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19 de abril de 2024

José Manuel Cansino

¿Fraccionar la tecnología para la dependencia?

El desafío de la irrupción de los boomers en los servicios de la dependencia obliga a replantearse nuevamente el fraccionamiento de nuestro sistema sanitario

Actualizada 04:30

El gasto en servicios sanitarios en España alcanza el 11 % de nuestro PIB. Esta cifra incluye tanto el gasto público (más de 90.000 millones de euros M€) como el privado (unos 32.500 M€) pero excluye el gasto en formación de los futuros profesionales de la salud. Las cifras son las últimas publicadas por el Ministerio de Sanidad a través del Sistema de Cuentas de Salud y están actualizadas a 2022.
De cuantas cifras se presentan hay algunas partidas que van a sufrir grandes cambios en pocos años; cambios que vendrán de la mano de la evolución a una situación de la dependencia de los que ahora casi todos llaman boomers o baby boomers. En España este amplísimo colectivo corresponde a los nacidos entre 1957 y hasta 1977.

La clave está en no sólo trabajar sobre la calidad de vida de las personas dependientes sino también mejorar su autonomía

La explicación es sencilla; el escenario demográfico actual, marcado por el aumento de la edad media de vida de la población y la creciente capacidad de mejora de la aplicación de los avances científicos a la medicina, favorece la tendencia a la cronicidad de las enfermedades. Es el punto de vista de las autoridades sanitarias y está desprovisto de carga ideológica.
Así las cosas, si actualmente las mayores partidas de gastos en asistencia curativa y de rehabilitación se las llevan los centros ambulatorios (casi 35.000 M€) y los hospitales (unos 32.000 M€), en unos años es posible que escalen las partidas de gasto que ahora se destinan a la atención domiciliaria y a los centros de día. La clave está en no sólo trabajar sobre la calidad de vida de las personas dependientes, sino también mejorar su autonomía. Los avances tecnológicos van a ser determinantes.
Está claro que la sociedad no está dispuesta a reducir ninguna de las partidas que ahora absorben la mayor parte del gasto sanitario (hospitales, ambulatorios y proveedores de productos médicos –léase ortopedias y similares–). Todo lo contrario, la sociedad considera que es un derecho que va implícito en su condición de ciudadano y además, demanda mejoras en la calidad de esos servicios en línea con las demandas de los propios profesionales.

La cuestión ahora es cómo financiar la atención sanitaria a los dependientes que vienen

La cuestión ahora es cómo financiar la atención sanitaria a los dependientes que vienen. Téngase en cuenta además que salvo que entremos en una nueva crisis financiera, las autoridades europeas acaban de anunciar que para los presupuestos de 2024 vuelven a estar en vigor las reglas que penalizan un déficit público superior al 3 % del PIB.
Parte de la clave para poder abordar este desafío está en la tecnología doméstica y en su conexión con los servicios médicos de atención primaria y de asistencia. Por ejemplo, a una persona a la que se le detecta un problema de hipertensión o de pérdida de memoria puede estar enviando la evolución de sus constantes vitales desde casa y no de forma periódica cada vez que visita al médico de atención primaria.
El cambio en la gestión de la información sobre las constantes vitales de las personas dependientes o con enfermedades crónicas sería determinante, pues pasaría de ser una actualización de datos periódica a un flujo constante que permitiría a los profesionales de la salud actuar predictivamente. En definitiva, la tecnología permite hoy día anticipar problemas de salud antes de que haya que actuar una vez que el accidente se haya producido.

Durante años habrán de convivir instrumental médico analógico con nuevo instrumental digital

Sin duda los desafíos a superar son muchos. Por ejemplo, hay personas a las que no se identifica como necesitadas de asistencia por su dependencia porque no existe una hoja social única que permita identificar las situaciones de vulnerabilidad. Por supuesto tampoco existe una hoja sanitaria única pero cuando existen ambas, no necesariamente están coordinados los responsables de la administración que deben ocuparse de unas y de otras.
Otro desafío añadido pero no el último está en que durante años habrán de convivir instrumental médico analógico con nuevo instrumental digital; una cuestión tampoco sencilla de resolver.
El desafío de la irrupción de los boomers en los servicios de la dependencia obliga a replantearse nuevamente el fraccionamiento de nuestro sistema sanitario. Hay que llevar la sensatez a la gestión de los servicios públicos. En un mundo donde con frecuencia trabajamos en equipos humanos repartidos en largas distancias pero accediendo a la misma información, no tiene sentido fraccionar el acceso a la información sanitaria ni contratar consorciadamente las herramientas tecnológicas que permitirán atender a esta parte tan determinante de nuestros compatriotas.
  • José Manuel Cansino es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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