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20 de abril de 2024

José Manuel Cansino

El precipicio de las materias primas

Los precios de las materias primas son más volátiles que los precios de los bienes de consumo salvo en situaciones de guerra en las que estos últimos también se disparan

Actualizada 12:08

Rusia sabe que el mundo del petróleo se acaba. A partir de 2050 el recorrido para este combustible en el sistema energético mundial habrá caído al mismo ritmo al que los países firmantes del Acuerdo de París de 2015 alcancen sus compromisos de haber transformado sus economías en poco dependientes de la quema de este combustible. La invasión de Ucrania no responde, sin embargo, al interés ruso por controlar yacimientos de minerales claves en el nuevo «mundo verde». No los hay. Los yacimientos de las denominadas «tierras raras» determinantes para el desarrollo de las tecnologías limpias no están en Ucrania. Tampoco están en Rusia pues apenas controla el 1.1 % de la producción mundial según estima el «U.S. Geological Survey». Todos los análisis simplistas de cuestiones complejas son incorrectos. Atribuir a Rusia un interés principalmente económico en su invasión también lo es.
Igualmente lo es atribuir la escalada del precio de las materias primas a este escenario bélico. La escalada de precio ya se había consolidado en 2021. Para entender alguna de sus causas es útil leer el documento de Luis de la Torre Palacios y José Antonio Espí publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos. Estos autores señalan que en los metales más importantes, tales como el cobre, zinc, plomo, níquel, metales preciosos y otros, los precios se determinan en los llamados mercados terminales. De entre ellos sobresalen el London Metal Exchange, que técnicamente funciona como una bolsa, pero también hay que destacar el New York Commodity Exchange y el Shanghai Metal Exchange.
Dependiendo del mineral que se negocie la estructura de negociación es diferente variando entre productos en los que el precio está marcado por muy pocos operadores y otros donde hay una fuerte competencia. Entre el primer tipo hay que ubicar materias primas de la importancia del mineral de hierro, sales potásicas o litio. Con estructura competitiva opera la fijación del precio del oro, plata, wolframio, plomo, zinc, aluminio, cobre o níquel. Pero tanto en uno como en otro tipo de mercados operan no solo las compañías industriales productoras y los compradores industriales, sino también los intermediarios e inversores de todo tipo. Especial importancia tienen los fondos de inversión si bien y en rigor, el impacto que tienen en el precio final es casi imposible de establecer porque las condiciones de negociación son anónimas.
Otra manera de cerrar operaciones de compra-venta de materias primas es mediante negociaciones directas entre compradores y vendedores a través de los denominados mercados OTC (over the counter). Pero sea cual sea la manera en la que se cierran las operaciones compra y venta, la cuestión que importa en estos meses es si la economía puede o no esquivar el precipicio inflacionista al que empujan las materias primas energéticas pero también las no energéticas. Planteada la cuestión en otros términos, ¿cuánto tardaría en aumentar la oferta de estas materias primas para anclar la subida de precios?
Los autores anteriores señalan que habitualmente se necesitan más de cinco años para responder a los cambios de precios. La demanda en el mercado de los minerales y también en los agrícolas se adapta de una manera muy general a los ciclos de actividad económica así que es factible analizar si resulta o no rentable explotar un nuevo yacimiento, pero en el corto plazo las fuertes variaciones son más difíciles de comprender así que el margen es mucho menor. Sin embargo, que sea menor no significa que sea nulo sobre todo cuando ya existe una infraestructura que puede volver a ponerse a pleno rendimiento. Es el caso de la extracción de gas (y de petróleo) mediante la técnica de «fracking».
Los precios de las materias primas son más volátiles que los precios de los bienes de consumo salvo en situaciones de guerra en las que estos últimos también se disparan. Los economistas atribuimos este comportamiento a la rigidez de la respuesta de la oferta a cambios en el precio del producto, esto es, a pesar de que se dispare el precio de una materia prima, la reacción de la oferta para atender el mayor volumen de pedidos es muy lenta.
El problema es complejo pero hay opciones. La revisión de los plazos de la transición energética es una de ellas mediante la reactivación de la centrales térmicas a carbón. La excepcionalidad fiscal es otra de ellas. Esta segunda parece la más probable y pasa por una notable rebaja fiscal sobre los combustibles compensando la menor recaudación con una mayor emisión de deuda pública que en esta ocasión la comprarían los inversores privados atraídos por unas rentabilidades más altas.
  • José Manuel Cansino, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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