El Papa León XIV durante el homenaje a la Inmaculada
El Papa León XIV se pone a los pies de la Inmaculada en Roma y pide que «se eduque en la no violencia»
El Papa León XIV rezó ante el monumento a la Inmaculada en Roma y junto a la bandera de España
Una multitud esperaba al Papa León XIV este lunes 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la Plaza de España de la ciudad de Roma.
Frente a la embajada de España ante la Santa Sede, donde se encontraban con talante solemne el alcalde de la ciudad de Roma, Roberto Gualtieri, y la embajadora española, Isabel Celaá, se alza el monumento a la Inmaculada, uno de los corazones palpitantes de la espiritualidad de Roma y del mundo cristiano.
La Solemnidad de la Inmaculada es una fiesta muy vinculada a España y a la Monarquía hispana, siempre generosa en el mecenazgo que permitió construir y restaurar numerosas iglesias y monumentos romanos, pero es también una gran fiesta para la ciudad de Roma cuyo pueblo siempre ha mostrado una predilección por la devoción mariana.
El Papa recorrió la distancia entre el Palacio Apostólico del Vaticano y la Plaza de España en un vehículo descubierto. La afluencia de fieles y curiosos en las calles de Roma era, como suele ser en todos los eventos presididos por León XIV, multitudinaria. El efecto del nuevo Papa sigue notándose en las calles de una ciudad encantada con su nuevo Obispo.
En la Plaza de España, frente a la gran bandera de España que onde en la embajada, la imagen de la Virgen Inmaculada lucía una nueva corona de flores que, como suele ser tradicional, horas antes había colocado un equipo de bomberos locales sobre el brazo de María, para lo cual debieron subirse a lo alto de la columna con una escalera desplegable desde un camión.
El Papa León XIV pasa por delante de la bandera de España junto al monumento a la Inmaculada
Ya en la plaza, en actitud orante, el Papa rezó junto con todos lo fieles las letanías a la Virgen para, a continuación, pronunciar una oración: «¡Ave, oh María! Alégrate, llena de gracia, de aquella gracia que, como luz gentil, vuelves radiantes a aquellos sobre los que se refleja la presencia de Dios».
Una oración llena de bellas imágenes donde, entre otras cosas, el Papa se refirió a la Inmaculada, «Madre de un pueblo fiel», como luz cuya «transparencia ilumina Roma de luz eterna». «Tu camino perfuma sus calles más que las flores que hoy te ofrecemos. Muchos peregrinos del mundo entero, oh Inmaculada, han recorrido los caminos de esta ciudad a lo largo de la historia y en este año jubilar».
«Una humanidad», recordó León XIV, «probada, a veces destrozada, humilde como la tierra en la cual Dios la ha colocado y sobre la cual no deja de insuflar su Espíritu de vida. Mira, oh María, a tantos hijos e hijas en las cuales no se ha extinguido la esperanza: haz que germine en ellos aquello que tu Hijo ha sembrado».
El Papa saluda a Isabel Celaá, embajadora de España
Pero la principal petición del Papa fue una demanda de paz: «Después de las puertas santas se abren ahora otras muchas puertas de casas y oasis de paz en los cuales que vuelva a florecer la dignidad, se eduque en la no violencia y se aprenda el arte de la reconciliación».
Tras la oración, el Papa saludó al alcalde, a la embajadora y a otras autoridades para, a continuación, acercarse donde estaban los fieles a los que saludó y con los que conversó detenidamente, parándose en particular con los enfermos y los pobres situados en primera fila.