La gripe causa malas noches a causa de los mocos y la tos
El remedio de la abuela que ayuda a los niños a dormir mejor cuando están malitos
Se trata de un truco casero y eficaz que les ayuda a respirar mejor durante el sueño... y da una tregua a los padres en mitad de la noche
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Con la gripe A disparada, la gripe K adelantando posiciones, el Virus Respiratorio Sincitial en pleno auge y los catarros de temporada invernal en su punto álgido, no hay colegio en España que no esté atravesando una especie de epidemia de contagios, que tarde o temprano llega a las casas.
El último boletín epidemiológico del Instituto de Salud Carlos III constataba que en sólo una semana los casos de gripe, en sus diferentes variantes, se han incrementado un 103%, con dos grupos especialmente afectados: los menores de entre 0 y 4 años, y los de 5 a 18.
Uno de los efectos secundarios más desagradables de estas patologías son las malas noches. Y no sólo por los episodios de fiebre o incluso de vómitos, sino porque la tos y los mocos rara vez dejan descansar a los más pequeños... ni tampoco a sus padres.
El truco de la abuela
Los antitérmicos como el Dalsy o el Apiretal ayudan, pero no hacen milagros. Y por eso no pocos hogares están desempolvando un remedio casero, que no por ser el típico consejo de las abuelas deja de ser eficaz.
De hecho, estos días es muy común que en los grupos de WhatsApp escolares algunas madres o padres reconozcan que sus propias madres ( o sea, las abuelas) se lo han recomendado específicamente por el pico de contagios, y ante la desesperación de las nuevas generaciones por llevar tres o cuatro noches sin poder pegar ojo.
En concreto, el «truco infalible», transmitido de generación a generación, no es otro que el de abrir una cebolla por la mitad y colocarla junto a la cama, para que el niño, al menos, pueda descansar un poco mejor.
El truco de la cebolla: ¿mito o realidad?
El «truco de la cebolla» sirve, según quienes lo han probado, para «limpiar el ambiente» y suavizar la tos nocturna.
Y aunque este remedio no puede sustituir nunca a un diagnóstico médico ni a los tratamientos pautados por el pediatra, lo cierto es que tiene base científica.
El motivo es que la cebolla contiene compuestos sulfurosos y sustancias volátiles (las mismas que provocan las lágrimas cuando la cortamos) que pueden tener un efecto irritante de las mucosas y favorecer que se muevan las secreciones. Algo que hace que los mocos «se retiren» y las fosas nasales y los bronquios se abran, permitiendo respirar mejor.
Además, tiene un efecto secundario inesperado: el ritual en sí –preparar la habitación, bajar luces, acompañar al niño, hablarle bajito, contarle historias familiares de cuando los padres eran pequeños...– crea un entorno de calma que ayuda a conciliar el sueño. Una mezcla de química y ternura que ayuda a niños y padres a pasar una noche algo más llevadera.
Otros remedios caseros
La importancia de que los abuelos transmitan sus saberes a los padres jóvenes (y que estos los reciban con agradecimiento y sin soberbia, incluso aunque no les vayan a hacer caso) se manifiesta no sólo en el truco de la cebolla, sino también en otras pequeñas ayudas para aliviar los episodios catarrales.
Así, otras recomendaciones frecuentes en los hogares es utilizar los vapores del baño antes de dormir, para aflojar mocos; beber zumos, agua y líquidos templados para mantener una buena hidratación; elevar un poco la cabecera de la cama o de la cuna, o la almohada, para respirar mejor; ventilar la habitación antes de dormir...
Todo ello, claro, siempre revisado por el pediatra cuando la fiebre se prolonga, la respiración se hace rápida o el niño está más decaído de lo habitual.
Porque, al final, esos remedios de la abuela –incluidas la mano en la frente o las caricias en la espalda– no curan la gripe, ni la bronquiolitis. Pero sí pueden hacer algo muy valioso: regalar a los niños (y a los padres) unas horas más de descanso, y dejar constancia de que, en la familia, mientras la medicina hace su trabajo, el cariño está de guardia.