Lo que cuesta ganar la Champions (Imagínense 6 en 11 años)
Este es un Barça con magnífico futuro, aquel vivió una larga cuesta abajo europea. Pero con esa fragilidad no se reina en Europa
Noche cruel para el Barcelona. Lo inesperado para tantísimos sucedió. Por un triste punto se quedó fuera de la Final Four de la Euroliga, 85-84 en Mónaco, y por un triste gol se quedó a las puertas de París, 4-3 en Milán. Un punto. Un gol. 'Porca miseria'.
El de Raphinha, el de la remontada. le puso mirando a la Torre Eiffel. Sonaba la trompetería, todas las fanfarrias. La remontada era de época. Y lo estaban mereciendo, oigan. En ambos escenarios peleó con gallardía, buen juego y seguramente escasa fortuna.
Lo mal que defendió y el portero Sommer forman parte de esa mala suerte. El meta suizo le amargó la noche a Lamine. La suerte que buscaron y encontraron los rivales. Esa cosa de los detalles. No debemos escatimarles una gran ovación. Pero...
El pero se sabía: cuesta mucho ganar la Champions. Y la Euroliga, por supuesto. Recelaba servidor con la euro euforia futbolera que rodeaba al equipo. Era como si las semifinales fueran un trámite. Y no. Cuesta mucho ganar, sí. Imagínense seis veces en once años pensarán en el Madrid. Quizá cierto madridismo acabe admitiendo eso: lo difícil que es reinar en Europa. Una vez, ¿eh? Seis, la locura.
Lo tienes cerca y el rival te caza en su único remate a puerta en la segunda parte. Un central, Acerbi. Y ahí le duele a los azulgrana: encajando siete goles, siete, difícilmente te metes en una final. Te mete marcar seis, ¡qué más vas a pedir! Cuatro goles fuera en su puerta, como en los últimos tiempos de Messi y compañía. Con una cara distinta por supuesto.
Este es un Barça con magnífico futuro, aquel vivió una larga cuesta abajo europea. Pero con esa fragilidad no se reina en Europa. Antes, ahora, nunca. Aunque le des un baño al rival, sobre todo en el segundo tiempo. Y es curioso: Eric estuvo bien. Y Gerard. E Iñigo. Más gris Cubarsí, mal sólo Araújo. Sucede que son mejores futbolistas que defensores. Un mal muy extendido.
El Barça estuvo sólo seis minutos por delante en toda la eliminatoria. Seis. Ni una pega al Inter, por tanto y por supuesto. Orgullo azulgrana, orgullo interista. Que no es mejor que el Barça ni en broma, pero no perdió ninguno de los dos partidos y demostró que también tiene su cuajo, el que le lleva a repetir final dos años después. Aquella, ante el City, no mereció perderla. Esta vez, de dominar 2-0 a ceder el 2-3 en el 87, supo empatar cuando todo estaba perdido y adelantarse después. Tiene sus armas, las que le llevan al podio del torneo estos tres últimos años.
Muy cerca se quedó el Barça que se quejó del arbitraje, del señor del doble toque de Julián Álvarez por cierto. En Europa no pita Negreira. Que volvió a ser protagonista horas antes del partido. El presidente Louzán, el de la Federación, dijo que el asunto le parece bochornoso «pero no influyó en las decisiones de los árbitros». Así arrancó el día y acabó con el KO azulgrana. Lo que muchísimos no esperaban. Europa no perdona. Europa elige. Y generalmente, bien. Aquí elegimos Negreira.