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07 de mayo de 2024

Un manifestante de origen subsahariano trata de patear a un agente de la Policía Nacional, en 2018, en Lavapiés (Madrid)

Un manifestante de origen subsahariano trata de patear a un agente de la Policía Nacional, en 2018, en Lavapiés (Madrid)GTRES

Reportaje

¿Puede estallar en España el polvorín multicultural como en Francia?: «El proceso aquí será mucho más rápido»

Varios expertos auguran un escenario parecido en nuestro país de aquí a pocos años, aunque remarcan las diferencias entre la inmigración española y la que ha protagonizado los disturbios en el país vecino

En poco más de diez días, las autoridades de Francia han detenido a casi 3.500 personas por unos disturbios que se han saldado con más de 12.000 vehículos calcinados, más de un millar de edificios vandalizados, entre ellos escuelas y comisarías de Policía, y unos desperfectos cuyo coste se estima en más de 1.000 millones de euros.
Sin embargo, más allá de lo material, y aunque no sea la primera vez que se producen unos incidentes similares, queda la sensación de que lo que se ha producido es el estallido del polvorín multicultural en el que se ha convertido el país galo. Ante esta tesitura, cabe preguntarse ¿puede suceder lo mismo que en Francia en España? Varios expertos de distintos ámbitos responden a El Debate sobre esta cuestión y auguran un escenario nada halagüeño.

El fracaso de la integración

Si nos ceñimos a los datos, el porcentaje de extranjeros que vive en Francia es inferior a la que lo hace en nuestro país: un 12,6 % frente al 15,8 %. Sin embargo, el país vecino lleva absorbiendo población inmigrante, principalmente procedente de África. Una realidad que se escapa de las estadísticas pero donde se oculta la raíz del problema, a tenor de las fuentes consultadas.
«La inmensa mayoría de la inmigración que ha habido en Francia, en Gran Bretaña, Alemania, Bélgica... es de procedencia magrebí. Aquí también ha habido inmigración magrebí, lógicamente, pero en una cantidad mucho menor. El problema de Francia es que hay masa crítica en los suburbios», explica Antonio Alonso Marcos, profesor de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales de la Universidad CEU San Pablo.
El docente universitario se refiere a las denominadas banlieues, la periferia de las grandes ciudades francesas que, paulatinamente, han pasado de ser barrios obreros a convertirse prácticamente en guetos. «Ha ido llegando en los últimos 30 o 40 años una ingente cantidad de inmigración de países como Marruecos, Argelia o Túnez, y, en vez de integrarse en la sociedad francesa, por más que se les ha permitido y se les ha integrado en los colegios y han accedido a muchísimas ayudas sociales, hay una gran capa social dentro de este sector de la inmigración que ha crecido pensando no con una mentalidad emprendedora, sino con la mentalidad de la paguita, de recibir la subvención y ya está», señala.

Hay una gran capa social dentro de este sector de la inmigración que ha crecido pensando no con una mentalidad emprendedora, sino con la mentalidad de la paguitaAntonio Alonso MarcosProfesor de la Universidad CEU San Pablo

«¿En España esto puede darse? Pues sí, también puede darse, efectivamente. La cuestión es que no sucederá en un plazo corto de tiempo, sino por lo menos dentro de cinco o diez años, cuando esa masa crítica tenga fuerza en algunos guetos, en algunos suburbios, en algunos barrios. Eso, a día de hoy, no es 100 % así, sino que hay mucha más dispersión y todavía no estamos en ese escenario en el que hay una situación de marginación social absoluta», augura Marcos, quien cree que en España «salvo la excepción de las pandillas, que es un problema de raíz, los jóvenes inmigrantes se encuentran más integrados, más mezclados por un grupo de pares, de iguales».
Desperfectos en un escaparate causados por los disturbios en Lavapiés tras la muerte de  Mame Mbayé

Desperfectos en un banco causados por los disturbios en Lavapiés tras la muerte de Mame MbayéEuropa Press

