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29 de abril de 2024

Imagen del buque Villa de Pitanxo facilitadas por el Ministerio de Agricultura cuando se conoció la tragedia

Imagen del buque Villa de Pitanxo facilitada por el Ministerio de Agricultura cuando se conoció la tragediaGTRES

El informe del Villa de Pitanxo desmiente al capitán: el barco navegaba con olas de 10 metros

  • El patrón defendía que se había producido un fallo repentino en el motor

  • Había dos tripulantes más de los permitidos, pese a que la armadora aseguró que viajaban solo 22

El Villa de Pitanxo no estaba parado cuando empezó a hundirse, ya que navegaba entre olas de diez metros y con el arte de pesca largado, según recoge el informe de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM).
El documento, que tiene carácter preliminar y ha sido conocido este jueves, recoge que a las 4:19 horas de aquel fatídico 15 de febrero de 2022, el patrón del barco emitió una llamada de socorro.
El buque estaba escorado a babor y no podía recuperar la estabilidad, pero, aun en esa situación, el motor no estaba parado y seguía navegando, lo que contradice la versión del patrón, Juan Padín, que defendía que se había producido un fallo repentino en el motor.
El sistema de identificación automática del barco, cuatro minutos después de esa señal socorro, acredita que el Villa de Pitanxo aún navegaba a una velocidad de 2,6 nudos.
Juan Enrique Padín Costas, capitán del Villa de Pitanxo

Juan Enrique Padín Costas, capitán del Villa de PitanxoEl Debate

La investigación técnica sostiene que, minutos antes del naufragio, el barco tenía el arte de pesca largado por popa, conteniendo todavía las capturas de las últimas horas de arrastre, ejerciendo con su peso un «fuerte tiro» que limitaba los movimientos del pesquero, informa Efe.
Por causas que, según la comisión, «aún se están analizando», el Villa de Pitanxo se quedó sin capacidad de maniobra, en medio de un temporal con vientos de hasta 40 nudos y olas que, en su mayor altura, superaban incluso los diez metros.
A merced del viento, el oleaje, las corrientes y el tiro del arte, el buque se escoró a babor y el agua entraba «constantemente» por la rampa de popa, llegando algunas de las olas a pasar por encima de su costado e inundar la cubierta superior.
La escora fue aumentando «lenta y progresivamente», debido a que no había apenas tiempo para que pudiera salir el agua acumulada en el barco.

Sin traje de supervivencia

Fue así hasta que «en un determinado momento se hace evidente que la situación es irrecuperable y es perentorio abandonar el buque», apunta la CIAIM en su informe, por lo que la mayoría de los tripulantes, que estaban en la cubierta superior, se dirigieron a las balsas.
Ninguno de ellos llevaba puesto traje de supervivencia, a excepción del capitán y su sobrino, que embarcaron en una de las balsas junto con otros cinco compañeros, mientras que muchos otros se quedaron «probablemente» en los espacios interiores o en la cubierta del barco.
El buque se hundió en «pocos minutos», certifican los técnicos en unas aguas que estaban a tan solo dos grados y los tripulantes que llegaron a la balsa «no pudieron mantenerse secos» al desgarrarse en el fondo y entrar agua en la embarcación salvavidas.
Ilustración Pitanxo

Ilustración del naufragio del Pitanxo

Los siete marineros que iban a bordo permanecieron en la balsa durante más de cinco horas, hasta que el Playa de Menduíña Dos llegó hasta su posición y los rescató, pero cuatro de ellos habían muerto por hipotermia mientras esperaban el rescate.
El informe certifica además otras irregularidades, entre ellas que el Villa de Pitanxo zarpó del puerto de Vigo con 25 personas a bordo, 24 tripulantes y un biólogo marino embarcado en calidad de observador científico para hacer un control pesquero y de las capturas.
Pero el barco, según sus certificados estatutarios, solo podía llevar a 22 personas como máximo, es decir, tres menos de las que salieron de Galicia rumbo a Terranova (Canadá).
Uno de ellos, sin embargo, abandonó el buque diez días antes del naufragio, al ser transferido a otro barco de pesca de bandera española, el Río Caxil; uno de los barcos que tras el naufragio participó en las tareas de búsqueda de los desaparecidos.
Este informe de la CIAIM es todavía preliminar y no recoge, por lo tanto, ninguna conclusión sobre las causas del naufragio y, a este respecto, recuerdan que aún está pendiente la bajada al pecio hundido, que se realizará a lo largo del próximo verano.
Con esta inspección se buscará obtener «información relevante» acerca del buque, sus equipos, el arte de pesca y el fondo marino, datos que según la comisión «permitan apoyar o refutar distintas hipótesis de las causas del accidente».
A esta investigación se incorporarán los resultados de los ensayos que se han realizado con un modelo del buque a escala, que recreó en un laboratorio de dinámica marina de Madrid las condiciones en el momento del accidente para estudiar el comportamiento del barco.
Los trabajos pendientes hacen que los expertos consideren que «no parece probable» que la investigación pueda finalizar a lo largo del año 2023 porque, tras esta revisión submarina del barco, habrá que realizar un análisis «pormenorizado» de las evidencias que se obtengan.
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