Fundado en 1910
Un 40 % de los hogares monoparentales conviven con los abuelos

Un 40 % de los hogares monoparentales conviven con los abuelosGetty Images/iStockphoto

Cada vez hay más abuelos y nietos que viven juntos en España, y eso tiene un lado bueno según la ciencia

La convivencia intergeneracional cada vez está más presente en España, según un reciente estudio de Funcas. ¿El motivo? La fragilidad económica y las situaciones provocadas por los divorcios. Sin embargo, esa realidad tiene una cara positiva tanto para los abuelos como para los nietos

Hasta hace no tantas décadas, lo más habitual en España era que los abuelos –especialmente tras enviudar– envejecieran en la casa familiar, junto a sus hijos y sus nietos. El desarrollo económico y sanitario, y las legislaciones divorcistas, trajeron un nuevo panorama social y el modelo de familia cambió.

Actualmente, la mayor parte de los mayores en España viven solos en sus domicilios o en residencias geriátricas, mientras sus hijos de mediana edad lo hacen en sus casas, muchas veces sin llegar a casarse, con matrimonios rotos o reconstituidos, y con menos hijos que antes. Como resultado, cada vez hay más mayores de 65 años que viven completamente solos, mientras que abuelos y nietos han ido dejado progresivamente de vivir bajo un mismo techo.

Hasta ahora. Porque, según el estudio de Funcas Los hogares intergeneracionales en España: una radiografía de la convivencia entre abuelos y nietos, publicado esta semana, el porcentaje de hogares donde viven menores de 16 años y al menos algún abuelo ha aumentado del 12 % al 16 % desde 2020 hasta 2024. Una cifra que se eleva hasta casi el 40 % en el caso de los hogares monoparentales.

La cara positiva de una realidad dura

La fragilidad económica y las disoluciones matrimoniales han obligado a muchos padres y madres divorciados (y también a muchas madres solteras) a volver con sus hijos a la casa de sus padres. El motivo principal es de carácter económico: con un único salario ya no les alcanza para pagar los gastos que conlleva la paternidad, además de un alquiler o una hipoteca en la que se habían embarcado como proyecto de pareja.

El estudio de Funcas constata las fragilidades y perjuicios del actual sistema económico y laboral, y de forma indirecta, también los efectos (lógicos, pero indeseables) de una cultura contraria al matrimonio y a la familia.

Sin embargo, esta misma situación provoca un efecto inesperado y positivo: los abuelos y los nietos vuelven a vivir juntos bajo un mismo techo. Y esa convivencia intergeneracional, como demuestran numerosos estudios, es altamente beneficiosa tanto para los mayores como para los pequeños.

Mejor salud emocional y más oportunidades

Son numerosas las investigaciones internacionales que dibujan un patrón claro: cuando los abuelos están presentes de forma cotidiana, estable y positiva, los niños y los adolescentes salen ganando a corto y largo plazo.

Un recentísimo estudio, publicado el pasado octubre en Frontiers in Psychology y realizado por dos investigadores del departamento de Psicología de la Universidad de Stanford, constataba que el apoyo recibido de los abuelos durante la infancia se asocia con un mayor bienestar emocional y social en la adolescencia y en la juventud, incluso cuando los abuelos ya han fallecido.

El artículo asegura que, en un contexto crítico de «malestar psicológico creciente» entre los niños y los jóvenes, el contacto con los abuelos en la convivencia diaria y «el apoyo durante el período de desarrollo en el que los niños aprenden a regular sus emociones y a desenvolverse en situaciones sociales» resulta «especialmente protector del bienestar emocional» capaz de prolongarse «en la adultez».

Con un matiz importante: esas relaciones abuelos-nietos son positivas con independencia de cómo de buenas o malas sean las relaciones que ambos tengan con los padres. De hecho, en la mayoría de los casos, la relación con los abuelos sirve de bálsamo reparador cuando la situación entre padres e hijos está dañada.

Una brújula moral que mejora la vida

El estudio de Frontiers es uno de los más recientes, pero no es el único, desde luego. El International Journal of Public Health publicaba en 2023 un resumen de diversos trabajos realizados en varios países, que demostraban cómo los abuelos influyen como una brújula positiva en hábitos esenciales relativos a la salud, el estilo de vida, los principios morales, o la percepción del apoyo social de los nietos.

Algo que termina impactando de forma positiva en su desarrollo físico, moral, psicológico y material, con proyección en su vida de adulto.

Incluso se apuntaba una ligera asociación positiva entre vivir con alguno de los abuelos y el rendimiento académico de los adolescentes, sobre todo cuando se suman al acompañamiento de los padres y no los sustituyen.

El abuelo que ayuda con las matemáticas, o la abuela que escucha al adolescente al volver del instituto, son una suerte de «segundo turno» de presencia adulta que crea una red de seguridad contra el aislamiento, la dependencia emocional o el fracaso escolar.

Mayores más activos y felices

Pero el beneficio no es sólo para los niños: también los abuelos salen ganando en muchos frentes cuando la casa vuelve a llenarse de vida.

En 2022, la Revista Europea del Envejecimiento publicó una gran revisión de 3.868 estudios realizados desde 2019 en Europa, sobre «abuelos, salud y bienestar».

Y el análisis mostraba sin ambages cómo cuidar de los nietos, en contextos de apoyo y no de explotación, está ligado en los mayores a un incremento del bienestar subjetivo (o sea, a sentirse mejor y con mayor felicidad), a tener más sensación de utilidad, a un estancamiento o incluso retroceso del deterioro físico y cognitivo, y a una mayor participación social en círculos no geriátricos.

Aunque no todo es de color de rosas: cuando los abuelos se ven obligados a asumir en solitario el rol de padres, sin apoyo ni descanso, aumentan los problemas de salud, los riesgos de depresión y estrés, y la cronificación del deterioro.

En lugar de poder dar a los nietos una educación más emocional y serena que la que dieron a sus padres cuando eran jóvenes, se ven obligados a repetir el patrón estricto y vigilante, pero con menos fuerzas y sin red de apoyo.

La clave, también aquí, es el equilibrio: ni la convivencia, ni la coyuntura económica o social, deben convertir a los abuelos en «niñeras permanentes», para que puedan ser y sentirse como una suerte de «aliados privilegiados» de los padres. Una alianza intergeneracional que beneficia a todos... sobre todo cuando se hace de forma voluntaria, y no forzados por las situaciones económicas o sociales.

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas