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04 de mayo de 2024

El canciller alemán, Olaf Scholz.

El canciller alemán, Olaf Scholz.EFE/EPA/HANNIBAL HANSCHKE

El enfriamiento de Alemania alimenta la esperanza de los países del sur de unas reglas de gasto más flexibles

La locomotora europea recortará este año su crecimiento un 0,3 %, y apenas incrementará su PIB un 0,8 % en 2024

Bruselas corre para cerrar, antes de final de año, la vuelta de las reglas que limitan la deuda y el déficit público de los países miembro. Países como Francia, Alemania e Italia lideran los esfuerzos para encontrar un consenso, a pesar de que es España quien ostenta la presidencia del Consejo Europeo. Todo ello en un contexto de enfriamiento económico en Europa que, según las previsiones, será más acusado en 2024 por el efecto de la subida de los tipos de interés.
La presión crece mientras la deuda pública de la UE alcanza niveles preocupantes en algunos países, superando en muchos casos el límite del 60 % del PIB establecido por la UE. En el caso español, la Comisión alertaba esta semana de que afronta una situación fiscal «muy difícil» en 2024.
Alemania, tradicionalmente más firme en su enfoque fiscal que los países del sur de Europa, está bajo presión para acordar una reforma en respuesta al aumento de las tasas de interés y las advertencias de la Comisión Europea. En el tercer trimestre de este año su economía se contrajo un 0,1 %, según datos conocidos esta semana. De acuerdo con las propias previsiones de la Comisión Europea, el país considerado tradicionalmente como la locomotora europea recortará este año su crecimiento un 0,3 %, y apenas crecerá un 0,8 % en 2024.
El Banco Central Europeo (BCE) ha expresado además esta semana su preocupación por la incertidumbre que generan las negociaciones en curso, advirtiendo que la falta de un acuerdo puede poner en riesgo la estabilidad financiera de la zona euro, lo que podría traducirse en nuevos aumentos en las primas de riesgo de la deuda pública.

Salvaguardas adicionales

En noviembre, la Comisión Europea propuso una reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, buscando reemplazar los límites rígidos sobre la deuda pública y los déficits fiscales por objetivos de reducción de la deuda específicos por país y planes fiscales de mediano plazo en el ámbito nacional.
Sin embargo, esta propuesta inicial no convenció ni a Alemania ni a Italia, lo que llevó a Berlín a presentar una contrapropuesta que la Comisión parece haber aceptado. Esta incluye salvaguardas adicionales contra un exceso de deuda, exigiendo que los países con déficits superiores al 3 % del PIB reduzcan su deuda al menos un 0.5 % por año.
La cláusula de escape que permitió a los Estados relajar el corsé fiscal comunitario durante la pandemia se desactivará a finales de 2023.
Para 2024, los presupuestos de los países de la UE tendrán que volver a un objetivo de déficit del 3 % del PIB si no se alcanza un nuevo consenso. Este período se considera de «transición», ya que las nuevas normas todavía no están aprobadas y la UE debe comenzar a reducir la montaña de deuda pública acumulada durante la pandemia y la crisis energética.
Los procedimientos de déficit excesivo que se abren cuando los Estados incumplen el pacto no se pondrán en marcha hasta ver qué ha pasado en 2023, con las recomendaciones específicas para cada país divulgadas por el Ejecutivo europeo en mayo.
Las propuestas de la Comisión para 2024 se cuantificarán y diferenciarán en función de los retos de deuda pública de cada país, diseñando planes de ajuste y consolidación de las cuentas públicas de forma individualizada. Sin embargo, estos países deberían establecer objetivos fiscales ambiciosos que respeten el 3 % de déficit como valor de referencia.
Por lo tanto, la reforma fiscal supone un delicado equilibrio entre la necesidad de mantener la disciplina fiscal y la urgencia de fomentar inversiones en áreas clave para el futuro sostenible y tecnológicamente avanzado de la región.
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