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19 de mayo de 2024

La actriz y directora Valeria Bruni Tedeschi presenta en los premios Cesar su película 'Forever Young (Les Amandiers)'

La actriz y directora Valeria Bruni Tedeschi presenta en los premios Cesar su película Forever Young (Les Amandiers)Gtres Online

Francia se rinde a la censura y la corrección política en sus instituciones culturales

La directora Valeria Bruni Tedeschi, hermana de Carla Bruni, carga contra la Academia de cine francesa, siguiendo una larga estela iniciada por la actriz Catherine Deneuve, la escritora Catherine Millet o la cantante Ingrid Caven

«La violación es un crimen. Pero el coqueteo insistente o torpe no es un crimen, ni la galantería es una agresión machista». Así comenzaba en 2018 el manifiesto que un grupo de mujeres intelectuales francesas firmaban «contra el movimiento #MeToo», que había movilizado a cientos de mujeres a denunciar casos de acoso y abuso a raíz de que saliera a la luz el caso de Harvey Weinstein.
Entonces, la declaración la firmaron varias figuras prominentes de la cultura francesa, como la actriz Catherine Deneuve, la escritora Catherine Millet, la cantante Ingrid Caven, la cineasta Brigitte Sy, la artista Gloria Friedmann o la ilustradora Stéphanie Blake. Pero desde entonces, los activismos han crecido y han expandido sus tentáculos por el panorama artístico, provocando que se reavive la pregunta: ¿puede convivir el arte con la censura?
Es Francia un país conocido por su libertad exacerbada, rayana en el «liberticidio», especialmente en materia afectivo-sexual. De hecho, han sido siempre pioneros en luchar contra el «puritanismo» del que hablaban las firmantes en su manifiesto: «Es la característica del puritanismo tomar prestado, en nombre de un llamado bien general, los argumentos de la protección de las mujeres y su emancipación para vincularlas a un estado de víctimas eternas, pobres pequeñas cosas bajo la influencia de demoníacos machistas, como en los tiempos de la brujería».
La elevación de la censura a vigilancia, convirtiendo el panorama cultural francés en una especie de estado totalitario, aprovecha las rendijas de esta nueva «corrección política universal». Así, se censura un desnudo de Egon Schiele en un póster; se exige la eliminación de una pintura de Balthus de un museo con el argumento de que sería una apología de la pedofilia; en la confusión del hombre y la obra, se pide la prohibición de la retrospectiva de Roman Polanski en la Cinémathèque (Cinemateca Francesa) y se posterga la muestra dedicada a Jean-Claude Brisseau, y una académica considera que la película de Michelangelo Antonioni Blow-Up es «misógina» e «inaceptable».

Valeria Bruni Tedeschi, contra la Academia

La última en alzar la voz contra la censura ha sido la actriz y directora francesa Valeria Bruni Tedeschi, que ha calificado de «pesadilla» lo que está viviendo en relación a la presentación de su próxima película. «Me cortaría la cabeza», dijo este fin de semana en relación al momento que vive ella y que vive todo el cine francés por el veto impuesto por la Academia a uno de los actores de su última película.
Se trata del actor Sofiane Bennacer, sobre quien pesan tres acusaciones de violación y otra más por agresión. El intérprete encarna a un personaje inspirado en el también actor Thierry Ravel en la última película de Bruni Tedeschi Forever Young (Les amadiers).
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Los hechos dieron la vuelta al mundo, especialmente tras su publicación en el diario Libération. Un mes después, la Academia de cine francés lanzó un comunicado donde hacía público el veto. No sólo borraba de manera implícita a Bennacer de los posibles candidatos que se darán a conocer el 23 de enero sino que, directamente, se le prohibía acudir a la gala de los Premios César que se celebrará el 24 de febrero y, un paso más allá, se le conminaba a estar callado.
«Por respeto a las víctimas, se ha decidido no ofrecer un escaparate a aquellas personas que hayan tenido problemas con la justicia por hechos violentos», rezaba el comunicado de la organización de los Premios. Acto seguido se aclaraba que las personas relacionadas con actos violentos, «en particular de carácter sexual», no podrán siquiera hacer declaraciones ni en persona ni a través de otros, aún cuando resulten premiadas.

«No existe la presunción de inocencia»

La directora, que también es la pareja sentimental del acusado, se ha mantenido en silencio todo este tiempo, pero ha decidido romperlo ahora, completamente anonadada por que «no exista la presunción de inocencia»: «Quizá habría que suprimir ese concepto de la ley porque ha quedado claro que ya no existe más», comentó el sábado Bruni Tedeschi en una entrevista con varios medios internacionales. Para la directora y actriz, los César se han dejado llevar por «el signo de los tiempos y por la imposición de la corrección política». Y añadió que lo sucedido es muy grave y peligroso porque «interfiere y bloquea el proceso de creación. Y castiga la libertad de imaginar».
De 25 años de edad, actor en el prestigioso Teatro Nacional de Estrasburgo, Sofiane Bennacer había sido seleccionado como una de las treinta «revelaciones» del año por la Academia cinematográfica francesa. En octubre, un juez de Mulhouse abrió una investigación por dos casos de presunta violación y uno de agresión contra Bennacer. Las acusaciones habrían sido presentadas por excompañeras sentimentales del actor.
En una cuarta acusación de violación, presentada por otra mujer, Bennacer habría sido convocado como «testigo asistido», una figura jurídica intermedia en el código penal francés, entre testigo simple y acusado. «Soy inocente. ¿La presunción de inocencia aún existe?», declaró entonces Bennacer mediante su cuenta Instagram. «Quizás voy a ser víctima de un boicoteo. De todas maneras, me han humillado hasta lo más profundo de mi alma (...). Dentro de unos meses estaré libre, porque no he hecho nada», añadió.
En su defensa salió también Carla Bruni, mujer del expresidente galo Nicolas Sarkozy y hermana de la directora Valeria Bruni: «A día de hoy todo el mundo sabe que [Sofiane Bennacer] no ha sido juzgado, y este tipo de procedimientos no es nada más, a mi juicio, que un simple linchamiento mediático». «Hace cuarenta años que Libération nos da lecciones de moral pero visiblemente la presunción de inocencia le parece ajena», añadió mediante Instagram. «Condenar (a alguien) en la portada de un periódico, actualmente, es condenarlo, simple y llanamente».
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