por dentro careciéramos de belleza.
Y la octava: «En el Hogar Nazaret no sobra nadie». Todos ellos son necesarios. Todos tienen habilidades únicas. No sobra ninguno. El saber que eres imprescindible y que tienes un lugar en el mundo te hace sentir importante y te da la certeza de ser amado.
–¿Qué han supuesto para el Hogar Nazaret sus dos libros, El fuego de María y El secreto es Jesús?
–Ambos han marcado un antes y un después en el Hogar Nazaret. El objetivo por el que fueron escritos es intentar explicar esta obra de Dios al mundo occidental, que tiene de todo y le sobra de todo, y sin embargo se encuentra sumido en la desesperanza. Son una manera de ser sal y de ser luz, porque los niños del Hogar Nazaret son un testimonio vivo de que Cristo nos ama con locura. Son un medio para explicar cómo es posible ser felices por un camino muy diferente a los que el mundo nos ofrece. ¿Y qué camino es ese? El de las bienaventuranzas de Jesús, que nos habla de que los felices son los que sufren, los que lloran, los perseguidos. No vivimos proyectándonos en el futuro. No queremos que los niños sean felices mañana, sino que sean felices hoy, en este momento: «A cada día le basta su propio afán». Yo les digo a los niños que el Hogar Nazaret es una escalera para subir al cielo y un anticipo de la felicidad eterna.
Yo creo que han tenido tan buena acogida —El fuego de María va por la cuarta edición, y El secreto es Jesús, que es más reciente, por la segunda—porque no deja de llamar la atención el que se pueda ser tan feliz con tan poco, y no deja de sorprender el hecho de que se puedan sanar heridas que parecen irreparables. A este mundo todavía le falta darse cuenta de que solo con Dios puede encontrar el hombre su sentido y su felicidad.
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