
El CEU dedicará al escritor británico G.K. Chesterton un congreso con motivo de su 150 aniversario
El barbero del rey de Suecia
Chestertonismo en marcha
Aurora Pimentel escoge muy bien las de Chesterton, pero a la vez deja que su sensibilidad aflore en los comentarios
Aurora Pimentel Igea (Madrid, 1961) ha publicado En casa (CEU Ediciones, 2024) que, como explica el subtítulo, es «Una aproximación a las ideas sobre el hogar y lo doméstico de Gilbert Keith Chesterton». Lo que Chesterton tiene que decir sobre la familia y la casa es de gran interés, de acuciante actualidad y justifica una recopilación. De hecho, Álvaro Silva ya la hizo con el título El amor o la fuerza del sino.
El libro de Aurora Pimentel ofrece más. La «aproximación» que promete se cumple y, además, es personal. Es la suya propia y, encima, dirigida hacia nosotros: nos trae a Chesterton a este tiempo y a las inquietudes presentes. En este sentido, el libro se construye sobre una tensión (admirativa, pero tensión) entre la autora y el escritor inglés. Se podría decir que es una obra escrita a cuatro manos y, por eso, el barbero, cuando haga su selección, va a alternar meticulosamente las citas de ella con las de él.
Aurora Pimentel escoge muy bien las de Chesterton, pero a la vez deja que su sensibilidad aflore en los comentarios. El mismo título es un excelente ejemplo. Todos conocíamos la anécdota, que repetimos con frecuencia para describir el despiste de GKC y para tratar de excusar el nuestro. Chesterton, que se perdía continuamente, escribió el siguiente telegrama a su mujer: «Estoy en el mercado de Harborough. ¿Dónde se supone que debería estar?» El mérito de Pimentel es que completa la anécdota con la respuesta menos conocido y más importante de Frances Blogg, , y la eleva a la condición de categoría. Contestó: «En casa». Ahí es donde tendría que estar Chesterton y todos nosotros, concluye la ensayista, si quisiésemos recuperar el centro de la vida social y personal.
«Sin duda alguna en los textos de Chesterton sobre el hogar encontramos elementos que muestran su armazón filosófico», afirma API; y, mientras muestra esa armazón, hace reflexiones propias; se marca una crítica muy atinada a la moda de las tradwifes, con gran respeto, pero viendo que les falta un entendimiento profundo de lo que es un hogar; recuerda a sus maestros del máster de Humanidades de la UFV y las conversaciones entre clases con sus compañeros y, especialmente, con sus compañeras; cita a autores contemporáneos, como José María Contreras Espuny o Gregorio Luri; recuerda películas clásicas, ya sean de Fernando Fernán Gómez, como La vida por delante (1958) y La vida alrededor (1957), o comedias de Hollywood; etc. Aurora Pimentel Igea no teme, en definitiva, a las digresiones filosóficas y vitales.
Sus hallazgos son constantes. Pondré uno como ejemplo. Subraya que, contra lo que era usual en su clase social, Chesterton no fue ni a colegios internos ni tuvo preceptor. «Pasó una infancia muy «casera», muy doméstica, con mucho tiempo libre en su casa, leyendo». La huella de aquella educación insólita es obvia.
