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19 de mayo de 2024

Recién nacido llorando

Un recién nacido llora en las piernas de su mamáFreepick

Estos son los motivos por los que la discriminación en el embarazo afecta a los circuitos cerebrales del bebé

Los científicos realizaron imágenes por resonancia magnética para apreciar la conectividad cerebral en 38 bebés de las mamás observadas después del nacimiento

Gracias a los estudios anteriores se sabe que la discriminación y aculturación tienen –la mayoría de las veces– un efecto perjudicial en la salud de una persona. Este trato también puede afectar a las mujeres embarazadas, y en su defecto, a los circuitos cerebrales de sus hijos, según un nuevo estudio de la Universidad de Yale y la Universidad de Columbia.
El análisis publicado en la revista Neuropsychopharmacology, afirma que investigaciones anteriores ya habían demostrado que los altos niveles de estrés y depresión son perjudiciales tanto para la madre como para el bebé gestado, pero no se sabía nada de la discriminación y la aculturación. En los últimos años, y gracias a nuevos hallazgos, varios científicos han demostrado que la discriminación y la aculturación pueden afectar el cerebro adulto. Pero, ¿qué pasa con el de los niños?
Para estudiar esto y tartar de ver cómo impacta en los menores, los investigadores evaluaron el grado de discriminación, aculturación y angustia que experimentaron 165 mujeres durante el embarazo. Los participantes, que tenían entre 14 y 19 años en su mayoría, con un 88 %, eran hispanohablantes y vivían en la ciudad de Nueva York.
Después de analizar los cuestionarios, los científicos realizaron imágenes por resonancia magnética (MRI) para apreciar la conectividad cerebral en 38 bebés de las mamás observadas después del nacimiento. El primer paso fue determinar si la discriminación y la aculturación son distintas de otros tipos de estrés o depresión.

Una idea errónea

Dustin Scheinost, profesor asociado de radiología e imágenes biomédicas en Facultad de Medicina de Yale y autor principal del estudio, aseguró que pensaban que algunas de estas experiencias podrían ir de la mano o superponerse, en cuyo caso sería «difícil medir los efectos de la discriminación o la aculturación por sí solas».
Al hilo, y según explica la Universidad de Yale, Scheinost y sus compañeros de Columbia y el Hospital Infantil de Los Ángeles, emplearon un programa de análisis de datos que evaluó todas las medidas del cuestionario separadas de aculturación, discriminación, estrés, depresión, trauma infantil y estatus socioeconómico.

Los resultados dieron la razón

Tras esto, organizaron todos los grupos, algo que les sirvió para analizar y comprender «el grado en que se podrían utilizar diferentes medidas» y así evaluar experiencias similares. Por lo tanto, el siguiente paso fue agrupar medidas de estrés y depresión y separar las medidas de discriminación y aculturación como sus propias variables distintas.
Al analizar las resonancias magnéticas de los cerebros de los bebés, los investigadores encontraron diferencias en los niños cuyos padres informaron haber experimentado discriminación durante el embarazo.
Según explican los científicos en un documento de la Universidad de Yale, la amígdala es un área del cerebro asociada con el procesamiento emocional y es muy vulnerable al estrés prenatal. Al hilo, reconocieron, investigaciones anteriores vieron que las experiencias tempranas de adversidad pueden tener impactos mensurables en la conectividad de la amígdala en bebés, niños, adolescentes y adultos.
Siguiendo con el estudio, comunicaron que el creciente conjunto de evidencia sugirió que la amígdala está involucrada en el procesamiento étnico y racial, como, por ejemplo, en la diferenciación de rostros de personas de diferentes razas o etnias.
Cuando los investigadores evaluaron la conectividad entre la amígdala y otra región del cerebro llamada corteza prefrontal, que está asociada con el funcionamiento de orden superior, encontraron que los hijos de personas que experimentaron más discriminación durante el embarazo tenían «una conectividad más débil entre las dos regiones del cerebro», explicó la institución.
En la conclusión, Scheinost argumentó que si bien la discriminación y la aculturación afectan al cerebro de la misma manera que lo hacen otros tipos de estrés, hay algo «único e importante» en las vivencias particulares que «debería atenderse mejor». A pesar de los hallazgos, el autor aseguró que «no saben por qué sucede esto», pero afirmó que seguirán estudiando los mecanismos biológicos que transmiten estas experiencias de «adversidad de padres a hijos».
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