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El cantante Nick Drake, en 1969

El cantante Nick Drake, en 1969

Una historia de vampiros sin monstruos

Miguel Ángel Oeste se sumerge en la figura del desdichado héroe del folk, Nick Drake

Tras el éxito alcanzado con Vengo de ese miedo (Tusquets, 2022), el escritor de documentales, crítico literario y miembro del Comité de Dirección del Festival de Cine de Málaga, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1973), publica una novela en torno al músico legendario Nick Drake, que fue encontrado muerto el 25 de noviembre de 1974 en la casa familiar.

Perro negro

editorial Tusquets. 296 páginas

Perro negro

Miguel Ángel Oeste

Como cuenta el autor en el epílogo, a finales de la década de los años noventa, tras escuchar la canción River Man, se sumergió en la obra del mítico compositor británico y, unos años más tarde, en la escritura de una obra de ficción en torno a su biografía; estuvo trabajando en ella durante los años comprendidos entre 2002 y 2008 y, una década más tarde, en 2023, comenzó a reescribirla con el convencimiento de que, aunque volverían las sombras de entonces, el que escribía ahora era ya otro Oeste. La novela primigenia que se publicó en una tirada pequeña y cuyo paratexto principal toma el nombre de la casa de la familia Drake, Far Leys (Zut, 2014), adopta ahora el sintagma «perro negro» que el folclore anglosajón asocia a los fantasmas y los espectros, «un augurio de muerte y una diana de los problemas de la salud mental», según él mismo afirma.

Perro negro, término metafórico con el que Winston Churchill gustaba llamar a la melancolía que lo acompañó y poseyó durante largos periodos de su existencia, no es simplemente una biografía novelada sobre el compositor que parece haber inventado sus canciones para sobrevivir a la depresión que nunca lo abandonó, sino que es también una invitación a no relegar al olvido los recuerdos. Gracias al silencio que procura la escritura, el escritor retorna al diálogo con las letras y melodías nostálgicas de la música de Drake y a la conversación con las voces que salen al rescate de su propia existencia.

Mientras se entretejen los lazos entre imaginación y memoria, Miguel Ángel Oeste recrea ficcionalmente los hitos más destacados de la vida de Nick Drake: los orígenes familiares, su nacimiento en Rangún (Birmania), adonde su padre se trasladó en los años treinta por motivos laborales; los años transcurridos en el hogar familiar de Warwickshire desde 1950; las grabaciones musicales de su madre, impregnadas de la fragilidad fatal y del tono nostálgico, que Nick heredó; el internado en la Eagle House School, de Berkshire, y su ingreso en el Marlborough College, de Wiltshire, donde forjó amistades que lo recuerdan con un temperamento reservado y seguro, que nunca nadie llegó a conocer del todo; la participación como pianista que toca el saxofón, junto a cuatro amigos del colegio, en la banda The Perfumed Gardeners durante los años 1964 y 1965; su ingreso en 1966 en el Fitzwilliam College de la Universidad de Cambridge, tras una breve estancia en la Universidad de Aix-Marseille, donde comenzó a consumir drogas; el viaje a Marruecos y el posterior deterioro del rendimiento académico; o su presentación en los clubes londinenses y en Camden Town, cuando emergió como estrella del folk, entre otros. Las extrañas afinaciones y las fascinantes técnicas de su punteo, las oscuras letras de sus composiciones, la variedad de símbolos que extrae de la naturaleza, la tristeza de las melodías o el fuerte poder evocador de las canciones tiñen las páginas de Perro oeste.

Tras un trabajo de rigurosa documentación que ha llevado al autor a visitar los lugares por los que transitó este compositor que con su temprana muerte engrosó el Club de los Veintisiete, Miguel Ángel Oeste alza un homenaje al malogrado músico británico y a todos aquellos artistas que nacieron con el estigma y la maldición de los vampiros; casi todos ellos fueron ignorados en vida, no fueron comprendidos por sus contemporáneos y solo con el tiempo alcanzaron el reconocimiento que merecían.

En medio de una atmósfera envolvente de relato gótico, Perro negro se hace eco de tres obras literarias que de alguna manera la vertebran, tanto en su armazón compositiva y en el diseño de los personajes (Drácula, de Bram Stoker), como en el tono melancólico de los amores imposibles que se narran (El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald) y en la superposición de dos estructuras narrativas que funcionan en una sola (Jardines de Kensington, de Rodrigo Fresán).

Con una estructura narrativa algo caótica que podría revestir cierta complejidad en su lectura, el escritor malagueño reproduce formalmente la fractura vital de los seres atormentados que protagonizan la novela, y alza el retrato de una generación marcada por la ruptura social, el consumo de drogas y la promiscuidad sexual y una crónica de la cultura del pop en la década de los años sesenta. El lector avezado reconocerá, tras el personaje de Richard West, al actor Heath Ledger, gran admirador de la música de Drake que, unos meses antes de su muerte, grabó en su apartamento de Nueva York un videoclip de la canción Black Eyed Dog para una exposición a él dedicada; es él quien solicitó ayuda a Janet Stone, amiga del compositor que, treinta años después de su fallecimiento, se dispone a ordenar los recuerdos sobre la vida del amigo y la suya propia; en ella permanece la figura del crítico musical Ian MacDonald que, tras conocer al artista en Cambridge, recibió años más tarde su visita en su apartamento londinense con Paul Wheeler y consideró Pink moon como la obra maestra de un alma esquiva.

Si en la novela autobiográfica Vengo de ese miedo Miguel Ángel Oeste se enfrentó a la narración del dolor inenarrable provocado por una situación de maltrato durante la infancia, en Perro oeste rinde homenaje a la veracidad del dolor que revela quiénes somos a través de una narración que recrea la belleza de la destrucción que proyecta la vida de Nick Drake. En una época en la que quizá por superficialidad o por temor se tiende a ocultar la presencia del sufrimiento, la novela acoge el dolor de la inestabilidad emocional, del insomnio y de la depresión, del fracaso y de las adicciones. Perro negro vuelve a uno de nuestros anhelos verdaderos: todos deseamos regresar a un lugar donde poder descansar, al hogar de Far Leys, donde Drake escribió canciones tan hermosas como Place to be: «Now I'm darker/ than the deepest sea / Just hand me down, / give me a place to be».

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