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Vista aérea de las villas pontificias en Castelgandolfo

Así ha sido la vida de los Papas en Castel Gandolfo: de retiro pontificio a refugio en tiempos de guerra

Julio marca habitualmente una pausa en la agenda vaticana. Este año, León XIV aprovechará ese periodo para trasladarse a este pequeño pueblo, reactivando una tradición papal que llevaba más de una década en silencio

Tras más de diez años de ausencia, los muros de la villa pontificia de Castel Gandolfo volverán a acoger la presencia de un Papa. León XIV ha decidido pasar parte del verano en esta localidad a orillas del lago Albano, recuperando así una tradición que sus predecesores fueron forjando a lo largo de los siglos.

La noticia pone fin a semanas de especulación sobre si el actual Pontífice optaría por permanecer en Roma durante los calurosos meses estivales o, por el contrario, seguiría los pasos de tantos otros Papas que hicieron de este pequeño pueblo situado a 25 km de Roma su refugio de descanso.

Una historia que comenzó con Urbano VIII

Fue en julio de 1596, bajo el pontificado de Clemente VIII Aldobrandini (1592-1605), cuando la Cámara Apostólica tomó posesión de Castel Gandolfo y Rocca Priora, tras una disputa con los Savelli por una deuda que no habían pagado. Mientras Rocca Priora regresó a los Savelli tras la devolución parcial de la deuda, Castel Gandolfo fue declarada patrimonio inalienable de la Santa Sede e incorporada definitivamente al dominio temporal de la Iglesia por decreto consistorial del 27 de mayo de 1604.

Poco después, en el siglo XVII, Castel Gandolfo comenzó a consolidar su papel como residencia papal de verano. Fue Urbano VIII quien, en 1626, adaptó la antigua fortaleza para convertirla en una residencia pontificia. Desde entonces, este enclave se convirtió en un refugio donde sucesores de Pedro encontraron en su clima y paisaje un lugar ideal para el descanso y la reflexión.

Con el paso de los siglos, Papas como Alejandro VII, Clemente XI y Benedicto XIV no solo se refugiaron allí, sino que también enriquecieron el lugar con obras arquitectónicas y religiosas. A pesar de episodios trágicos —como la ocupación napoleónica y el saqueo del Palacio en 1798—, Castel Gandolfo siempre resurgió, gracias a figuras como Pío VII, quien lo restauró en 1803.

El trágico suceso durante la Segunda Guerra Mundial

El siglo XX marcó un punto de inflexión en la historia de Castel Gandolfo. Pío XI fue el primer Papa en tiempos contemporáneos en establecer estancias prolongadas en la villa, devolviendo vida y relevancia a la residencia veraniega. Sin embargo, fue durante el pontificado de Pío XII cuando la villa papal asumió un papel crucial en uno de los periodos más oscuros del siglo: la Segunda Guerra Mundial.

En medio del conflicto, el Papa Pacelli ofrecería esta residencia de verano en refugio para miles de desplazados. Huyendo de los horrores de la guerra y buscando la protección del Pontífice, cerca de 12.000 personas —entre ellas numerosas mujeres embarazadas— fueron acogidas no solo en el Palacio Apostólico, sino también en varios edificios extraterritoriales adyacentes, incluidos algunos pertenecientes a Propaganda Fide, el organismo vaticano encargado de la actividad misionera.

La extraterritorialidad de estas propiedades debía, en principio, garantizar cierto grado de seguridad, aunque esto no impidió una tragedia: el 10 de febrero de 1944, un devastador bombardeo alcanzó la villa de Propaganda Fide, cobrando hasta 500 víctimas entre los refugiados.

A pesar del dolor, Pío XII no interrumpió sus estancias en la villa tras la guerra. De hecho, allí mismo moriría el 9 de octubre de 1958, seguido por Pablo VI dos décadas después, quien también falleció en la villa en 1978.

Un nuevo capítulo

Juan Pablo II imprimió un nuevo ritmo a las visitas, usándola a lo largo de todo el año y llegándola a llamar Vaticano Due (Vaticano dos). Benedicto XVI le dio otro toque inesperado: tras su histórica renuncia en 2013, se desplazó temporalmente a Castel Gandolfo como Papa emérito, antes de trasladarse definitivamente al convento Mater Ecclesiae, donde vivió hasta su muerte.

El Papa Francisco renunció a utilizar la residencia veraniega durante todo su Pontificado y optó, desde 2013, por permanecer en la Casa Santa Marta. No obstante, en sus primeros días como Sucesor de Pedro dejó una estampa memorable: el fraterno encuentro con Ratzinger en Castel Gandolfo.

Con la decisión de León XIV de pasar parte del verano en este pueblo, se recupera una tradición interrumpida durante más de una década. Durante su estancia, el Pontífice mantendrá una agenda pastoral reducida. En julio se suspenderán tanto las audiencias privadas como las generales de los miércoles 2, 9, 16 y 23. Las catequesis se reanudarán el miércoles 30 de julio.

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