
Cubierta Los comuneros
Un cómic sobre los comuneros
Ha llegado a las librerías «Los comuneros», la novedad de Cascaborra Ediciones en torno a la revuelta de las ciudades castellanas contra el rey Carlos I y su regente Adriano de Utrecht
Cascaborra Ediciones, que va añadiendo títulos a su colección «Historia de España en viñetas» ha publicado el cómic Los comuneros. Con guion de Miguel Gómez Andrea, «Gol», dibujo de Aurelio Medina y prólogo del profesor Carlos Belloso (Universidad de Valladolid), el título es lo bastante elocuente como para no necesitar mayor presentación: se da cuenta de la Guerra de las Comunidades (1520-1522), que libraron las ciudades castellanas contra el Consejo de Regencia a cuyo frente estaba el cardenal regente Adriano de Utrecht (1459-1523), que terminaría siendo el Papa Adriano VI.

CASCABORRA (2025). 64 páginas
Los comuneros
Desde el propio prólogo, que hace votos por que «la llama comunera no se apague», el cómic mira con simpatía a Bravo, Padilla y Maldonado y se vuelve torvo hacia el cardenal regente y los partidarios del rey Carlos. No es tanto una crítica como una observación: el relato se incardina dentro de la corriente que ve a los comuneros como símbolos de la lucha contra el poder imperial y de la defensa de las libertades castellanas. A partir de la presión tributaria, la corrupción y el desprecio por Castilla –la aprobación por un voto del servicio para la coronación imperial y la partida a Alemania– la rebelión se desata contra un rey que exprime a sus súbditos y «está sacrificando el bien común de Castilla a sus intereses personales y dinásticos». En este sentido, quizás se echa un poco de menos una reflexión más crítica en torno a la lucha entre las élites castellanas, que temían verse suplantadas, y las flamencas y españolas que medraban al amparo del nuevo orden real e imperial. Como apunta Carlos Belloso, recordando el regeneracionismo, quizás lo moderno y revolucionario lo encarnaba el rey Carlos y lo reaccionario se agrupaba bajo las banderas de las Comunidades. Quede al lector formarse un juicio sobre el alzamiento que lideraron Juan de Padilla (1490-1521), Juan Bravo (1484-1521) y Francisco Maldonado (1480-1521).
Es de agradecer la importancia que se da en el relato a mujeres como María Pacheco (1496-1531), que lee en la pág. 14 la «convocatoria» –que reúne las exigencias de las comunidades– y a la propia reina Juana, prisionera en Tordesillas y liberada por los comuneros.
El dibujo aprovecha los interiores para jugar con la luz, las sombras y las alturas y crear escenas de un misterioso dramatismo como las de las páginas 21, 47 –esa iglesia toledana de San Román– y 57. Hay exteriores vistosos como la marcha a la batalla del ejército comunero (pág. 17) que pone en fuga al alcalde Ronquillo y socorre a Segovia. La batalla de las páginas 52 y 53 está llena de dinamismo. Hay viñetas tremendas como la de los ahorcados de la pág. 10, el linchamiento de la pág. 12 y el detalle en escorzo de Adriano de Utrecht en la pág. 15. No nos hace falta ver más para comprender que estamos ante un tipo muy peligroso: «el castigo de Segovia servirá de ejemplo para las otras ciudades y les infundirá el temor suficiente para no intentar cosas parecidas».
Se trata, en suma, de un muy buen cómic que se lee con agilidad y gusto.