En realidad, si nos remontamos apenas cinco años atrás, en España ya tuvimos nuestro propio Nahel Merzouk, el adolescente de 17 años de ascendencia argelina y marroquí que murió en el suburbio parisino de Nanterre tras ser disparado por un agente de la Policía francesa cuando trataba de huir a bordo de un vehículo que conducía, lógicamente, sin carnet. Se trata del senegalés Mame Mbayé, un mantero que murió por un problema cardiaco después de salir corriendo de la Policía Local de Madrid.
Su muerte despertó una oleada de disturbios en el barrio de Lavapiés que, aparte de por la escala, asombran por su paralelismo con lo sucedido en Francia: comercios y sucursales bancarias destrozadas y quemadas, vehículos ardiendo y unos protagonistas similares: inmigrantes africanos –en este caso de primera generación y muchos de ellos ilegales– y radicales antisistema autodenominados como «antifascistas», que aprovechan cualquier coyuntura para tratar de sembrar el caos.

Dos modelos diferentes

Lavapiés es solo una de la multitud de zonas en España donde el peso de la inmigración es más que manifiesto, si bien su ubicación, a diez minutos andando y a una parada de Metro de la Puerta del Sol, su carácter de «zona de moda», unido a la gentrificación, y un plan especial de seguridad que nutre al barrio de una presencia policial muy elevada y de una multitud de cámaras registrando cualquier tipo de delito no lo convierten, por ahora, en un gueto equiparable a las banlieues.
En nuestro país hay lugares que pueden servir de campo de pruebas para medir cuál podría ser la situación demográfica española de aquí a un tiempo y cómo se está gestionando la convivencia entre la cultura española y otras foráneas con una escala de valores y unas costumbres muy diferentes. En la misma capital encontramos el caso de San Cristóbal de los Ángeles, en el distrito de Villaverde –camino de convertirse en una no go zone–, y en Cataluña hay barrios de Barcelona y municipios donde ya ha habido incidentes violentos entre inmigrantes y la Policía, como en Mataró.
El analista de seguridad catalán Jofre Montoto considera que tanto en Cataluña como en el conjunto de España no se podrá dar una situación exacta a la de Francia: «Puede haber en algún municipio algún incidente menor, con intervenciones de la Policía, etcétera. Ya ha pasado alguna vez, pero nunca del nivel de lo que hemos visto en Francia».
El también doctor en Filosofía y experto en yihadismo lo argumenta su tesis en que «las características sociológicas son muy diferentes entre España y Francia y lo más importante es que en Francia tienes inmigrantes de tercera generación. Aquí son de primera y segunda y, por tanto, sus expectativas de crecimiento social son mayores y los guetos no están tan acentuados ni tan enquistados como lo están en Francia».

En España, por lo menos de momento, está funcionando mejor el ascensor social y la integraciónJofre MontotoAnalista de seguridad

En todo caso, advierte de que «si se crean unos guetos, ciudades dormitorio con muy pocas expectativas de mejora social, con una concentración alta de población, con unas características parecidas en cuanto a cultura y procedencia, si no se consigue una integración social podría ser que pasase». «En España, por lo menos de momento, está funcionando mejor el ascensor social y la integración. Además, la población inmigrante está concentrada en algunas ciudades, pero al mismo tiempo dispersa. Por ejemplo, en las ciudades del área metropolitana de Barcelona no hay nada como las banlieues de París», concluye.
Una manifestación antirracista, en Lavapiés, en 2018

Una manifestación antirracista, en Lavapiés, en 2018GTRES

El paradigma de la multiculturalidad, sin embargo, quizás sean las ciudades autónomas de Melilla y de Ceuta y su alta proporción de población de origen marroquí. Quien hasta el mes pasado vicepresidía de la mano del Partido Popular esta última localidad española en el norte de África, Carlos Rontomé, cree que allí se ha llevado a cabo «un modelo que funciona, de reconocimiento del otro, distinto del de asimilación francés», que se produce, recuerda, «en un Estado laico, donde cualquier rasgo religioso es apartado». «En Ceuta, casi la mitad de la población es musulmana y, aunque ha habido momentos de tensión, no se producen este tipo de tensiones hasta ese nivel», asegura.

No digo que el elemento cultural no tenga su importancia, pero lo sucedido en Francia tiene que ver más con un cierto desarraigo, también con un resentimiento social; tal vez con una percepción de no estar dentro del sistemaCarlos RontoméExvicepresidente de Ceuta

Rontomé, que actualmente dirige el centro de la UNED en Ceuta, no descarta que ocurra pero no se atreve a predecir si en España sucederá lo mismo que en Francia, donde apunta a que, más allá de en esta última oleada de disturbios, «hay una cierta tendencia al uso violento desde el punto de vista social, como en el reciente caso de los chalecos amarillos».
«La gran mayoría de los extranjeros de religión islámica que tenemos en España son magrebíes, de Marruecos, principalmente. Yo creo que el problema tiene que ver con otras circunstancias. No digo que el elemento cultural no tenga su importancia, pero lo sucedido en Francia tiene que ver más con un cierto desarraigo, también con un resentimiento social; tal vez con una percepción de no estar dentro del sistema y eso yo creo que es una de las razones por las que se producen ese tipo de estallidos», apunta este militar en excedencia y doctor en Ciencias Políticas y Sociología .

La importancia de la procedencia

Para Samuel Vázquez, presidente del sindicato Una Policía para el Siglo XXI, quien cree que «no solo es posible que suceda lo mismo que en Francia, sino altamente probable», la procedencia, sin embargo, es la clave: «En España no estamos como en Francia porque nuestra primera oleada de inmigración no sólo fue controlada, no fue desbordada, sino que fue de personas hispanoamericanas, hermanos hispanoamericanos con los que compartimos todo una historia común, cultura, religión, lengua… Y si alguien se piensa que podemos adaptar procesos cuantitativamente igual de relevantes, pero con un continente con el que no compartimos nada, ese alguien, evidentemente, es un peligro para tus hijos».
Para Vázquez, quien ha desarrollado parte de su carrera en los Grupos Operativos de Respuesta de la Policía Nacional en el sur de Madrid, «el proceso de degradación criminal aquí será mucho más rápido que en Francia. Cuando empiezan a instalarse en las periferias de las ciudades grandes, los grupos criminales en Francia vienen de una Francia idílica, de l'amour, de la bohemia, una Francia próspera. No hay competencia y además hay mucho territorio y mucha mercancía. Muchísimas grandes ciudades con muchos barrios periféricos».

El problema es que están germinando ahora mismo en España las primeras bandas africanas, subsaharianas y magrebíes

«Entonces, los choques comienzan muchos años más tarde, cuando las bandas cada vez son más, porque el éxito de estas bandas es rápido y eficaz y cada vez hay más gente queriendo vivir de eso», indica el también criminólogo, quien justifica el porqué de su teoría de que en España ese proceso va a durar mucho menos tiempo.
«El problema es que están germinando ahora mismo en España las primeras bandas africanas, subsaharianas y magrebíes. Ese tipo de bandas elevan la violencia a un nivel nunca antes visto. Y lo que se van a encontrar ahora en España no es lo que se encontraron en Francia, que era un país donde operar sin límite, sino que aquí ya hay bandas instaladas, como las latinas» y recuerda que «cuando varias bandas se disputan el territorio y la mercancía es cuando aparecen los machetes, las pistolas y los muertos».
Una sucursal bancaria quemada en Madrid, tras la muerte del mantero Mbayé

Una sucursal bancaria quemada en Madrid, tras la muerte del mantero MbayéEuropa Press

El policía añade que «como su adaptación a nuestro mundo es dificilísima –en referencia a esa inmigración africana–, lo que hacen es replicar sus mundos en nuestros mundos, pero lo hacen porque lo hemos permitido», afirma, en referencia a barrios, por ejemplo, donde impera la sharía –la ley islámica– y la presencia de mujeres en la vida pública queda reducida a unos pocos espacios.
«Alguien nos vendió una 'Alianza de civilizaciones', pero la historia demuestra que las grandes civilizaciones jamás se aliaron, siempre compitieron y una acabó con la otra», zanja. ¿Están Europa y nuestro país destinados a este funesto futuro? El tiempo lo dirá, pero episodios como el de Francia, que algunos han equiparado en algunos aspectos al Black Lives Matters en Estados Unidos al alumbran una fractura interna de muy difícil resolución.
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