Ejemplar de loro nocturno (Pezoporus occidentalis)
Ciencia
Regresa un ave extinta desde hace un siglo y la ciencia muestra su asombro: «Es una de las especies más misteriosas»
Los últimos registros del loro nocturno (Pezoporus occidentalis) databan de 1912, hasta ahora
En los últimos meses, la diversidad de la fauna mundial sufría un duro revés tras la extinción de un nueva especie. Conocido como Numenius tenuirostris, el zarapito fino, esta ave migratoria vio reducida su población en un 96 %, siendo declarada prácticamente extinta. De hecho, tenemos que retroceder tres décadas para confirmar el último avistamiento de este animal en Marruecos.
En resumidas cuentas, la destrucción de sus hábitats y la caza intensiva ha propiciado este dramático final para el Numenius tenuirostris, un ejemplo que, desgraciadamente, no es único. A día de hoy hay más de 46.300 especies en peligro de extinción, de las que 81 lo están en estado silvestre.
En este contexto, tenemos que situarnos en la reserva natural de Ngururrpa, situada en el noroeste de Australia, lugar donde ha tenido lugar uno de los regresos más esperados de la ornitología. Un grupo de investigadores puso en marcha un estudio para intentar localizar un ave que se creía extinta desde hace un siglo. El loro nocturno (Pezoporus occidentalis), ha sido uno de los ejemplares más esquivos para la comunidad científica. Esta pequeña y exótica ave solo habita en Australia, situándose en la categoría de peligro crítico desde 2021 por la International Union for Conservation of Nature (IUCN).
Ejemplar de loro nocturno (Pezoporus occidentalis)
«El loro nocturno (Pezoporus occidentalis) fue una especie desaparecida durante gran parte del siglo XX, pero ahora se sabe que vive en pastizales remotos de spinifex en cantidades críticamente bajas», señaló en un comunicado la Agencia Científica Nacional de Australia (CSIRO), que definió a esta especie como «una de las más misteriosas de Australia».
Tal como señalan los expertos, la disminución de esta especie se debió principalmente a «la pérdida de hábitat y la depredación por parte de gatos y zorros», que redujeron drásticamente su población hasta el punto de que llegó a desaparecer durante un siglo entero. En concreto, tal como señaló Leo Joseph, director de la Colección Nacional de Vida Silvestre de Australia, los últimos registros de este animal datan de 1912.
«No hubo avistamientos confirmados durante casi 80 años, hasta que comenzaron a aparecer en el suroeste de Queensland», señala.
Ahora, la nueva investigación publicada en Wildlife Research señala como el equipo investigador –junto a la población indígena de la zona– desplegó varias grabadoras de sonido por el Gran Desierto Arenoso entre 2020 y 2023. Para su sorpresa, lograron captar el canto del ave, el cuál se asemeja a una campana. Como resultado, lograron detectar la presencia de loros nocturnos en una treintena de sitios, sugiriendo que podrían existir al menos 50 miembros de esta especie.
El último ejemplo de una larga lista
El caso del P. occidentalis no es único. A lo largo de la historia, varias especies que se creían extintas han sido redescubiertas, mostrando la resiliencia de la naturaleza y la importancia de la conservación.
Entre los casos más destacados se encuentra la tortuga gigante de Fernandina, que no se había visto desde 1906 y fue redescubierta en 2019, y el insecto palo de la isla de Lord Howe, considerado extinto desde 1930 y hallado nuevamente en 2001. Otros ejemplos incluyen el autillo rajá de Borneo, avistado en 2021 tras más de un siglo sin registros, o ratón del Monte Pinatubo en Filipinas y el petrel de las Bermudas, redescubierto en 1951 después de varios siglos.
Estos redescubrimientos subrayan la importancia de monitorear y proteger la biodiversidad, ya que especies consideradas perdidas pueden sobrevivir en hábitats remotos o en condiciones inesperadas.