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04 de mayo de 2024

Los hermanos mayores suelen ser un modelo para los siguientes miembros de la familia

Los hermanos mayores suelen ser un modelo para los siguientes miembros de la familiaUnsplash

Así influye el orden de nacimiento en la personalidad de cada hermano

La teoría del psicoterapeuta Alfred W. Adler sugiere que la percepción de cada hijo de su posición en la familia determina la manera en que se relaciona con el mundo cuando es adulto

corría el año 1923 cuando el psicoterapeuta austríaco Alfred W. Adler desarrolló una teoría cuya línea seguirían muchos otros investigadores tiempo después y que consiguió clasificar la personalidad de las personas según el orden de llegada a su hogar. El padre de la psicología individual observó que ser hermano mayor o menor tiene una influencia decisiva en cada hijo. Esto se ha llamado la teoría del orden de nacimiento.
Esta dicta que ocupar cierto lugar entre los hermanos y en la familia contribuye a desarrollar una determinada relación con los padres y los otros hijos, algo que marca a la persona de por vida. Ser el primogénito, hijo único o el quinto niño de la familia es decisivo en cuanto a las actitudes que sus progenitores tienen con ellos y por ello se crean unas distintas condiciones que actúan en la formación de la personalidad.
A grandes rasgos se han dividido en cuatro las posiciones en la familia que más median en la formación de un carácter en la persona: el hijo mayor, el mediano, el menor y el hijo único. La teoría de Adler sugiere que la percepción de cada hijo de su posición en la familia determina la manera en que se relaciona con el mundo cuando es adulto.
Así, los hermanos mayores tienden ser más extrovertidos, voluntariosos y simpáticos. Los padres le han dedicado desde su nacimiento mucho tiempo y no le ha costado ganarse cierto reconocimiento, puesto que ellos eran primerizos en todo también. Ha gozado de su atención de manera exclusiva hasta que aparece en escena un hermano. Verse desplazados por el recién llegado les puede hacer que se sientan excluidos y traten de recuperar el privilegio que tenían antes. Todo ello hace que, al fin y al cabo, se conviertan en personas cautas, controladoras, responsables y exigentes, al tiempo que gustan de tener el control en todo momento. Los hermanos mayores suelen ser también independientes, perfeccionistas, críticos y competitivos.
En cambio, el siguiente en la lista no ha de lidiar con el desplazo como los primogénitos, ya que desde que nacen tienen que compartir la atención de sus padres con otro u otros hermanos. Los progenitores con la llegada de un segundo o tercer hijo actúan de manera más relajada. Ya no son primerizos, pero sí toman las mismas pautas con este que en la crianza del primero, que se convierte en un modelo a seguir e imitar para sus hermanos de menor edad. Los medianos suelen tener una personalidad colaborativa, se les da bien trabajar en equipo y tienen una gran capacidad de adaptación a los cambios. Al tener que tratar con mayores y pequeños que él y no tener el privilegio de salirse con la suya ante los padres se convierten en grandes negociadores. Como puente entre hermanos, los hermanos del medio se convierten en negociadores natos.
Dicen que los pequeños son los mimados, a los que los padres dejan hacer cualquier cosa que quieren. Como los adultos centran su atención en el mayor y el mediano, el último en llegar goza de mayor libertad para actuar a su aire dentro de la familia. Ello les hace más independientes y creativos, pero menos dados a las responsabilidades.
Ninguna de estas condiciones se cumplen cuando el niño es el único en la casa. Quienes no tienen hermanos no han de competir con ellos por la mirada de sus padres, de los que reciben toda su atención. Los hijos únicos, según distintos estudios, son más creativos, porque tienen más tiempo de juego en solitario; más comprometidos, responsables y con una alta autoestima y seguridad en sí mismos.
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