Cientos de mujeres han descrito en los últimos años diversos síntomas supuestamente asociados a los implantes de pecho
Sociedad
Enfermedad de los implantes mamarios, el lado menos conocido de los aumentos de pecho
La agencia oficial del Gobierno estadounidense en materia de medicamentos actualizó en noviembre tanto las recomendaciones como la lista de posibles riesgos asociados a este tipo de cirugías
Giselle Blondet. Andrea Legarreta. Vanessa De Roide. Carmen Aub. Son nombres de actrices latinas de los que en las últimas semanas se han hecho eco algunos medios del otro lado del Atlántico. ¿El motivo? De un tiempo a esta parte, todas ellas han decidido retirarse los implantes mamarios alegando «razones de salud».
En inglés se la conoce como Breast Implant Illness (BII) –enfermedad de las prótesis de pecho– o, si se produce en otras partes del cuerpo, Síndrome Autoinmune/Inflamatorio inducido por Adyuvante (ASIA). Cientos de mujeres sometidas a cirugía de aumento de mamas han venido asegurando en los últimos años, especialmente en foros de internet, que los implantes de silicona les han provocado síntomas que van de fatiga y dolores a depresión o ansiedad. El catálogo completo es amplio y diverso: palpitaciones, problemas de memoria y concentración, problemas respiratorios, alteraciones del sueño, erupciones y problemas dermatológicos, boca y ojos secos, ansiedad, depresión, dolores de cabeza, fatiga y dolor articular y muscular, pérdida de cabello y problemas gastrointestinales, entre otros.
El debate sobre la correlación entre estos efectos y las prótesis, es decir, sobre la existencia real o no de la propia enfermedad, está sobre la mesa. Mientras algunos estudios respaldan la hipótesis de que la operación puede producir efectos adversos a largo plazo, otros médicos aseguran que no hay aún una evidencia científica plenamente sólida y alegan que esos síntomas pueden producirse por cuestiones de cualquier otra índole y sin vinculación alguna.
«Lo que hay hasta este momento son estudios que no tienen base científica porque son anecdóticos. Una paciente puede decir hace 14, 10 años o seis meses 'me puse unos implantes y ahora me está dando fatiga y dolor de cabeza'. Automáticamente, eso no se puede tomar como un efecto de haberte puesto implantes. Poco a poco algunos investigadores se han lanzado a identificar lo que experimentan esas pacientes en base a lo que ellas dicen que tienen. Pero hay que analizarlo en el contexto total de la circunstancia», exponía, por un lado, el cirujano plástico Carlos Portocarrero al diario puertorriqueño El Nuevo Día, la semana pasada.
En el extremo opuesto, un equipo de reumatólogos de la Universidad de Alberta (Canadá) concluyó tras llevar a cabo una investigación disponible para consulta en la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU. que sí que existe una correlación directa. «Concluimos que existe una asociación causal entre los implantes mamarios de silicona y BII/ASIA. Usando datos derivados de pacientes con BII/ASIA y de otros dispositivos médicamente implantados, parece haber una clara relación patógena [entre ambas cosas]. Los implantes mamarios provocan reacciones sistémicas características en ciertas mujeres, lo que provoca síntomas de suficiente gravedad como para justificar la extracción del dispositivo. La morbilidad que se sufre es variable. La extracción de SBI resuelve los síntomas en la mayoría de las mujeres, y la extracción es el tratamiento más efectivo», apuntan.
Lo cierto, de hecho, es que la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) parece inclinarse más por la existencia de la enfermedad, a juzgar por su último movimiento. El pasado 19 de noviembre, la FDA actualizó sus recomendaciones al respecto e incluyó una lista de posibles riesgos: cirugías adicionales, contractura capsular (tejido cicatricial que aprieta el implante), dolor en los senos, ruptura (desgarros o agujeros en la cubierta) de los implantes rellenos con solución salina y con gel de silicona, desinflación (con cambio visible en el tamaño de los senos) de los implantes rellenos con solución salina, ruptura silenciosa (sin síntomas) de implantes rellenos con gel de silicona, infección, linfoma anaplásico de células grandes asociado a implantes de seno (un tipo de cáncer del sistema inmunológico), y, por último, «síntomas sistémicos, comúnmente denominados como Enfermedad de los implantes de seno».
Pruebas exhaustivas
Aunque la agencia subraya que los implantes aprobados «se someten a pruebas exhaustivas antes de su aprobación para demostrar una garantía razonable de seguridad y eficacia», también enfatiza en la necesidad de hablar con el cirujano antes de someterse a la cirugía, entender los beneficios y riesgos y realizar un seguimiento de su evolución. «Cuanto más tiempo tenga los implantes de seno, mayores serán las posibilidades de que desarrolle complicaciones, algunas de las cuales requerirán más cirugía», advierten.
Consultado por este diario, el cirujano español Alfonso Castro Sierra, de la clínica madrileña Ruber, asegura por su parte que los efectos adversos son «mínimos», si bien los implantes no dejan de ser un «elemento extraño para el cuerpo». «En mi caso utilizo una garantía de por vida y no suele haber que cambiarlos», sostiene.