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20 de abril de 2024

Cuadro 'Odiseo y Polifemo' (1896), de Arnold Böcklin, en el Museum of Fine Arts de Boston

Cuadro 'Odiseo y Polifemo' (1896), de Arnold Böcklin, en el Museum of Fine Arts de BostonMuseum of Fine Arts de Boston

Un algoritmo para regresar a Ítaca (y estudiar la Antigua Grecia)

Un grupo de investigadores ha creado una red neuronal de inteligencia artificial capaz de reconstruir inscripciones incompletas, datarlas y ubicarlas con un 72 % de precisión

La historia antigua se basa en disciplinas como la epigrafía –el estudio de los textos inscritos, conocidos como inscripciones– para obtener pruebas del pensamiento, el lenguaje, la sociedad y la historia de las civilizaciones del pasado. Sin embargo, a lo largo de los siglos, muchas inscripciones han sido dañadas hasta el punto de ser ilegibles, transportadas lejos de su ubicación original y su fecha de escritura está impregnada de incertidumbre.
Partiendo de esta dificultad, un grupo de investigadores ha publicado su revolucionario estudio en la prestigiosa revista científica Nature: «una red neuronal profunda para la restauración textual, la atribución geográfica y la atribución cronológica de inscripciones griegas antiguas». El algoritmo tiene precisamente el nombre de Ithaca, en alusión al viaje de regreso de Ulises a su tierra narrada en la Odisea de Homero.
Esta inscripción registra un decreto relativo a la Acrópolis de Atenas y data del 485 a.C.

Esta inscripción registra un decreto relativo a la Acrópolis de Atenas y data del 485 a.C.Marsyas, Museo Epigráfico

Esta inteligencia artificial no pretende en ningún caso sustituir el trabajo del historiador, pero sí ayudarle en su investigación. De hecho, Ithaca se basa en la interpretabilidad: si por sí sola alcanza un 62 % de precisión al restaurar textos dañados, con la lectura de los historiadores aumenta hasta el 72 %, lo que confirma el efecto sinérgico de esta herramienta de investigación.
Esta red neuronal es capaz de atribuir las inscripciones a su ubicación original y de fecharlas a menos de 30 años de sus rangos de verdad, volviendo a fechar textos clave de la Atenas clásica y contribuyendo a los debates de actualidad en la historia antigua. Esta investigación muestra cómo modelos como Ithaca pueden liberar el potencial de cooperación entre la inteligencia artificial y los historiadores, transformando la forma en que se estudia y se escribe sobre uno de los períodos más importantes de la historia de la humanidad.

La importancia de la fecha

A falta de pruebas internas útiles sobre la fecha de un texto (por ejemplo, la mención de personajes históricos conocidos), los epigrafistas suelen deducir una fecha aproximada a partir del contenido de un texto, las formas de las letras y los criterios gramaticales. Por ejemplo, uno de los debates metodológicos más notorios en epigrafía se refiere a la convención de datación de la «sigma de tres barras», que sostiene que ningún documento público ateniense que contenga la letra sigma de tres barras (ϟ) puede fecharse después del año 446/5 a.C., cuando la letra fue sustituida por la sigma de cuatro barras (Σ). Sobre la base de este punto de referencia cronológico, un grupo de inscripciones cuya interpretación es fundamental para la historia política de la Atenas clásica, y en las que aparece la letra anterior ϟ, fueron datadas como anteriores al año 446/5 a.C. por muchos corpus autorizados.
Sin embargo, el estudio publicado presenta dos ejemplos claros en los que Ithaca ha contribuido a precisar la fecha de las inscripciones. El famoso decreto de Calcis, conservado en el Museo de la Acrópolis, que recoge un juramento de lealtad hecho por la ciudad de la isla de Eubea a Atenas, se ha fechado en 420 a.C.. Por su lado, el decreto de Kleinias, que regulaba la recogida de tributos a lo largo del Imperio ateniense, se ha datado en una fecha muy similar, 421 a.C. Esto supone una diferencia de más de 20 años.
El sistema se ha articulado en torno a una gran base de datos con cerca de 200.000 inscripciones talladas en lengua griega a lo largo de todo el Mediterráneo entre los siglos VI a.C. y V d.C. Para la reconstrucción de los textos fragmentarios, la máquina ofrece a los investigadores las veinte predicciones más probables. En cuando a la datación cronológica, el programa divide todas las fechas comprendidas entre 800 a.C. y 800 d.C. en periodos de diez años, mientras que para la atribución geográfica clasifica el documento escrito entre las 84 regiones disponibles, visibilizándose a través de un mapa y un gráfico de barras.
Según las conclusiones del estudio, Ithaca ha vuelto a fechar varias de estas inscripciones clave con una precisión sorprendente: «Aunque pueda parecer leve, esta reorganización cronológica de 40/30 años tiene implicaciones considerables para nuestra comprensión del comportamiento imperial ateniense, llevando a los historiadores a una comprensión más profunda de uno de los períodos más trascendentales de la historia antigua», explican los investigadores del estudio, Yannis Assael, Thea Sommerschield, Brendan Shillingford, Mahyar Bordbar, John Pavlopoulos, Marita Chatzipanagiotou, Ion Androutsopoulos, Jonathan Prag y Nando de Freitas.
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