
Alec Guiness hizo el papel del icónico Obi Wan Kenobi en la saga de Star Wars
Cuando la sencillez de un niño tocó el alma del legendario Obi-Wan Kenobi en el rodaje de una película
Una ingenua escena, casi accidental, tocó lo más profundo del actor Alec Guinness y dio comienzo a su redención: ¿Qué tenía la Iglesia para que un niño desconocido pudiera acercarse a un extraño vestido de sacerdote con tanta naturalidad?
El hombre que se vistió de túnica para interpretar a Obi-Wan Kenobi en Star Wars es, sin duda, uno de los rostros más reconocibles del cine. Alec Guinness, ese místico caballero de otra galaxia que marcó generaciones, tuvo una carrera llena de papeles memorables, desde El puente sobre el río Kwai hasta Lawrence de Arabia. No obstante, esos personajes icónicos eran tan solo la cara de una moneda: su conversión al catolicismo marcaría la otra.
Guinness, un hombre de raíces británicas y una carrera consolidada en el teatro y cine, nunca imaginó que sería su trabajo interpretando al Padre Brown, el sacerdote y detective creado por el gigante inglés G.K. Chesterton, quien lo pondría en el camino hacia la fe.
Durante el rodaje de la película, en una remota aldea francesa, ocurrió un hecho que cambiaría su vida. Mientras regresaba a su alojamiento vestido con la sotana de sacerdote, un niño se le acercó corriendo y le cogió de la mano. El pequeño, sin saber quién era, le dedicó un Au revoir, mon père (Hasta luego, padre) lleno de inocencia y confianza.
Guinness, que no hablaba francés, no comprendió el mensaje, pero sí lo que ese gesto significaba: una inexplicable paz y cercanía que inspira la figura del sacerdote. Esa ingenua escena, casi accidental, tocó lo más profundo del actor. ¿Qué tenía la Iglesia para que un niño desconocido pudiera acercarse a un extraño vestido de sacerdote con esa naturalidad?
La grandeza de los pequeños
Este encuentro marcó el inicio de un proceso largo y sinuoso de cuestionamiento para Guinness. Empezó a mirar la figura del sacerdote con otros ojos, alejándose de los prejuicios que hasta entonces había albergado, y comenzó a replantearse su visión sobre la Iglesia.
Relato de Alec Guiness
Sin embargo, su camino hacia la conversión no fue inmediato. Los interrogantes sobre la fe seguirían rondando en su mente durante varios años más. Pero ese niño ya le había dado el primer empujón, y otro sería el que marcaría el siguiente paso: su hijo Matthew, quien contrajo poliomelitis, una enfermedad que afecta al sistema nervioso central y lo dejó paralizado de la cintura para abajo.
Cuando Guiness también rezó con la princesa Grace Kelly
Fue entonces cuando Guinness, desesperado y buscando consuelo, comenzó a visitar una iglesia católica cerca de su casa. Desolado, hizo un trato con Dios: si su hijo se recuperaba, él no interpondría su camino si el niño decidía abrazar el catolicismo. El milagro ocurrió. Matthew no solo sanó, sino que, años después, pidió ser recibido en la Iglesia. Guinness, al ver la fe de su hijo, cumplió su parte del trato y accedió a su conversión.
La decisión de Guinness de entrar a la Iglesia no fue un acto impulsivo, sino el resultado de una serie de experiencias y eventos que lo guiaron hacia la fe. Empezó a asistir a misa con regularidad, hizo retiros espirituales, y hasta compartió momentos de oración con la princesa Grace Kelly mientras rodaban juntos una película en Los Ángeles.
Su corazón se fue abriendo lentamente, hasta que finalmente, en 1956, fue recibido en la Iglesia católica en una ceremonia oficiada por el obispo de Portsmouth. Su esposa, también tocada por este proceso, siguió sus pasos y se unió a la fe poco después. No se sabe qué fue de aquel niño que dejó una huella tan profunda en él, pero la historia deja claro que un solo gesto puede impactar la vida de los demás hasta el punto de alterar el destino de una persona y dejarle una semilla que, más tarde, dará su fruto.