El resultado es un ensayo insólito. Si el pensamiento de Chesterton sigue vivo es porque atañe a sus lectores y sirve para iluminar los problemas de hoy y alumbrar las soluciones del mañana. Pimentel distingue y matiza, en las propuestas de Chesterton, entre las adherencias de su época y entre los valores eternos, subraya sus aciertos (como los efectos secundarios del trabajo de la mujer fuera de casa) y proyecta sus ideas sobre aquellas cosas que no pudo prever (como la epidemia de soledad que nos asola). El resultado es un chestertonismo vivísimo, conversacional, divertido, profundo, valiente y necesario. Veamos ahora unas ráfagas:
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La casa es acogerse a lo sagrado: en ella honramos nuestros manes, lares y penates. [API]
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Los dirigentes de la plutocracia moderna saben lo que hacen. Un profundo y preciso instinto que les conduce a considerar el hogar doméstico como el mayor obstáculo opuesto a su inhumano progreso. Sin la familia, quedamos desvalidos frente al Estado que, en nuestro caso moderno, es el Estado servil. [GKC]
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Lo que en el hogar se hace no se hace sin una presencia, sin estar. [API]
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Que nadie se jacte de que abandona su vida familiar en busca del arte o del conocimiento; la abandona porque huye del conocimiento desconcertante de la humanidad y del insoportable arte de vivir. [GKC]
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El ideal no debe ser abolido; puede perfeccionarse. [API]
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Si quieres que el hombre corriente luche, debes ofrecerle aquello por lo que mejor lucha: su propio honor y su propio hogar. [GKC]
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A Frances, como a su marido, le habría encantado tener hijos y, de hecho, visitó a médicos que la sometieron a distintos tratamientos, ninguno exitoso. […] Fueron padrinos por separado o juntos de unos veinticinco niños. […] Ambos se hicieron responsables financieramente hablando de muchos niños. [API]
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Así como la cerveza no tiene una buena oportunidad entre los hombres a los que se les niega el pan, el matrimonio no tiene una buena oportunidad entre los hombres a los se les niegan la libertad y la propiedad. [GKC]
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El más imperdonable de los vicios es ser, como se dice popularmente, un «chinche» (fastidious en inglés). [API]
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No sólo hay virtudes domésticas, sino valores domésticos, en el sentido de utilidad y belleza, que se salvaguardan mejor con las tradiciones puramente domésticas; que no sólo la ropa sucia, sino —de manera mucho más evidente— la ropa limpia se lava mejor en casa. [GKC]
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Un esfuerzo con-vivir, esto es, vivir juntos bajo el mismo techo, que es lo que hacemos en el hogar. Ese esfuerzo implica, como ve Chesterton, la locura y comedia que hay en todo, el romance, en el sentido de que nuestra historia no está bajo nuestro control completo. […] Los textos de Chesterton sobre el hogar respiran así ese aire de comedia screwball. [API]
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La misma moraleja podría extraerse del hecho de que el perro guardián lucha mientras el perro salvaje suele huir. Del marido, como del perro doméstico, se puede decir a menudo que ha sido domesticado para que sea fiero. [GKC]
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El hogar es, en cuanto lugar propio del «encarnamiento» humano, el lugar más opuesto a lo cursi. Si bien lo cursi es una categoría estética, no sólo: para mí tiene una dimensión ética y hasta una razón metafísica última. […] Es difícil que un hogar que sea hogar —que acoge a la vida— sea cursi, aunque se intente: hay demasiada desnudez. […] Es muy difícil hacerte pasar por lo que no eres en tu propia casa. [API]
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La familia es en sí misma algo más salvaje que el Estado […] Tiene sus propias leyes […] Sus obligaciones son el amor y la lealtad. […] Tiene una autoridad tan salvaje como la anarquía. […] Está fundada en el amor en lugar del miedo. […] No hay nada en ninguna otra relación social que sea paralelo a la mutua atracción de los sexos. [GKC]
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Hoy en día no sólo se nos impide [a las mujeres] expresar determinados deseos, sino hasta reconocerlos por dentro sin sentirse «antigua». [API]
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Una «joven romántica» significa, en una lengua simplemente más pobre, una persona normal y corriente de sexo femenino a la edad más activa e interesante. De hecho, no hay nada más digno que ser una joven romántica, a menos que se tenga la suerte de ser un joven romántico. [GKC]
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Lo cursi no deja de ser una impresionante violencia que hacemos a nuestro yo más verdadero e íntimo. [API]
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Aquí termina mi existencia anterior. Tómala: me llevó a ti. [GKC, en una carta que escribió a Frances cuando eran novios]
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La advertencia de Chesterton a los filántropos [de que respetasen la soberanía de cada familia, sin inmiscuirse en ella] podría hoy dirigirse a cualquiera: al Estado, a los amigos y familiares, a madres y suegras, y a cualquiera que, con buenas o malas intenciones, quiera corregir el color de una casa que no es la suya. […] El color de cada casa es sagrado. [API]