Quién es Avi Loeb, el astrofísico de Harvard obsesionado con la existencia de otra civilización extraterrestre

abraham «Avi» Loeb (26 de febrero de 1962, Beit Hanan, Israel) es una de las grandes figuras de la astrofísica mundial. El experto israelí-estadounidense se ha caracterizado por ser uno de los expertos más polémicos de la exploración espacial, especialmente en aquellos temas relacionados con la posible existencia de civilizaciones extraterrestres.

Loeb, reconocido por su destacada trayectoria en la Universidad de Harvard, fue director del Instituto de Teoría y Computación y presidente del Departamento de Astronomía durante casi una década y ocupando desde 2011 la dirección del departamento de Astronomía de la prestigiosa universidad. Para entender toda su trayectoria debemos retroceder a sus orígenes. El astrofísico de 63 años se formó en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

De entre toda su extensa trayectoria, el físico especializado en astrofísica y cosmología puede presumir de haber abarcado temas e investigaciones relacionados con la formación de las primeras estrellas o los agujeros negros. De igual manera, también formó parte del Consejo Asesor de Ciencia y Tecnología de la presidencia de Barack Obama, consolidando su reputación como uno de los pensadores más influyentes de su campo.

La influencia de los objetos interestelares

No se entendería la vida profesional de Avi Loeb si no fuera por 'Oumuamua. En 2017, la detección del primer objeto interestelar que atravesaba nuestro sistema solar supuso un auténtico seísmo para la comunidad científica. Loeb fue una de las grandes figuras relacionadas con este cuerpo celeste, quien junto a Shmuel Bialy –profesor asistente en el Departamento de Física del Instituto Tecnológico de Israel– propuso que la forma, aceleración y comportamiento de 'Oumuamua podrían indicar un origen artificial, quizá una sonda enviada por una civilización avanzada.

«La razón por la que yo digo que quizás es artificial es por su anomalías. Una de ellas es que cuando giraba, la cantidad de luz solar que reflejaba cambiaba por un factor de 10, lo cual implica que tiene una forma muy extrema, probablemente como la de un panqueque. También tenía un empuje excesivo alejándose del Sol, no tenía una cola como la de un cometa, ni evaporación de gas o de polvo que le pudieran dar ese empuje, así que la única explicación que se me ocurrió es que se debiese al reflejo de la luz solar. Quizás Oumuamua era solo un receptor que se comunicaba con sondas que ya están en la Tierra.», indicó Loeb en una entrevista concedida a la BBC en 2021.

Esta idea generó fuertes críticas y también gran interés mediático, ya que rompía con el tabú de discutir la posibilidad de tecnología extraterrestre dentro de la academia.

Lo vivido en aquel lejano 2017 recuerda a lo vivido en las últimas semanas con la llegada del cometa 3I/ATLAS a nuestro sistema. . En primera instancia, Loeb determinó que el cometa podría ser un un artefacto extraterrestre «posiblemente hostil» que se estaría acercando a nuestro planeta.

«Como ejercicio principalmente pedagógico, en este artículo presentamos un análisis adicional de la astrodinámica de 3I/ATLAS y planteamos la hipótesis de que este objeto podría ser tecnológico y posiblemente hostil. La baja inclinación retrógrada de su plano orbital respecto a la eclíptica ofrece diversas ventajas a una Inteligencia Extraterrestre (IET), ya que le permite acceder a nuestro planeta con relativa impunidad», señalaba un estudio publicado en arXiv en el que participaba el propio experto de la prestigiosa universidad.

Trayectoria centrada en la búsqueda de otras formas de inteligencia

Más allá de sus dudas con respecto a los distintos objetos interestelares que han llegado procedentes del espacio profundo, la realidad es que Loeb se ha convertido en una de las grandes referencias de la ciencia estadounidense. En el año 2021 fundó el Proyecto Galileo –con sede en Harvard–, cuyo objetivo es aplicar el método científico a la búsqueda de evidencias de inteligencia extraterrestre, incluyendo objetos interestelares, fenómenos aéreos no identificados y restos tecnológicos.

De igual manera, en 2023 lideró una expedición en Papúa Nueva Guinea para recuperar fragmentos del meteorito interestelar IM1 –que cayó en 2014–, el cuál podría contener materiales de origen no natural. Aunque sus afirmaciones han sido recibidas con más duda que realidad, Loeb mantiene que la exploración rigurosa de estas posibilidades es esencial para el progreso científico.

En resumidas cuentas, más allá de su labor técnica, Loeb ha desarrollado una filosofía científica provocadora. En sus libros Extraterrestres: La primera señal de vida inteligente más allá de la Tierra (2021) e Interestelar: La búsqueda de vida extraterrestre y nuestro futuro en las estrellas (2023), señala que buscar otras civilizaciones no solo es una cuestión de curiosidad, sino de autoconocimiento y supervivencia a largo plazo. Para Loeb, estudiar posibles signos de vida inteligente fuera de la Tierra no es una obsesión, sino una extensión natural de nuestra necesidad de entender el lugar que ocupamos en el universo.