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20 de abril de 2024

Una protesta organizada por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)

Una protesta organizada por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)EFE

Medioambiente

¿Plantea el Pacto Verde una Europa sin agricultores ni ganaderos?

Europa está preocupada por el futuro de la salud del planeta y los agricultores y ganaderos están preocupados por su futuro.
El Pacto Verde Europeo –presentado por la Comisión Europea el 11 de diciembre de 2019– es la cristalización de esa preocupación por construir «una Europa climáticamente neutra, ecológica, justa y social».
Esa neutralidad climática debería ser alcanzada en 2050, lo que conllevará «una transformación de la sociedad y de la economía europeas, que tendrá que ser rentable, equitativa y socialmente equilibrada».

De la Granja a la Mesa

La estrategia de la Comisión, bautizada como 'De la Granja a la Mesa', anunció su objetivo de lograr «seguridad alimentaria e inocuidad de los alimentos», que deben ser suficientes para la población europea, a la par que «asequibles y nutritivos», siempre «sin superar los límites del planeta». Para ello, el club comunitario asegura que «apoyará una producción alimentaria y sostenible» promoviendo «el consumo de alimentos y dietas saludables más sostenibles».
Eso es lo que quedó escrito, pero ahora viene lo más complicado. Porque ese loable deseo de reducir emisiones y gases contaminantes ha colocado en una situación delicada a macrogranjas y explotaciones ganaderas, que exceden los límites impuestos y que algunas se verán condenadas al cierre por no poderse adaptar a las nuevas normativas.
Desde Bruselas se defiende que los cambios favorecerán a la agricultura y la ganadería porque serán más sostenibles y prosperas, sobre todo para aquellas explotaciones que han apostado o apostarán por la producción ecológica.

¿Cómo se conseguirá?

Algunos profesionales de la agricultura y la ganadería se han sentido señalados. Bruselas defiende que a día de hoy, este sector representa el 12 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en la Unión, siendo la cuarta fuente de emisión.
La promesa de la Comisión es que veamos, de aquí a 2030, como parte de la Agenda que lleva por nombre la meta de ese año, una agricultura y una ganadería mucho más ecológicas y sostenibles.

Los agricultores no podemos pagar ese respeto por el medioambiente si se sigue permitiendo la entrada de productos de terceros paísesAndrés GóngoraCOAG

Para ello, movilizarán una importante cifra de fondos de la PAC (Política Agraria Común), tan denostada en algunos lugares, y de los famosos fondos Next Generation. Con ese dinero, se aumentará la biodiversidad ganadera para reducir el uso de plaguicidas. Se promocionarán los suelos productivos para reducir el uso de fertilizantes. Se reducirán las ventas de antibióticos destinados a ser usados en ganadería como parte del bienestar animal y se aumentará la superficie de la agricultura ecológica.

¿Una Europa sin agricultores ni ganaderos?

El sector europeo entiende que no puede adaptarse a la normativa comunitaria mientras de fuera sigan llegando productos que no hayan sido producidos y tratados bajo las mismas condiciones: «Europa no puede convertirse en el jardín del mundo exigiendo a los productores y a los agricultores que seamos quien paguemos este nuevo respeto por el medio ambiente sin establecer una estrategia global en los mercados. Europa sigue teniendo abierta la frontera a producciones de terceros países que tienen que competir, y que compiten en el supermercado con nosotros». El secretario general de la organización agraria COAG, Andrés Góngora, lo dejó así de claro en unas Jornadas celebradas en la Universidad de Almería.
Y es que esa desventaja competitiva ha sido desde siempre una de las grandes quejas del campo comunitario. El mercado europeo está abierto a las producciones agroalimentarias de terceros países, a las cuales no se les exige, ni se les puede exigir, la misma implicación medioambiental.
En Países Bajos, el levantamiento del sector agroalimentario se llevó por delante al ministro del ramo. La dimisión del ministro de Agricultura y Naturaleza neerlandés, Henk Staghouwer, era la consecuencia política de una situación que enfrenta economía y empleos con ecología y mayor sostenibilidad.
El dirigente había presentado su renuncia en plenas negociaciones con el sector agrícola para reducir las emisiones de nitrógeno, lo que, irremediablemente, conllevará al cierre de granjas.
Porque, por mucho dinero que llegue de Bruselas para adaptarse a los objetivos verdes, esto sucede en un contexto de guerra y crisis que ha tirado por la borda muchas previsiones: los agricultores han denunciado en los últimos meses los incrementos de los precios de los fertilizantes, del gasóleo y de la luz.
Los ganaderos sufren los incrementos de costes por la subida de los piensos, lo que les ha llevado a reducir el número de animales en su plantilla. Un recorte que provocará la reducción de carne y huevo en el futuro a corto plazo.
Con este panorama, muchos opinan que la actividad agroalimentaria se tornará en inviable y que al final, los europeos acabaremos consumiendo productos importados del exterior.
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