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Xabi Alonso y VInicius Junior al finalizar el partido contra el Liverpool en la Champions League

Xabi Alonso y VInicius Junior al finalizar el partido contra el Liverpool en la Champions LeagueEFE

Xabi cambia la táctica para explotar los espacios con Vinicius y Mbappé: esperar atrás y lanzar la estampida

  • Lo vimos en Atenas: no hubo presión alta, se dejó avanzar a Olympiacos y se remató al contragolpe

  • Vinicius siente que así rinde mejor y vuelve a ser determinante y el equipo se adapta al jugador que marca los tiempos en ataque

El Real Madrid le dejó claro a Xabi Alonso que fue fichado para aplicar su ideario y que tenía toda la potestad para hacer las tácticas que quisiera. La reflexión que el entrenador realizó con la dirección deportiva y con su cuerpo técnico es que había dos fórmulas: mantener su proyecto de presión alta y constante durante todo el partido o ejecutar un sistema con menos tacticismo que explotara la calidad al contragolpe de Vinicius y Mbappé, dejando avanzar al rival para encontrar los espacios.

El jefe del banquillo dialogó largo y tendido con todos sus hombres para palpar el deseo de la plantilla. Los líderes del equipo manifestaron abiertamente que deseaban la segunda estrategia, que es menos sacrificada en el trabajo defensivo sin balón y subraya el protagonismo de ellos con la pelota en sus botas, para sacar mayor provecho de las dos estrellas del ataque.

El análisis interno del guipuzcoano con la dirección deportiva de la entidad y con su staff era que si continuaba con su cambio total táctico los buenos resultados podrían tardar y el club no le permitiría tanta paciencia, porque la exigencia del Real Madrid le impone ganar no mañana sino ayer, antes de empezar.

El vasco ha optado por otorgar prioridad a la eficacia letal de las dos figuras del grupo. Atenas presenció un cambio que demostró que los futbolistas estaban más a gusto en ese esquema. Manos a la obra.

Esperar, robar y la estampida

Los líderes del plantel expusieron a Xabi que jugarían más a gusto en un esquema que esperaba al enemigo para que adelantara líneas, robarle el balón y buscarle las cosquillas a la contra con la calidad ofensiva de sus centrocampistas y de sus delanteros. Y se lo iban a demostrar.

Eso esperaba el técnico, porque la autogestión sufrida en Vallecas y en Elche fue un desastre. En ambos campos no hubo ni presión, ni robo, ni contragolpe, ni nada. Estaba claro que así no podían seguir y por eso llegaron las reuniones del entrenador con sus hombres para tomar cartas en el asunto y acabar con esta dicotomía que mostraba un Real Madrid sin personalidad, sin carácter y sin fútbol. Sin nada.

Parecía, como emitía «radio macuto mentidero», que algunos le estaban haciendo la cama para mandarle a dormir a su casa. Lo que hizo Alonso fue inteligente: llamó a sus pupilos para hablar y montar la cama juntos, que no es lo mismo, estirando las sábanas blancas del contragolpe, que no es lo mismo, con Vinicius y Mbappé cogiendo las puntas de la sábana para extenderla bien. Así despertaron por fin tras este letargo vivido en Liverpool, en Vallecas y en Elche. El aviso a navegantes lanzado por el club, apoyando a Xabi, hizo despertar a todos.

Para jugar como les gusta hay que demostrar

El Real Madrid jugó en El Pireo como deseaban los jefes del vestuario, esa segunda opción que el entrenador tenía en su cabeza como más sencilla y viable. Un esquema que se aplica fácilmente, inmediatamente, porque se basa en esperar en el medio campo madridista, presionar, morder, robar y lanzar la estampida con Bellingham y Güler de lanzadores de pases para dos galgos, Vinicius y Mbappé. Es una estructura táctica que exige menos desgaste físico porque no se presiona desde arriba sino cuando el rival traspasa la línea del centro del campo, para robar y aprovechar los espacios.

Alonso hizo una advertencia al grupo que casi no tuvo que mencionarla. Se daba por entendida, porque aquí hay campeones de Champions: vino a decir a sus hombres que si jugaban como les gusta había que demostrar que es lo mejor para el equipo y sobre todo había que ganar. No valía jugar como uno quiere y perder. No valía hacer lo que prefieren y no marcar la diferencia. Los futbolistas asumían una responsabilidad.

Vinicius brilla con esta estrategia

Los blancos vencieron en El Pireo con ese estilo y volverán a funcionar así en Gerona y en Bilbao. Está claro que este sistema beneficia las condiciones letales de Vinicius. El brasileño se siente a gusto con espacios y recibiendo balones en profundidad o enviándolos con su precisión de Garrincha para que Mbappé marque goles con su zancada, su visión de jugada y su remate conciso.

Vinicius fue el mejor en Grecia. Estalló su regate, su galopada selvática, su sentido del desborde y la clase de su centro mortal. Así seduce y juega a placer. Es trabajo del entrenador sacar lo mejor de las estrellas y si así lucen hay que jugar como ellas lucen. Es inteligencia emocional desde la jefatura.

Por supuesto, Xabi ha dejado claro a sus pupilos que no siempre podrán jugar así. Los grandes duelos de Champions pueden exigir la presión desde arriba y sus hombres saben que habrá encuentros en los que deberán realizar este esfuerzo extraordinario. Pero han manifestado que en la mayoría de los partidos prefieren jugar a la estampida, sin presión alta, valorando más su dominio del balón y el lanzamiento del contragolpe. Valorando más su posesión y no tanto el tacticismo del robo desde arriba.

Lo bueno para el Real Madrid es que Mbappé hace goles con todas las estrategias: presión alta, contragolpe, presión baja y estampida. Hoy en día es el mejor del mundo. Y lo será más si Vinicius rinde a tope, con sus asistencias de oro. Dos potenciales balones de oro en la misma jugada, en el mismo ataque, en el mismo once. El jefe del banquillo ha dicho con razón: deben jugar como quieren.

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