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Obra cumbre del Renacimiento italiano, máxima expresión de la pintura de Miguel Ángel, tesoro más preciado de los Museos Vaticanos. La Capilla Sixtina y, en particular, los frescos del Juicio Final son, seguramente, el mayor tesoro del patrimonio de la humanidad. Y, aunque cueste creer, no gustó nada cuando se presentó ante el Papa Pablo III en 1541. Para la Curia vaticana, aquellos cuerpos desnudos, retorcidos, demasiado realistas… Jesucristo representado sin respetar la iconografía tradicional, musculado, lampiño, muy joven, además de enfadado, levantando la mano como si fuera a soltar un bofetón. Y por si todo ello fuera poco, algún cardenal se reconoció retratado entre los condenados en el infierno.

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El Vaticano se prepara para una restauración histórica del 'Juicio Final' de Miguel Ángel en 2026

Una docena de plataformas cubrirán el imponente fresco de la Capilla Sixtina durante tres meses. El objetivo: devolverle su esplendor antes de la Semana Santa

El Vaticano afrontará en 2026 un desafío artístico de gran envergadura: el mantenimiento extraordinario del 'Juicio Final' de Miguel Ángel, la obra maestra que domina el altar de la Capilla Sixtina.

La intervención, anunciada por Paolo Violini, nuevo director del Laboratorio de Restauración de Pinturas y Materiales de Madera de los Museos Vaticanos, se desarrollará entre enero y marzo y supondrá la instalación de andamios que cubrirán todo el muro.

Violini ha explicado en una entrevista concedida a medios vaticanos que el plan está cuidadosamente diseñado para despejar el espacio antes del inicio de la Semana Santa: «Serán una docena de plataformas de trabajo con elevador que, para reducir los tiempos de trabajo y evitar obstruir la vista del público, nos permitirá trabajar con hasta 10 o 12 personas simultáneamente y tener una experiencia cercana con la obra», detalló.

El fresco de Miguel Ángel, concluido en 1541, soporta cada año el impacto de millones de visitantes. De ahí que el Vaticano combine programas regulares de conservación con operaciones extraordinarias como la prevista en 2026.

Bajo la mirada de 300 figuras

Desde 2010, entre enero y febrero, equipos técnicos realizan controles exhaustivos en la Capilla Sixtina una vez que se cierran las puertas a los turistas, de 18:00 a 23:00 horas. Para ello se emplean las llamadas «arañas», plataformas móviles que permiten alcanzar los más de 20 metros de altura y observar de cerca las pinceladas del genio renacentista.

En esta ocasión, el despliegue de medios será mayor. El propio Violini ha subrayado que es «necesario» para contrarrestar los efectos del paso del tiempo y el «impacto que la gran cantidad de visitantes» tiene en la obra.

Durante tres meses, los restauradores convivirán bajo la atenta mirada de más de 300 figuras que cubren cerca de 20 metros de altura, en un torbellino de cuerpos en tensión donde los resucitados ascienden hacia la salvación mientras otros son arrastrados hacia el abismo. Una obra que impresiona no solo por su tamaño monumental, sino también por ser una de las composiciones más sobrecogedoras de la historia del arte.

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