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19 de abril de 2024

El escritor Jonathan Franzen

El escritor Jonathan FranzenGTRES

Jonathan Franzen o el penúltimo aspirante a la «Gran Novela Americana»

El escritor de Chicago, criado en San Luis, continúa el simbólico camino de los escritores estadounidenses hacia una tradición cuasi «bíblica»

No se sabe cuántas grandes novelas americanas se han escrito. Jonathan Franzen nos trae la última: Encrucijadas, la primera de una trilogía sobre la familia y la sociedad americana de las últimas tres décadas. «La Gran Novela Americana» parece un mito como El Dorado. ¿No lo fue ya Las aventuras de Huckleberry Finn? El propio Franzen señala como la primera entre sus lecturas fundamentales El Villorrio, de William Faulkner.
¿Y qué hay de El Gran Gatsby? ¿No fue también «gran novela» Libertad? Es posible que cada gran novela americana lo sea de su época. Como una gran esperanza. Puede también que David Foster Wallace, uno de los aspirantes, se burlara del concepto con La Broma Infinita y al mismo tiempo lo consiguiera. En realidad, el difunto Foster Wallace siempre pareció burlarse y conseguirlo objetivamente.
Pero ¿Qué es la Gran Novela Americana? ¿Es la que describe las situaciones en las que con mayor amplitud se reconoce el lector? ¿Es el simbolismo faulkneriano o las notas a pie de página del autor de La niña del pelo raro?
¿Qué hay de ese Ruido que se oye de Fondo? ¿Y de las plegarias no atendidas? Truman Capote pareció perderse y morir lentamente (Foster Wallace decidió dejar de perseguirla abruptamente) en el intento. Norman Mailer sobrevivió e incluso pareció elevarse sobre sus muertos durante un momento hasta que apareció el siguiente o le recordaron que en realidad no había alcanzado el techo. ¿Estaba demasiado alto el cielo neoyorquino de Scott Fitzgerald? ¿Era demasiado delicado aquel talento «como el polvillo de las alas de una mariposa», como lo describió Hemingway?

«Chinese killer»

Probablemente todo sea verdad y tambiéntodo sea mentira y no exista esa ciudad de oro. Como el beso paterno de El Sueco de Philip Roth que produce que la hija única del rey y la reina del instituto se convierta en una terrorista. La normalidad que se vuelve locura, esa interpretación literaria del antepenúltimo príncipe de este club que se inventaba la historia real del asistente homosexual de Lyndon B. Johnson.
A Don DeLillo le han llamado «el chamán jefe de la Escuela Paranoica de la ficción Estadounidense» y puede que vayan por ahí los tiros o el golpeo de frontón, el Chinese killer, con el que un jugador consigue que la pelota dé justo en el punto donde se unen la pared y el suelo para que ya no se pueda devolver. Esto se lo contaba DeLillo a The Paris Review  en 1993, quizá una buena definición de lo que se habla, pero con algunos cientos de páginas de por medio.
Quizá sea esa ficción con la que «se puede obtener un gran efecto siempre que te ocupes de la realidad», decía Tom Wolfe, o puede que, como también decía «el Balzac de Park Avenue»: «Es la novela que te lleva al centro del sistema nervioso de los personajes».
Mientras el concepto se esconde en el tiempo y revive con cada relectura, parece que Franzen es el único que persiste en el sueño, invariable y constante, probablemente inconsciente, de querer alcanzar El Dorado con el que quizá sueñen sólo los críticos que la esperan, a la Gran Novela Americana, como al Mesías. La espera en la que la fe se hace fuerte y el mito realidad.
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