Fundado en 1910

24 de abril de 2024

Portada de «Un mundo feliz» de Aldous Huxley

Portada de «Un mundo feliz» de Aldous HuxleyDebolsillo

'Un mundo feliz': lectura de urgencia

Casi un siglo después de su publicación, la obra maestra del británico Aldous Huxley se nos revela como una incómoda visión de lo que vamos a vivir. Su lectura es esencial para considerar nuestros próximos pasos como sociedad

Hace unas semanas se publicó un vídeo de una supuesta empresa llamada Ectolife donde se mostraba una sala donde cientos de úteros artificiales mantenían bebés gestantes en su interior transparente. El vídeo está creado por ordenador y aunque es muy realista, no deja de ser una versión de tantas de obras de ciencia ficción tipo Matrix. Al menos eso me pareció a mí, si bien me sorprendió haberlo descubierto a través del tuit de un escritor de ciencia ficción sin ningún comentario crítico adjunto. Lo que me inquietó más tarde fue descubrir que algún conocido pensara que la empresa era real y que ya era posible tener vida sin necesitar a la mujer. Pero mi alarma estalló cuando la prensa se hizo eco del vídeo y se inició un debate sobre las bondades y maldades de que un robot se encargara del bebé, aun a nivel hipotético. Quien dude de mis palabras solo tiene que escribir el nombre de la empresa en el buscador de Internet.
Aldous Huxley publicó Un mundo feliz en 1931, cuando el partido nazi aún no había llegado al Reichstag y sus delirios de mejora de la especie no habían salido de oscuros despachos. La eugenesia apenas había pasado del nivel teórico, si bien se comenzaban a aplicar ciertas leyes en otros países, como bien ha demostrado el profesor Martín Puerta en un libro reciente. Pese a la corriente de la época, Huxley fue muy duro sobre la manipulación genética en su libro, y utilizó para su crítica el mecanismo de aumentar los errores del momento con la lupa del tiempo. La humanidad que describe, creada completamente en máquinas, está dividida en castas: Alfa, Beta, Gama y Épsilon. Cada una de ellas fabricada de acuerdo con sus futuras funciones de formas que se adapten bien a las mismas y nunca se sientan frustradas. La reproducción sexual (no así el sexo) se convierte en tabú y en consecuencia no existe palabra más perniciosa y escandalizadora que «madre».
Portada de «Un mundo feliz» de Aldous Huxley

debolsillo / 256 págs.

Un mundo feliz

Aldous Huxley

El trauma postbélico satanizó todo lo referido al tercer Reich y las predicciones de Huxley no llegaron a más. Cualquier tipo de manipulación genética se asoció a la pesadilla nazi y consecuentemente se prohibió. Sin embargo, la memoria es olvidadiza y esa vacuna empieza a perder efecto. Al menos en países Occidentales parece que hay acuerdo tanto entre políticos como entre investigadores, pero que frívolamente se abra el debate motivado por un video de YouTube me parece que es sintomático de que algo se está moviendo.
La verdadera genialidad huxleyana consiste en presentarnos una distopía con disfraz de utopía. El riesgo, que nos creamos que es una utopía. En realidad, y si recurrimos a un nivel práctico, el mundo planteado por Huxley es ideal. El autor, además, excluye todo tipo de juicio de valor, expone la realidad tal y como la ha creado e incluso se permite que haya personajes que argumenten con inteligencia a favor de esa coexistencia de castas, como el caso del Interventor Mundial Mustafá Mond. El único personaje que no llega a transigir con la buena vida es John, denominado El Salvaje porque nació por accidente fuera de la civilización y solo tuvo las obras completas de Shakespeare como maestro. Su actitud ante la sociedad que contempla es de rechazo frontal, llegando a infringirse dolor para sentirse humano. En ningún momento entra a debatir si alguno de los avances pudiera ser positivo, porque la bondad y la belleza están fuera de la ecuación de lo que allí se vive.
Estamos en un momento decisivo para cuestionarnos si la aplicación de los avances genéticos en el ser humano nos va a mejorar y cómo esas mejoras van a afectar a nuestra naturaleza. La lectura de Un mundo feliz se me antoja una excelente piedra de toque para valorar nuestros valores humanos. Si el libro nos hace dudar, significa que ya estamos inclinados hacia esa pendiente que nos lleva a un cambio antropológico de consecuencias trascendentales como individuos y como especie. Léalo.
Comentarios
tracking