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Proyecto arquitectónico Hy-Fi, en Nueva York, que utiliza micelio de hongos como material de construcción

Proyecto arquitectónico Hy-Fi, en Nueva York, que utiliza micelio de hongos como material de construcciónMuseum of Modern Art (MOMA)

Ciencia

Un nuevo material «vivo» capaz de autorrepararse protagoniza una gran revolución en la construcción

Aunque el potencial ecológico de este nuevo material es innegable, sus propiedades mecánicas aún no compiten con el hormigón tradicional

En un mundo cada vez más preocupado sobre el impacto ambiental, sectores como el de la construcción tienen ante sí un dilema difícil de responder. Actualmente, el cemento y el hormigón, dos de los materiales más utilizados en la gran mayoría de edificios, son también algunos de los grandes responsables de las emisiones de dióxido de carbono en el planeta –casi el 10 % de las emisiones globales–. Por ello, en los últimos años investigadores de todo el mundo han buscado alternativas que sean más sostenibles y duraderas en el tiempo.

En ese contexto, un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Montana ha logrado un avance sorprendente. En concreto, han desarrollado un material de construcción «vivo», basado en hongos y bacterias. Este nuevo material, que incorpora el hongo de la familia Neurospora crassa, no solo es capaz de autorrepararse, sino que además captura dióxido de carbono durante su formación. Por lo tanto, esta innovación representa una posibilidad real para cambiar la manera en la que construimos nuestros edificios.

Proyecto arquitectónico Hy-Fi, en Nueva York, que utiliza micelio de hongos como material de construcción

Proyecto arquitectónico Hy-Fi, en Nueva York, que utiliza micelio de hongos como material de construcciónKris Graves

Tal como revela el estudio, publicado en la revista Cell Reports Physical Science, la base del material es el micelio –la red de filamentos subterráneos de los hongos– combinado con bacterias que generan carbonato cálcico, un mineral que destaca por dar rigidez a la estructura. Una vez que va creciendo, el micelio forma una especie de andamiaje natural. Las bacterias, al activarse, mineralizan ese entramado y lo vuelven sólido.

Construcciones «vivas»

Lo más sorprendente de todo no es solo que este compuesto se pueda endurecer sin necesidad de terceros, sino que además continúa «vivo» durante semanas. Esto le permite reaccionar ante daños estructurales y repararse por sí mismo, algo más propio de ciencia ficción que de la propia realidad.

Sin embargo, no todo es positivo. Aunque el potencial ecológico de este nuevo material es innegable, sus propiedades aún se encuentran bastante lejos del hormigón tradicional.

«Los materiales biomineralizados no tienen la resistencia suficiente para reemplazar al hormigón en todas las aplicaciones, pero nosotros y otros investigadores estamos trabajando para mejorar sus propiedades y que puedan utilizarse más», destacó Chelsea Heveran, líder del estudio.

A la espera de conocer más detalles de este sorprendente material, la investigación apunta hacia un futuro donde las casas y edificios podrían repararse por sí mismos y contribuir activamente a la salud de nuestro planeta.

«Esto es emocionante, porque nos gustaría que las células pudieran realizar otras funciones», añade Heveran.

Por lo tanto, este avance se suma a una corriente creciente de experimentación con biomateriales: desde ladrillos biodegradables a estructuras impresas en 3D con materia orgánica.

Protagonismo español

La investigación estadounidense llega a los pocos meses de que investigadores de la Universidad Politécnica de Cartagena (Murcia) hayan cultivado sus propios materiales de construcción. Estos materiales «bioembasados» –aquellos derivados de fuentes renovables como plantas, algas o microorganismos– se crean con micelio, que crece a partir de residuos agrícolas y sustrato y es capaz de crear ladrillos biodegradables con materiales ecológicos.

«Es una oportunidad para construir de manera respetuosa con el planeta y contribuyendo a la regeneración medioambiental», destaca una de las investigadoras.

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