
Fotograma de Forgotten
Crítica de cine
'Forgotten' o la fuerza del trauma: cuando la conciencia no es suficiente
Una obra maestra del suspense psicológico con el despertar de la conciencia de la identidad propia como trasfondo
El cadáver siempre vuelve a la orilla. Esta es la lección fundamental del thriller surcoreano Forgotten (2017), disponible en Netflix. Olvidado sería la traducción de este título al español. Tener un muerto en el armario de la subconsciencia es un peligro constante en la cabeza de un asesino no profesional. Los gajes del oficio, en este caso, se convierten en traumas y lo único que puede hacer la mente para sobrevivir a tales golpes es ocultarse a sí misma. Sin embargo, por más que lo intente, la psique nunca logra esconderse completamente a sus propios ojos y el mar del subconsciente puede devolver sus muertos a la playa de la conciencia repentinamente, haciendo peligrar la labor de años de encubrimiento homicida. Es lo que le pasa a Jin-seok (Kang Ha-neul), protagonista de esta ambiciosa película oriental. Advertencia: spoilers.
En esta obra maestra del suspense psicológico, el despertar de la conciencia de la identidad propia corre en paralelo al descubrimiento de un crimen sepultado en la penumbra del inconsciente. Tal delito fue un doble asesinato. En efecto, el hermano de Jin-seok necesitaba ser operado de urgencia y no tenían medios para pagar. Llevado de la desesperación, Jin-seok acepta dinero de un hombre para matar a su mujer y cobrar el seguro de vida, pues estaban en un contexto de crisis económica y, así, muerta su mujer, podrían sobrevivir él y sus hijos. En el último momento, estando en la propia casa del crimen, Jin-seok se echa para atrás y aborta la misión. Pero ya es tarde: lo descubren justo cuando se está yendo y, tras un forcejeo, acaba matando a la madre y, también, a su hija.
La violencia que en su psique creó el trauma del homicidio fue tal que Jin-seok se llegó a olvidar por completo de lo que había hecho; más aún, se llegó a olvidar hasta de quién era cuando fue sometido a hipnosis por sus enemigos. En efecto, tiempo después de los asesinatos de Jin-seok, Yoo-seok (interpretado por Mu-Yeol Kim), niño superviviente de la escena del crimen, comienza una intensa labor de búsqueda del homicida, pues nadie sabía quién era o por qué había decidido matar. Después de un largo proceso de investigación, los detectives de Yoo-seok tenían la certeza de que Jin-seok era el asesino y, una vez localizado, lo secuestraron. La finalidad era clara: querían vengarse de él. Sin embargo, previamente, necesitaban que les dijera el motivo del delito, para así poder descansar y saber el sentido de las muertes de sus seres queridos.
Para sorpresa de sus captores y, pese a la evidencia de la que disponían, que revelaba con claridad que él era el homicida, Jin-seok no recordaba nada. Lo torturaron de las más diversas maneras y llegaron a la conclusión de que su mente se había partido por los asesinatos, de tal modo que no mentía al decir que no recordaba nada. No lo disculpaban, pero también veían que era inútil seguir sometiéndolo a suplicio, pues no ocultaba nada conscientemente. Era en su inconsciente donde residía la clave de su ofuscación mental y de que no recordara nada del crimen del que no dudaban que era responsable. Así que, lejos de rendirse y vengarse de él directamente sin obtener la respuesta al porqué de su acción, contrataron los servicios de un forense reputado, experto en hipnosis, para conseguir acceder a la información almacenada en su cabeza, si bien de modo inconsciente.El hipnotizador dictaminó que había que dejar en suspenso la conciencia de Jin-seok justo en el momento anterior a la comisión del crimen en cuestión, para así poder internarse en lo que tal conciencia había hecho a continuación en su historia vital. Desde 2017 había que trasladar a Jin-seok a 1997 y tenían que jugar con su mente de modo que regresara a cuando aún era feliz, es decir, a antes de los asesinatos cometidos veinte años atrás.
El forense demuestra su pericia y, gracias a un fármaco (Barbital), consiguieron que Jin-seok entrara en estado de penumbra mental, ambiente psicológico necesario para escribir en su psique lo que querían con la intención de que desvelara los motivos de su crimen atroz. La idea, en concreto, era reconstruir las escenas de la vida de Jin-seok previas a los homicidios; necesitaban actores para representar a su familia y trasladarse a la casa donde se cometieron los asesinatos.
Igualmente, debían reproducir las escenas de la matanza con todo lujo de detalles para que así el asesino, en estado de hipnosis y drogado por el Barbital, reaccionara y su subconsciente se abriera a la única cosa que querían conseguir de él antes de matarlo: la confesión de su crimen, es decir, su génesis y motivos. Sin embargo, el bloqueo de la mente de Jin-seok es de tales dimensiones que ni eso hace que cante; no reacciona.
Desesperados ya por la situación y dándose cuenta de que el asesino cada vez está más despierto y de que la droga empieza a fallar, deciden contarle la verdad de su secuestro, tortura y estado de hipnosis; en efecto, le revelan que él era un asesino al que buscaban por crímenes cometidos dos décadas atrás. Jin-seok empieza a recordar cosas conforme lo trasladan en una furgoneta para ser asesinado en venganza por sus delitos; y reconoce muchos detalles que le presentan sus secuestradores. Pero hay algo que se niega a admitir: que él sea un asesino y que merezca morir. Así que se tira de la furgoneta en marcha para salvarse, pero es atropellado, queda inconsciente y lo hospitalizan.
Mientras está sin conciencia, parece que su mente empieza a descubrir toda la verdad y, cuando vuelve en sí, le dice a Yoo-seok: «Quiero que les digas que estoy arrepentido». Yoo-seok le replica: «Por fin lo recordaste». Jin-seok le responde: «Perdóname, te lo ruego». Pero Yoo-seok sabe que sólo la confesión de la finalidad del asesinato es válida y no se deja engañar por la petición de perdón del asesino: «¡Confiesa! ¡Dilo!», le grita varias veces. Sin embargo, Jin-seok no cede y Yoo-seok cambia de estrategia para arrancarle la confesión: «¿Fue mi padre el que te contrató?». Jin-seok no baja la guardia y sabe que confesar los motivos es confesar el crimen; pedir perdón son sólo palabras. Así que contesta mintiendo: «Lo hice yo solo». Así pues, acepta que ha asesinado, cosa que había negado con anterioridad, pero dice que lo hizo en solitario pese a que, de por sí, Jin-seok no tenía nada que ganar de una familia desconocida. Al decir que lo hizo autónomamente, logra que su responsabilidad quede desvaída y que el crimen no tenga culpable real, pues parecen muertes sin sentido, como si fuera un accidente. De hecho, nunca podrán hacer que Jin-seok termine de confesar, pues es el trauma el que habla por él. Ciertamente, el verdadero Jin-seok murió en 1997, en el mismo momento en que decidió asesinar por dinero.
Forgotten enseña que el trauma es el tipo de persona que resulta de un golpe mortal cuando este mata interiormente, pero deja vivo biológicamente. El trauma no es un 'algo'. Es un 'alguien'. Y antes se llamaba Jin-seok.