Fundado en 1910
Francisco en una fotografía junto a su familia. En el centro del sofá, su abuela Rosa

Descripción de la imagenGTRES | Edición El Debate

Las palabras de la abuela de Francisco que le acompañaron desde que se ordenó sacerdote

Las líneas escritas por Rosa Bergoglio a su nieto Jorge Mario tuvieron un lugar privilegiado dentro de la oración del Papa

El Papa Francisco siempre fue muy beligerante contra la «cultura del descarte», en lo que consideraba la marginación y desprecio a niños, enfermos y también ancianos. Bergoglio veía en esa mentalidad el origen de conductas como el aborto o la eutanasia, que no es otra cosa que la eliminación de los no nacidos y de los enfermos terminales, negándoles la existencia.

Durante la segunda catequesis dedicada a los ancianos, fechada el 11 de marzo de 2015, el Papa Francisco declaró entre otras cosas, que «las palabras de los abuelos tienen algo de especial para los jóvenes. Ellos lo saben. Las palabras que mi abuela me dejó por escrito el día de mi ordenación sacerdotal las llevo todavía conmigo, siempre en el breviario, las leo a menudo y me hace bien», dijo.

Un naufragio

El Papa también hizo siempre una defensa firme de las personas que se ven obligadas emigrar por la persecución, la guerra o por circunstancias económicas. De hecho, los abuelos del futuro Papa Francisco, Giovanni y Rosa, vivieron en primera persona la dureza de la emigración.

De hecho, en su peripecia vital, en ese viaje hacia una vida mejor, conocieron de primera mano lo que es la providencia. Giovanni y Rosa compraron billetes de tercera clase en el barco Principessa Mafalda para comenzar de nuevo en Argentina. El barco sufrió un accidente y se hundió. Sin embargo, debido a unos imprevistos en la venta de su negocio de Turín (Italia), los abuelos del Papa no pudieron embarcar y se esquivaron naufragio. Un mes más tarde viajaron en el Giulio Cesare rumbo a América.

La autora Lucia Capuzzi desvela en su libro Rosa de los dos mundos. La historia de la abuela del Papa Francisco (Palabra), la profunda huella que la abuela del difunto Papa dejó en el corazón de su nieto Jorge Mario. Un legado que explica en parte el amor con el que el Papa Francisco ha tratado siempre a los mayores, a los que consideraba decisivos en la dinámica afectiva de las familias.

Tal y como publicó hace años Aciprensa, la abuela paterna de Francisco, Rosa Marguerita Vasallo, nació el 27 de febrero de 1884 en Valbormida, al norte de Italia. En el año 1907 contrajo matrimonio con Giovanni Bergoglio en Turín, donde se instalaron hasta su partida a Argentina en 1929.

Según Aciprensa, el vaticanista italiano Andrea Tornielli, sostiene que en el libro-entrevista El Jesuita, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio contó en Buenos Aires que tenía doblado dentro del libro de oraciones que siempre le acompaña este texto que escribió su abuela:

«Que estos mis nietos, a quienes he dado lo mejor de mi corazón, tengan una vida larga y feliz, pero si en algún día de dolor, la enfermedad o la pérdida de una persona amada los llena de desconsuelo, que recuerden que un suspiro en el Tabernáculo, en donde está el mártir más grande y augusto, y una mirada a María al pie de la Cruz, pueden hacer caer una gota del bálsamo sobre las heridas más profundas y dolorosas», reza el texto en cuestión.

Transmitir la experiencia

Fruto de esa influencia, en más de una ocasión se ha podido escuchar al Papa venerar la figura del anciano como aquel que sostiene con su juicio y su experiencia a las generaciones más jóvenes. De hecho, desde su perspectiva, uno de los males de la sociedad radica en el desarraigo que la vida actual impone entre una generación y otra.

Durante la primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores convocada por Francisco en 2021, el Papa señaló esa dinámica necesaria entre jóvenes y ancianos para no entorpecer el camino que cada uno debe hacer en la vida:

«Los jóvenes, profetas del futuro, que no olviden la historia de la que provienen; los ancianos, soñadores nunca cansados que trasmiten la experiencia a los jóvenes, sin entorpecerles el camino». Seguro del bien que su abuela Rosa fue para su vida, el Papa recomendó en aquella primera Jornada Mundial de los abuelos una alianza con ellos:

«Aliémonos con ellos. Aprendamos a detenernos, a reconocerlos, a escucharlos. No los descartemos nunca. Custodiémoslos con amor. Y aprendamos a compartir el tiempo con ellos. Saldremos mejores».

comentarios
tracking