El lendakari Imanol Pradales y el presidente Pedro Sánchez mantuvieron una reunión el pasado viernes
Sánchez acelera las cesiones al País Vasco ante lo que pueda suceder en Cataluña
Con Bildu atado con la entrega del Ayuntamiento de Pamplona y el acercamiento de los presos, ahora se vuelca en dar favores al PNV
El pasado miércoles, el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska pactó con el consejero de Seguridad del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, la entrega de las principales competencias de puertos y aeropuertos a la Ertzaintza.
Fue en la reunión de la Junta de Seguridad celebrada en el Ministerio del Interior. En los seis años que lleva Pedro Sánchez al frente del Gobierno de España y Fernando Grande-Marlaska del Ministerio del Interior, ministro y consejero de turno se habían reunido en dos ocasiones. Pero desde que el pasado 19 de junio PNV y PSOE firmaron el acuerdo para gobernar en el País Vasco, todo se ha acelerado.
Traspasos y reconocimiento nacional
El acuerdo para investir presidente del Gobierno de España a Pedro Sánchez firmado en noviembre de 2023 exponía que «se procederá en los dos primeros años de legislatura a la negociación y a efectuar los traspasos correspondientes de las materias pendientes de transferencia». Es decir, estamos hablando de finales de 2025 para completar el traspaso de transferencias.
Ocho meses después, ya se han traspasado dos de las tres competencias más espinosas que quedaban por entregar: los trenes de cercanías y los puertos y aeropuertos. Ya solo queda, entre las reseñables, la competencias de la Seguridad Social.
De hecho, este mismo martes 30 se reunían en Madrid la consejera vasca de Autogobierno, María Ubarretxena, y el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, para candelarizar el traspaso del resto de competencias.
Pero el punto 2 de aquel acuerdo de noviembre también exponía que «el reconocimiento nacional de Euskadi, la salvaguarda de las competencias vascas y un sistema de garantías basado en la bilateralidad y la foralidad serán ámbitos a dialogar y negociar entre ambos partidos».
Este «reconocimiento nacional de Euskadi» se reiteraba en el compromiso 146 del acuerdo pactado para gobernar juntos en el País Vasco, el compromiso donde se recoge «alcanzar un nuevo pacto estatutario», que es el paso siguiente a terminar de entregar todas las competencias.
Y eso es lo que fue a atar el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Vitoria el pasado viernes. Fue la tercera vez en toda la democracia que el presidente vasco ejerce de anfitrión del presidente de España en vez de ser al revés.
De esa reunión no salieron propuestas concretas, pero sí una «clara voluntad» de mantener un clima de «colaboración y cooperación conjunta» que dice mucho de lo que va a venir en el futuro.
Tres reuniones en una semana
Tres reuniones del más alto nivel en tan solo una semana. El Gobierno de Pedro Sánchez acelera todo lo que puede sus pactos con el nacionalismo y eso significa competencias y más competencias para el independentismo.
Y es que Pedro Sánchez quiere atar el apoyo del nacionalismo e independentismo vasco a toda costa. Las negociaciones sobre el Gobierno catalán están distanciando sobremanera al PSOE y a Junts. Y Sánchez quiere agarrar el máximo apoyo ante lo que pueda hacer Carles Puigdemont.
Con Bildu, las relaciones van «viento en popa», sobre todo, desde la entrega del Ayuntamiento de Pamplona y el poder municipal navarro a los de Otegi. Es la mejor forma de atar a los abertzales puesto que, igual que hicieron con UPN en diciembre, a Bildu siempre les pueden presentar una moción de censura.
Pero Bildu no quiere soltar el poder municipal de ninguna de las maneras, es su forma de ir rascando votos poco a poco, con la política más cercana a una sociedad que ha olvidado lo que significa la izquierda abertzale y no quiere recordar lo que hicieron los favorables a la 'Ponencia Oldartzen' de «socialización del sufrimiento» que en los 90 eran Otegi, Adolfo Araiz y otros cargos que hoy se sientan en las instituciones.