
Las técnicas de relajación pueden ayudar a reducir la presión arterial alta, al menos a corto plazo
Las técnicas de relajación que ayudan a bajar la presión arterial sin medicamentos
A corto plazo ayudar a reducir la presión arterial alta
La hipertensión arterial afecta a cerca de un tercio de la población entre los 30 y los 79 años y constituye una de las principales causas atribuibles de mortalidad en ambos sexos. Pese a la existencia de tratamientos farmacológicos eficaces, la escasa adherencia de los pacientes a estos fármacos ha llevado a explorar métodos alternativos, entre ellos las técnicas de relajación, para combatir uno de los factores de riesgo más relevantes: el estrés elevado.
Las técnicas de relajación pueden ayudar a reducir la presión arterial alta en el corto plazo, aunque sus beneficios a largo plazo siguen siendo inciertos. Esta es la principal conclusión de un metaanálisis de estudios previos publicado en la revista científica de libre acceso BMJ Medicine, que advierte además sobre la baja calidad de la evidencia disponible hasta la fecha y la necesidad de realizar investigaciones más sólidas y duraderas.
Aunque hay una gran variedad de métodos —desde el control de la respiración y la meditación hasta el tai chi o la biorretroalimentación— no está claro cuál de ellos resulta más efectivo. Con el fin de consolidar la evidencia, los autores de este estudio revisaron investigaciones publicadas en inglés hasta febrero de 2024 que examinaron el efecto de estas técnicas sobre la presión arterial elevada (igual o superior a 120/80 mm Hg) y la hipertensión (igual o superior a 140/90 mm Hg).
En total, se analizaron 182 estudios: 166 centrados en pacientes hipertensos y 16 en personas con presión arterial elevada pero aún sin diagnóstico de hipertensión. Cuando fue posible, se aplicó un metaanálisis en red, una herramienta estadística que permite comparar diversos tratamientos simultáneamente.
Los resultados combinados de 54 estudios indican que la mayoría de las técnicas de relajación logran reducir tanto la presión arterial sistólica como la diastólica en pacientes con hipertensión durante los tres primeros meses de aplicación. Entre las intervenciones más utilizadas figuran el control de la respiración (13 estudios), el yoga y el tai chi (11), la biorretroalimentación (8), la relajación muscular progresiva (7) y la música (7).
Las mejores técnicas
En comparación con no realizar ningún tipo de intervención, el control de la respiración se asoció con una reducción media de 6,65 mm Hg en la presión sistólica. La meditación logró una disminución de 7,71 mm Hg, las prácticas meditativas en movimiento como el tai chi redujeron en 9,58 mm Hg y la atención plena, en 9,90 mm Hg. Por su parte, la música se vinculó a una reducción de 6,61 mm Hg; la relajación muscular progresiva, a 7,46 mm Hg; la psicoterapia, a 9,83 mm Hg; y las técnicas combinadas, a 6,78 mm Hg.
No obstante, los beneficios observados no se mantuvieron con claridad más allá del trimestre. Entre los 3 y 12 meses, no se halló evidencia estadística robusta que indicara que alguna de estas técnicas mantuviera su efectividad. En este periodo, las técnicas más evaluadas fueron la biorretroalimentación (7 estudios), el yoga/tai chi (4) y la relajación muscular progresiva (4).
Tampoco existen suficientes estudios que hayan seguido a los participantes más allá del año. Solo tres investigaciones incluidas en el metaanálisis analizaron los efectos a partir de los 12 meses, y únicamente el entrenamiento autógeno mostró potencial para disminuir tanto la presión sistólica como la diastólica frente a la ausencia de intervención, aunque con evidencia de baja calidad.
En el caso de la presión arterial elevada, los datos fueron aún más limitados. Solo dos estudios compararon intervenciones de relajación con la atención habitual y los efectos registrados sobre la presión sistólica fueron escasos.
Los investigadores apuntan, además, a que muchas de las intervenciones analizadas carecían de descripciones detalladas, no ofrecían datos sobre los costes o la relación coste-eficacia, y en la mayoría de los casos no se informaba sobre el impacto en la incidencia de enfermedades cardiovasculares o la mortalidad.
Riesgo de sesgo
A pesar de ello, los autores reconocen que «los resultados de nuestra revisión sistemática y metanálisis indican que las técnicas de relajación o manejo del estrés podrían resultar en reducciones significativas en la presión arterial hasta tres meses después del seguimiento». Sin embargo, advierten que «existe incertidumbre sobre este efecto debido al riesgo de sesgo en los estudios primarios, el potencial sesgo de publicación en esta área y la imprecisión en las estimaciones del efecto, lo que significa que los cambios observados en la presión arterial podrían ser demasiado pequeños para afectar los resultados cardiovasculares o cerebrovasculares».
Asimismo, subrayan que «la hipertensión es una enfermedad crónica que probablemente requiera tratamientos farmacológicos a largo plazo o cambios de comportamiento. Por lo tanto, es poco probable que las intervenciones que se utilizan durante un período breve o que solo ofrecen beneficios a corto plazo sean clínicamente útiles».
Finalmente, recomiendan que futuros estudios detallen si los participantes continúan practicando las técnicas de relajación durante el seguimiento, así como el grado de adhesión a los programas, factores que podrían influir decisivamente en su eficacia a largo plazo.