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15 de junio de 2024

El Papa Francisco durante una Audiencia General

El Papa Francisco durante una audiencia generalAFP

Audiencia general del miércoles

El Papa Francisco denuncia la «escasez de vocaciones en Italia»

El Pontífice ha reclamado oraciones por la vida consagrada antes de la Jornada Pro Orantibus

El próximo domingo 26 de mayo, la Iglesia invita a rezar por la vida consagrada, los religiosos que sostienen el mundo y a los católicos con su oración. Durante el turno de saludos de la audiencia general, Francisco se ha dirigido a un grupo de monjas, algunas novicias. «¿Cuántas son italianas? Pocas, creo. Hay escasez de vocaciones en Italia, oremos por las vocaciones y por la vida consagrada», decía.

Acordándose de los enfermos, los ancianos, los recién casados y los jóvenes, ha pedido que se despierte el deseo de «adherirse más a Cristo y servir al prójimo con caridad». Igualmente, a los sanitarios les ha reclamado que la persona humana sea siempre el centro de su trabajo, especialmente en los momentos más delicados.

«Polvo eres y al polvo volverás»

«La humildad es la puerta de entrada a todas las virtudes. Es el camino de la salvación», aseguraba Francisco en la catequesis de la audiencia general de este miércoles. Es la antagonista del vicio de la soberbia, que «hincha el corazón humano», provocando parecer superiores.

«Devuelve todo a su justa medida», proseguía el Pontífice. Pese a ser una «criatura maravillosa», el ser humano se encuentra limitado por defectos. Así lo recuerda la Biblia en el Génesis en el capítulo 3: «pues eres polvo y al polvo volverás». Los delirios de «omnipotencia» que aparecen en el corazón son peligrosos «y nos hacen mucho daño».

Francisco ha indicado que librarnos de la soberbia es sencillo. «Bastaría contemplar un cielo estrellado para redescubrir la justa medida», comentaba. De esta manera, se puede revivir el salmo: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?».

María, ejemplo de humildad

Las bienaventuranzas parten de la humildad, alabando a los pobres de espíritu. «La mansedumbre, la misericordia y la pureza de corazón surgen del sentimiento interior de pequeñez», comentaba. Además, es la forma en la que comienza el Evangelio, siendo «las puertas de todo». El Papa lo reflejaba con el episodio de la Anunciación, en el que el arcángel san Gabriel se le aparece a la Virgen, no en Jerusalén, sino en la pequeña aldea de Nazaret. «La gente decía ‘¿de Nazaret puede salir algo bueno?’ Pero es desde ahí donde renace el mundo», sentenciaba.

Y es que el modelo perfecto de humildad no es «una pequeña reina criada entre algodones, sino una muchacha desconocida, María». Lo primero que nace de ella ante aquel asombroso acontecimiento fue la proclamación del Magnificat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava»

«Dios, por así decirlo, se siente atraído por la pequeñez interior de María», proclamaba el Pontífice. Aunque se pueden suponer momentos en los que la fe de la Virgen «avanzase en oscuridad, nada hizo vacilar su humildad». Ni siquiera al pie de la cruz.

La humildad es lo que evita ser cómplices del demonio. Es la fuente de paz en «el mundo y en la Iglesia». Francisco no ha querido terminar sin acordarse de los lugares que se encuentran en conflicto, recordando la urgencia de pedir la paz «en este momento de guerra mundial».

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