La mansedumbre de los socios de Sánchez alcanza su cota máxima
El motivo que unió a la mayoría antinatura de izquierdas y derechas independentistas en noviembre de 2023 sigue vigente: que no gobiernen las 'derechas españolas'. Eso es más fuerte que lo demás

Pedro Sánchez, durante su comparecencia del miércoles en el Congreso
Estaban a punto de dar las 11 cuando Alberto Núñez Feijóo pegó un bocinado en el atril. El presidente de los populares levantó la vista y se dirigió a los socios de Pedro Sánchez en mitad del Pleno del miércoles. Algunos mataban el tiempo toqueteando sus móviles y iPads, otros revisaban papeles, no pocos se habían ido a desayunar y los menos atendían al líder de la oposición.
«Solo cabe decirles una cosa: ¿De verdad que ustedes lo van a permitir?, ¿van a seguir mirando para otro lado, sin hacer nada?, ¿van a permitir con su silencio lo que dicen no compartir?», los interpeló. «La corrupción, los problemas de vivienda, el rearme, los apagones, los trenes parados, las mentiras y hasta que el legislativo pueda pasarse toda una legislatura sometido al Ejecutivo. ¿Lo van a permitir ustedes?», insistió. El silencio en el hemiciclo fue roto por los aplausos de los diputados del PP. Los demás siguieron a lo suyo.
Se supone que los aliados de Sánchez, empezando por Sumar y acabando por Bildu, están enfadadísimos porque el presidente del Gobierno ha aprobado un plan de rearme de 10.471 millones de euros por su cuenta y riesgo, sin que el Congreso lo refrende. También, porque los socialistas han seguido contratando con empresas israelíes a pesar de comprometerse a no hacerlo. Y porque Sánchez ha decidido con su almohada que no va a presentar unos Presupuestos a la Cámara Baja porque no quiere correr el riesgo de que el legislativo se los tumbe. De la corrupción que cerca al PSOE no hablamos, porque ésa la han metabolizado con sorprendente normalidad.

Gabriel Rufián conversando con los ministros Bolaños y Albares
En ese contexto, los socios del presidente tenían la posibilidad de decirle el miércoles a la cara que está jugando con fuego. Tenían la posibilidad, al menos, de amagar. Pero es que ni eso hicieron. La propia Yolanda Díaz hizo bomba de humo: eligió ese día, precisamente ese día, para viajar a Roma. En el PP aún se preguntan qué más tiene que pasar para que alguno de la moribunda mayoría de investidura coja las de Villadiego. En Vox no se lo preguntan, no esperan nada, saben lo que hay.
Hay pellizcos que duelen más
Fue hasta cómico que, un día después de dar muestras de su mansedumbre, varios de los aliados del Gobierno votaran en el Congreso a favor de una moción del PP instando al Ejecutivo a que «cumpla el mandato constitucional de presentar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para el año 2025». Las mociones, igual que las proposiciones no de ley, carecen de fuerza normativa y efectos. Hasta ahí llega la valentía de ERC, Podemos, Coalición Canaria y el BNG, que fueron los que votaron a favor junto con el PP y Vox: hasta donde sus actos no tienen consecuencias para el Ejecutivo ni, por tanto, para el statu quo de la legislatura.
En esta legislatura no se dan las condiciones de gobernabilidad, pero sí se dan las condiciones para evitar que gobiernen otros
Es evidente que en esta legislatura no se dan las condiciones de gobernabilidad, como lo demuestran los quiebros del presidente a las Cortes en asuntos medulares. Pero sí se dan las condiciones para evitar que gobiernen otros: el motivo que unió a la mayoría antinatura de izquierdas y derechas independentistas en torno a Sánchez en noviembre de 2023 sigue vigente, que no gobiernen las derechas españolas.
El mismo jueves, de hecho, la convalidación del real decreto ley de ayudas contra los aranceles de Donald Trump volvió a unir al Frankenstein. Incluso a Podemos, a pesar de las innumerables veces en que Ione Belarra y los suyos han amagado con romper con el «Gobierno de la guerra». Es cierto que sus cuatro diputados no votaron a favor, se abstuvieron, pero sabían que en la práctica esa abstención era un sí, dado el voto favorable de los siete diputados de Junts.

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La unión de la criatura fue para unas horas, sí. Pero las suficientes como para que el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes sacara pecho en su cuenta de X y desmintiera que España no funcione —esa cancioncilla que empezó a entonar la oposición tras el apagón y el caos ferroviario irrita muchísimo a los socialistas—. «Ya son 33 las leyes aprobadas esta legislatura. Leyes que amplían derechos y libertades y que nos han llevado a cifras récord de crecimiento y empleo. La mayor prueba de que España funciona está en el BOE», presumió Félix Bolaños.
Lo que no dijo fue que, de esas «33 leyes», 16 son reales decretos leyes. Es decir, normas reservadas a supuestos de «extraordinaria y urgente necesidad» (ésa es la teoría, en la práctica es otra cosa) que aprueba el Consejo de Ministros, entran inmediatamente en vigor y tienen que ser convalidadas por el Pleno Congreso tal cual dentro del mes siguiente. Lentejas.
Por el motivo que fuese, Bolaños tampoco mencionó en su mensaje que uno de los 176 votos a favor del decreto anti aranceles fue el del exministro, ex secretario de Organización del PSOE y hoy diputado del Grupo Mixto José Luis Ábalos, que sigue ahí para el Gobierno en cada votación, como uno más de la bancada socialista. Jessica nunca asomó por Ineco, al menos Ábalos va a votar (a lo demás no).

La nueva portavoz del PNV, Maribel Vaquero
¿Y el PNV?, ¿cómo respira? Esta semana ha sido la puesta de largo de la nueva portavoz del grupo parlamentario, en sustitución de Aitor Esteban. Se llama Maribel Vaquero y en su primera intervención dejó claro que el partido de Sabino Arana está y estará donde ha estado desde la moción de censura. «Presidente, el PNV asume su responsabilidad y se compromete con Europa y con los valores democráticos. Cuente con nosotros en ese cometido, pero cuéntenoslo todo». Decíamos ayer.