Las altas temperaturas del Mediterráneo y del Cantábrico preocupan a los expertos: «Hay anomalías de hasta 8 ºC»

Las altas temperaturas llevan acompañando a buena parte de España desde principios de junio. De hecho, este ha sido el junio más cálido de la serie histórica en España –que comenzó en 1961–, con una temperatura media de 23,6 °C, lo que superó por ocho décimas al anterior junio más cálido de la serie, que era el de 2017. Según explican desde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), junio ha sido un mes tan cálido que si su temperatura media se hubiese producido en julio o agosto, estos meses también habrían sido más cálidos de lo normal.

Esta situación, como es obvio, tiene sus repercusiones también en el mar. Las aguas del Mediterráneo occidental superan los 26 °C e incluso alcanzan de forma puntual de 28 a 30 °C, según la Aemet. Junto a él, señalan que la temperatura de las aguas en el Cantábrico oriental ronda los 22 a 24 °C. De acuerdo con el organismo estatal, se trata de valores térmicos entre 5 y 6 °C superiores a los de esta época del año y son de récord en el mar Balear.

Esta información la corroboran desde Puertos del Estado, que explican que la temperatura del agua del mar, tanto en el Mediterráneo como en el Cantábrico, marca récords en junio según los registros de las redes de boyas. «Hoy es uno de estos días en los que me pesa mucho haber estudiado Ciencias del Mar y me encantaría que hubiera una pastilla para desaprender. Cómo desearía no comprender el augurio TAN malo de ver el Cantábrico a esta temperatura», expresa Jose E. Sánchez en la red social X.

José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored, explica a El Debate que este hecho no es algo puntual, sino que en distintos momentos, particularmente cuando se acerca el verano, se alcanzan unas anomalías cálidas en el agua superficial muy destacadas, pero este año son «muy llamativas». «El contexto de calentamiento global en el que estamos favorece que se produzcan estas olas de calor marinas», incide Viñas, lo que provoca que se estén produciendo anomalías «cercanas a los 8 °C en algunas zonas», aunque el promedio es de entre 3 y 4 °C.

Pero no se trata de un hecho exclusivo del Mediterráneo, sino que se extiende también al Cantábrico. En concreto, en la zona del golfo de Vizcaya, donde ya de por sí se caldea más el agua, se están registrando valores en el entorno de los 25 grados, es decir, 4 por encima de lo habitual. Según recalca el meteorólogo a este medio, esto es algo «preocupante», ya que el hecho de que suba tanto la temperatura en tan poco margen de tiempo dificulta la adaptación a muchas especies, de ahí que hayan proliferado las invasoras y que las autóctonas se vean obligadas a desplazarse a aguas no tan cálidas.

A la pregunta de si las altas temperaturas del Mediterráneo pueden resultar en una mayor actividad tormentosa, Viñas subraya que no generará más tormentas, pero cuando se den esas condiciones, «cualquier tormenta que se forme tendrá un aporte de vapor de agua en el aire extra, lo que propicia que las precipitaciones que se produzcan sean de mayor intensidad y tamaño». El experto comenta que ya hay un aumento de las tormentas que dejan granizo de gran tamaño, y esto se relaciona con ese marco de calentamiento global «ya que durante gran parte del año estamos con temperaturas superiores a lo habitual».

Consecuencias de este calentamiento

Cabe destacar que el mar Mediterráneo se está calentando a un ritmo un 20 % más rápido que la media global de mares y océanos, según advierte un informe de WWF. Aunque a simple vista un aumento de 1,5  °C en la temperatura superficial pueda parecer insignificante, sus efectos pueden ser significativos, especialmente si esta tendencia continúa en el tiempo.

Este incremento térmico está provocando un fenómeno conocido como tropicalización del Mediterráneo. Además de esa pérdida de especies autóctonas en favor de las invasoras que ya hemos comentado, también hay otras consecuencias como el aumento de las noches tropicales, ya que el efecto regulador del mar se ve alterado, favoreciendo que, sobre todo en zonas costeras, las temperaturas nocturnas sean cada vez más elevadas y no se baje de los 20-25 ºC.

El calentamiento del Mediterráneo también podría alterar los patrones meteorológicos de la región, modificando el régimen de precipitaciones y favoreciendo la aparición de fenómenos climáticos extremos, con efectos potencialmente graves tanto a nivel ecológico como socioeconómico.