
Luis Medina Cantalejo, junto a los excolegiados Carlos Clos Gómez y Alberto Undiano .
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La destitución de Luis Medina Cantalejo como presidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), evidencia la caída de un órgano arbitral que lleva poniéndose en cuestión durante años, con polémicas que lo han ido desgastando con el tiempo hasta acabar descomponiéndolo. La perdida de la credibilidad del Comité ha erosionado con dureza sus pilares hasta terminar con la cúspide de la pirámide. Ha sido la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) la que lo ha anunciado hace escasas horas.
Carlos Clos Gómez, principal responsable del VAR, Rubinos Pérez, número dos de Medina Cantalejo y los vicepresidentes; Lizondo Cortés, González Vázquez y Lesma López, también han sufrido las consecuencias de la regeneración del cuerpo directivo del CTA, que cierra la etapa sin el buen sabor de boca que cabría esperar. La estancia del presidente del Comité, desde el 2021, no ha logrado promulgar una estabilidad real dentro del arbitraje nacional y los errores desde la sala VOR y desde el propio campo han propiciado una salida a marchas forzadas.
Durante su gestión, el VAR, lejos de resolver las controversias arbitrales, se transformó en una fuente de nuevos conflictos y debates. Los continuos escándalos, la arbitrariedad percibida en las designaciones, la falta de transparencia en las decisiones y los criterios incoherentes han dinamitado la fe en el sistema arbitral. Pese a que el Caso Negreira, que reveló pagos millonarios del FC Barcelona a José María Enríquez Negreira, exvicepresidente del CTA, data de años previos, la respuesta de Medina Cantalejo y su equipo se consideró ineficaz y descuidada, intensificando las críticas hacia su gestión.
Un nuevo comienzo
Rafael Louzán, presidente de la RFEF, ha actuado con contundencia al ordenar una renovación integral del CTA, buscando erradicar un modelo que ha sumido al arbitraje español en una crisis de credibilidad. Su plan establece una estructura dual, liderada por un CEO y un director deportivo, quienes asumirán la dirección del nuevo proyecto. La presentación de esta cúpula, prevista para el 2 de julio, marca el inicio de una transformación profunda, destinada no solo a corregir los errores del pasado, sino a reconstruir el sistema arbitral desde sus cimientos, adaptándolo a las exigencias del fútbol profesional moderno.
El principal reto será recuperar la confianza perdida, dañada por el escándalo del Caso Negreira. La nueva dirección priorizará sistemas objetivos para evaluar y designar árbitros, asegurando imparcialidad. Se adoptarán métricas de puntuación y auditorías internas para eliminar favoritismos y transparentar el proceso. La gestión del VAR, fuente de controversias, será clave: estandarizar protocolos, optimizar su aplicación y abrir canales de comunicación públicos son pasos esenciales para disipar dudas y recuperar la confianza en un arbitraje español sumido en el descrédito.