El automóvil, un sector con el motor gripado
Desde hace 30 meses España exporta menos en términos reales, con un PIB sostenido por consumo e importaciones
Todas nuestras exportaciones de productos llevan desde 2022 en retroceso. Ese año alcanzamos la máxima cifra conseguida hasta la fecha: 387.599 millones de euros, una marca que no hemos vuelto a lograr. En 2023 decrecimos un 0,9 %, a pesar de que la inflación fue del 3,2 %, y la cifra en valor absoluto se quedó en 384.098 millones. En 2024 –año en que nuestra economía fue el faro que iluminó la galaxia– las exportaciones crecieron un 0,1 %, con una inflación del 2,9 %, y se estancaron en 384.465 millones.
Lo que estos datos muestran es que, desde 2022, las exportaciones en términos reales están decreciendo, porque ni siquiera crecen mínimamente en términos corrientes.
Los primeros cinco meses de 2025 arrojan un resultado muy similar, como veremos posteriormente: las exportaciones crecen un 0,8 % en términos corrientes, pero con una inflación acumulada a mayo del 1,4 % ya podemos ver que, de nuevo, estamos en decrecimiento en términos reales.
Toda la supuesta bonanza de nuestra economía se ve ensombrecida por un completo desplome en los últimos dos años y medio en una de las partidas que demuestra la competitividad de los productos fabricados en un país: las exportaciones.
Si esta variable lleva 30 meses en crisis, lo que demuestra es que nuestra economía tiene un verdadero problema: nuestro crecimiento se sostiene únicamente en el consumo interno –el de los hogares, las empresas y las administraciones públicas– y, si para sostener ese consumo aumentamos las importaciones más que las exportaciones, como efectivamente está sucediendo, la situación económica entra cada día más en riesgo.
Hay un sector dentro de las exportaciones que está con el motor gripado y en caída libre
Si, además, tenemos en cuenta que la balanza comercial la sostiene el turismo y este ya muestra síntomas de haber llegado al límite –en junio solo ha crecido un 1,9 % el número de turistas extranjeros recibidos, con tres grandes países en decrecimiento–, la situación nos coloca en alto riesgo para nuestro PIB. Un PIB donde los números tienen una cocina al estilo Tezanos y en el que muchas veces todo lo que reluce no es oro, aunque lo parezca.
Pero siendo todo esto muy preocupante, hay un sector dentro de las exportaciones que está con el motor gripado y en caída libre.
Las exportaciones del sector automovilístico acumulan en los cinco primeros meses del año una caída del 10,5 %. En solo cinco meses se pierden 2.472 millones de euros en exportaciones. Y mientras tanto, el Gobierno habla de «electrificación» como si eso justificara el desplome. La electrificación no debería implicar desindustrialización. Pero aquí parece que el futuro consiste en no fabricar coches, pero sí fabricar discursos.
Los datos siempre terminan dando el relato:
El total exportado entre enero y mayo de 2025 asciende a 163.384 millones de euros, apenas un 0,8 % más que en el mismo periodo de 2024. Pero la inflación acumulada a mayo es del 1,4 %, lo que significa que, en términos reales, las exportaciones siguen en caída.
La caída de los productos energéticos refleja una política energética errática. El crecimiento en productos químicos y materias primas sugiere que exportamos más bienes intermedios que valor añadido.
Ahora bien, el desplome del sector del automóvil es una señal de alarma industrial. Un retroceso del 10,5 % en las exportaciones no puede ni debe ser minimizado. El sector del automóvil está lanzando señales de alarma que algunos parecen empeñados en ignorar. Esta caída no es solo fruto de una coyuntura adversa, sino el síntoma de una pérdida de tracción que lleva tiempo gestándose. El motor se gripa, no por falta de aviso.
Si no se toman medidas, el sector corre el riesgo de quedar rezagado en un mercado global que no espera a nadie
La falta de visión estratégica y la escasa inversión en innovación están pasando factura. Si no se toman medidas urgentes y estructurales, el sector corre el riesgo de quedar rezagado en un mercado global que no espera a nadie.
Es hora de dejar de mirar por el retrovisor y asumir que, sin una política industrial ambiciosa, el automóvil nacional puede acabar aparcado en el margen de la historia.
En definitiva, el crecimiento total del 0,8 % en términos nominales es una contracción encubierta. España no ha conseguido aumentar sus exportaciones ni un 0,2 % anual. Y eso en un contexto de inflación acumulada que supera el 7,5 % en tres años. En términos reales, exportamos bastante menos que en 2022.
Exportamos jamón, química y resignación. Importamos dependencia, coches que ya no fabricamos y discursos que no cuadran con los datos. El ministerio publica cifras con entusiasmo, como si el Excel fuera un instrumento de propaganda.
España no está exportando más. Está exportando el mismo relato de siempre, servido en ruedas de prensa exultantes ante el fracaso real.